MALLORCA

Marivent acoge por primera vez a la sociedad balear con los Reyes como anfitriones

Los Reyes reciben a autoridades y representantes de la sociedad balear | Entre los invitados, unos 400 en total, varios miembros del Ejecutivo autonómico con la presidenta, Francina Armengol, al frente

Vanessa Sánchez

Se presuponía que Marivent iba a ser el gran protagonista de la noche, por eso de que se abrían por primera vez, y no de manera metafórica, las puertas del palacio a la sociedad civil de

Baleares

, y resultó que no fue así; no porque no luciera esplendoroso, que lo hizo, con el regalo del atardecer incluido, sino porque resultó eclipsado por dos reinas. Doña Letizia y doña Sofía acapararon todas las miradas en una velada que por momentos resultó ser un poco caótica y en otros se asemejó a una boda y ese cóctel previo con el que los novios agasajan a sus amigos antes de la gran cena y las copas. Ambiente distendido, sí, pero con los focos bien apuntados en los dos objetivos.

Decíamos que dos reinas protagonizaron la noche de ayer y no es una afirmación baladí; nunca habían coincidido dos en el palacio de Marivent. No fue la única coincidencia. La madre del Rey y la mujer del monarca apostaron sus joyas a caballo ganador: Isabel Guarch estaba radiante, pues doña Letizia lució unos pendientes de su colección Formentor y doña Sofía el colgante de la colección Modernismo 1903, la más reciente de la diseñadora mallorquina.

No hay que pasar tampoco por alto el hecho de que, precisamente, fuera Marivent el escenario escogido para la reaparición de la reina emérita en Mallorca. No se había podido fotografiar a la esposa de Juan Carlos I en la isla en todo el verano, un hecho insólito porque siempre, antes de que su hijo y su nuera se instalasen en palacio, solía pasear en compañía de su hermana, la princesa Irene de Grecia, y el matrimonio Radziwill Fruchaud por el centro de

Palma

, desde Jaime III al Born. En estos meses estivales, más allá de informaciones que aseguraban que la emérita estaba en la isla, disfrutando de manera discreta de la compañía de sus hijas, las infantas Cristina y Elena, y algunos de sus nietos –Felipe, Victoria, Miguel y Pablo–, poco se sabía de ella. Así que verla bajar por la escalinata de Marivent con ayuda del rey, eso sí, y luego acaparar los mayores minutos de conversación en el tradicional besamanos, fue de nuevo la prueba manifiesta de que en Mallorca se quiere mucho a doña Sofía. Y ella lo sabe. Sí, fueron los reyes los que habrían decidido recibir a políticos, empresarios, representantes de patronales, empresariales, sindicatos, hoteleros, cónsules, diseñadores y gentes del mundo de la cultura, entre otros muchos más sectores, en el palacio. Pero Marivent es dominio de la reina emérita, porque lleva su sello y porque es su hogar. Así lo siente y así lo manifiesta.

Un acierto de cambio

Felipe VI

explicó que buscaban un poco más de espacio, un lugar más abierto, «aunque hoy no haya mucha brisa». La prueba resultó en general un acierto, porque los jardines lucieron, también la colección de bonsáis y las mesas altas de cóctel, obra del chef con estrella Michelin Santi Taura, perfectamente dispuestas en la explanada principal, crearon un ambiente mágico. Marivent se vistió –y se gustó– de fiesta.