ATAQUES

El apuñalamiento mortal a un joven en Peal de Becerro, Jaén, termina con familias gitanas abandonando el pueblo

Una concentración para pedir justicia por el asesinato de Álvaro, de 29 años, acaba con coches volcados y fachadas de viviendas pintadas

Las asociaciones gitanas muestran su solidaridad con la familia del fallecido y denuncian que los ataques están movidos por el "antigitanismo"

Antigitanismo

Antigitanismo / FAKALI

María G. San Narciso

María G. San Narciso

La localidad jienense de Peal de Becerro despertó el pasado domingo 17 de julio con la noticia del homicidio de Álvaro, un joven de 29 años que trabajaba como portero en un local de ocio. Había sido apuñalado con arma blanca. Unas dos mil personas del pueblo -que suma algo más de cinco mil habitantes en total- salieron a la calle para pedir justicia por su muerte. Pero lo que comenzó siendo una concentración para arropar a la familia y en repulsa del crimen, terminó con varios participantes volcando tres coches y haciendo pintadas y agresiones en fachadas de viviendas de familias gitanas. También se investiga el incendio a una casa.

Lo que ha pasado en Peal de Becerro es, según diversas entidades, “antigitanismo”. Una de ellas es la Federación de Asociaciones de Mujeres Gitanas FAKALI, que ha mostrado “su total solidaridad y apoyo a la familia de la víctima” al tiempo que “rechazan de manera expresa y rotunda los incidentes producidos tras la concentración de protesta”.

“Hay que esperar a lo que diga la Justicia. Necesitamos que la gente se calme. Cuando un bosque está ardiendo tenemos que apagarlo, no usar gasolina. Es una irresponsabilidad”, afirma su presidenta, Beatriz Carrillo.

Familiares de los implicados han abandonado el pueblo

Tras el homicidio se detuvo a cuatro hombres, todos gitanos. Fuentes de la Guardia Civil explican a EL PERIÓDICO DE ESPAÑA que mientras que dos de ellos han sido puestos en libertad con cargos, otros dos, tras pasar por disposición judicial, han ingresado en prisión.

Hay familiares de los presuntos homicidas que ya se han abandonado pueblo. Los gitanos que se quedaron “están intranquilos”. Carrillo asegura que ni se puede tachar a todo el pueblo de racista, ni se puede atribuir un crimen a toda una etnia. Por su parte Pastora Filigrana, abogada en Abogadas Sociedad Cooperativa Andaluza y activista por los Derechos Humanos, ha asegurado en Twitter que lo que está ocurriendo en Peal de Becerro es “un nuevo pogromo antigitano”.

Carrillo deja claro que “nadie tiene que ser señalado ni perseguido” por lo que hagan otros , pero considera evidente que "el racismo antigitano está muy naturalizado en España". Solo hay que mirar las redes, dice. Reprocha el crimen y muestra su solidaridad a la familia, pero asegura que no entiende por qué los gitanos tienen que "responder cada vez que haya un hecho criminal".

“Desgraciadamente -apunta Carrillo-, en este país todo los días se producen actos violentos. Y nadie va a por los familiares del hombre que comete violencia de género contra una mujer. Pero aquí hay cierto recodo que nos recuerda a hechos del pasado”.

Otros casos del pasado

Habla de lo ocurrido en varios pueblos andaluces en otras décadas; de los casos de Torredelcampo (1971), Torredonjimeno (1984) o Mancha Real (1991). Uno de los más conocidos fue el de Martos. En el año 1986, el joven gitano Amador Cortés, El Lolo, agredió con una botella rota a un ‘castellano’. Al parecer iba ebrio. “Doscientos vecinos, jaleados por una muchedumbre de más de dos mil personas, incendiaron y arrasaron el barrio gitano. Veintiséis casas reducidas a escombros y ciento treinta y dos personas, casi todos los gitanos marteños, forzadas a un exilio que aún hoy perdura, fue el saldo de una acción antigitana sin parangón en la historia reciente de los conflictos étnicos en nuestro país”, escribía el catedrático de la Universidad de Granada Juan Francisco Gamella en el libro ‘Anuario etnológico de Andalucía, 1994’.

La mayoría de las familias nunca volvieron al pueblo. Explicaba Gamella que una lo intentó, en 1988, pero no lo consiguió. Los vecinos habrían exigido al ayuntamiento que se marcharan, inducidos por el rumor de que tras ellos vendrían todas aquellas que habían huido dos años atrás. “Argumentaban que, desde la marcha de los gitanos, la delincuencia se había reducido a la mitad”.

Al día siguiente al suceso de Martos, la banda terrorista ETA asesinó a doce cadetes de la Guardia Civil en un atentado. Ni aún así el caso dejó de perder atención mediática en los medios nacionales. Aunque según los testigos hubo cientos de implicados, solo dos vecinos fueron procesados por el incendio de las casas gitanas.

Del homicidio… al posible delito de odio

El antigitanismo está definido como todas aquellas acciones realizadas con motivaciones de discriminación, odio y estigmatización dirigidos contra las personas de etnia gitanas, así como al entorno de las mismas. El pasado mes de mayo se aprobó la reforma del Código Penal en el que se incluye este concepto como agravante en la comisión de ilícitos penales. También como elemento motivador de delitos de odio que pueden conllevar penas de cárcel de entre uno y cuatro años.

FAKALI ya ha denunciado por escrito a la Fiscalía Provincial de Delitos de Odio de Jaén para que inicie las investigaciones pertinentes que dirimen “posibles responsabilidades penales que pudieran derivarse" de las acciones de "un grupo minoritario de vecinos que, aprovechando la concentración pacífica convocada en repulsa por la muerte violenta del joven de 29 años, procedió presuntamente a atacar las propiedades de familias gitanas del pueblo”.

La Federación también ha solicitado a la propia Fiscalía de Delitos de Odio de Jaén “que revise de manera concienzuda los comentarios que han aflorado en redes sociales sobre estos lamentables hechos”.

“Comentarios llenos de insultos, vejaciones y amenazas dirigidos a los gitanos y a las gitanas que, de ninguna manera, pueden ni deben estar protegidos por el derecho a la libertad de expresión reconocido en nuestra Constitución. Más bien al contrario, deben ser considerados como discurso de odio y antesala de hechos violentos como los que hemos visto en Peal de Becerro”, reclama la federación.