ANDALUCÍA

El barrio de Málaga donde los vecinos tienen que elegir: "O comen o pagan las facturas"

A la sede de la asociación de vecinos de Languilla, cada vez acuden más jubilados y camareros que no llegan a fin de mes, en busca de alimentos

O comer o pagar las facturas en Lagunillas

O comer o pagar las facturas en Lagunillas / A. V.

Alfonso Vázquez

"Mi hijo de 31 años está en paro, aunque ha estudiado muchísimo y ahora está de psiquiatras y psicólogos. Ha estudiado diseño gráfico, auxiliar administrativo, inglés, chino, japonés... pero ya la cabeza no la tiene. Yo con mi paga y él con un trabajo saldríamos para adelante", cuenta Ana

Esta vecina de la Cruz Verde de 74 años es el sostén de su casa y para poder vivir con su hijo sólo cuenta con los 830 euros al mes que recibe de pensión. «Si no fuera por él», dice mientras señala al Curro López, presidente de la Asociación de Vecinos de Lagunillas. 

Ana detalla que no puede plantearse comprar alimentos con asiduidad: "El aceite cuesta 5,50, el de girasol tres y pico...", enumera. Esta antigua profesora de peluquería recuerda que cuando nació su hijo, hace 31 años, ganaba el equivalente a 900 euros, 50 euros más que su pensión actual. "Por eso con 71 años tuve que pedir", explica.  

Como señala, gracias a la asociación tiene aceite, leche, huevos, patatas, garbanzos, fruta, verduras... 

El caso de Ana no es ni mucho menos único. Como explica el presidente vecinal Curro López, a la asociación acuden cada vez más jubilados a quienes la pensión no les alcanza. Precisamente uno de los voluntarios de la asociación es Octavio, un jubilado que cuenta que cobra 410 euros de pensión. "Menos mal que dos de mis hijos me pagan el alquiler porque si no yo estaría debajo de un puente", destaca. 

Curro López también llama la atención sobre un perfil en auge en busca de alimentos en esta asociación, que en la actualidad atiende a 1.025 familias: "El número de pensionistas ha subido una barbaridad porque con la inflación no llegan pero también los trabajadores de la hostelería", subraya, al tiempo que indica que muchos de ellos cobran por su trabajo casi lo mismo que pagan de alquiler y eso, en los mejores casos. 

De la hostelería

Porque, señala el presidente vecinal, a la asociación acuden tanto camareros con contrato como sin él. De este último perfil hablan con La Opinión dos inmigrantes, de nombre ficticio Luis y Juan, que aún no han regularizado su situación en España y trabajan en un merendero de Málaga, los fines de semana, a 45 euros la jornada, a veces de 16 horas «y cuando nos dan la oportunidad», apunta Luis. Compañeros de piso en Capuchinos, pagan 500 euros cada uno de alquiler. 

Y ya regularizada pero con necesidad de recibir alimentos está María, que cuida de una señora con Alzheimer por 600 euros al mes, dinero con el que debe mantener a su madre y a su hijo, cuando el alquiler ya les cuesta 680. 

"Es que deben elegir: o comen o pagan las facturas", subraya Curro López, que explica que la asociación debe afrontar ahora un próximo envío semestral de alimentos del Gobierno central que, le han informado, no tendrá ni leche ni aceite. 

El presidente vecinal ha aprovechado para pedir que se mejore la gestión para evitar estas importantes carencias.