LA ENTREVISTA
Roberto Brasero: "El tiempo y la vida nos han dado una lección: que el sol siempre acaba saliendo"
El hombre del tiempo de Antena3 ha escrito 'Pequeña historia del clima' (Espasa), con un lenguaje que pretende que entiendan mayores y pequeños

Roberto Brasero
El hombre del tiempo de Antena3 tiene un estilo personal cercano y reconocible al contarnos de ciclones y borrascas. Con su apellido de zona cálida –"Puede ser un buen apellido en invierno; en verano, ya es otra cosa"– ha escrito Pequeña historia del clima (Espasa), con un lenguaje que pretende que entiendan mayores y pequeños, incluidos sus cuatro hijos de entre 23 y 13 años. Dice que nuestra especie lleva en la Tierra 300.000 años, una nimiedad frente a los 165 millones de años que estuvieron los dinosaurios. "Si en el futuro encontraran esta entrevista –comenta–, ni nos estudiarían. Preferirían hacerlo con los dinosaurios". Encima no vamos a pasar a la posteridad.
¿Desde pequeño quería ser niño del tiempo?
No, no jugaba a niño del tiempo. Es verdad que me pasaba todo el tiempo en las nubes. Pero no soñaba con dedicarme a eso profesionalmente.
¿Cuándo se dio cuenta de que Mariano Medina era el sumo pontífice de la cosa?
Es que yo no le conocí. Me han hablado de él y sale en mi libro, por supuesto. Pero mis primeros de recuerdos de ver a alguien que me cautivase por la tele, de que yo me quedase a ver el tiempo, podría ser Manuel Toharia. Llegué a él ya desde una labor profesional, para ver cómo puedo yo contar esto. Luego le he seguido, y tiene un libro sobre el clima muy útil y documentado.
A Eugenio Martín Rubio, sucesor de Medina, una predicción errónea le costó el bigote: “Si mañana no llueve, me afeito el bigote”, dijo. ¿Qué se afeitaría usted ante una equivocación palmaria?
Yo no soy mucho de apostar, precisamente por ese precedente. Pero, aunque le costara un disgusto en su día, es lo que le ha hecho pasar a la posteridad.
Sospecho que, a estas alturas, usted no tiene ningún mérito al predecir el tiempo, porque se lo pregunta todo a ChatGPT.
Por ahora no [ríe]. Algunas consultas le voy haciendo, y me ha servido también para agilizar las búsquedas y documentarme. Pero de momento yo sigo el método estándar, y a quien más consulto es a la Aemet.
¿Entonces no se acabaron los detectives del clima de los que habla en su libro?
Bueno, no han hecho más que empezar. Y las nuevas tecnologías nos pueden ayudar a seguir avanzando en saber qué ocurrió en el pasado. Las rocas, los árboles, el hielo son chivatos del tiempo pasado. Solamente hay que saber leerlos. Y hay paleoclimatólogos especializados en hacerlo. Yo les he llamado detectives del clima, porque van buscando pistas que te ayuden a reconstruir el pasado. También ayudan documentos eclesiásticos -si hubo rogativas ese año- o los de las cosechas: si llovió mucho, si tenían que pagar más o menos tributos, los diezmos que pagaban a la Iglesia.
¿Ha tenido alguna vez que encomendarse al Cielo para poder anunciar el tiempo?
Por ahora, me he encomendado al Meteosat.

El periodista Roberto Brasero en Madrid / Alba Vigaray
A tenor de los meses precedentes, ¿cabe pensar que el anticiclón de las Azores es una leyenda urbana?
[Ríe] Está desaparecido, ¿no? Yo me voy a ir este año a las Azores a ver si tiro para arriba y me encuentro con una A gigante, como las que vemos en los mapas del tiempo. El anticiclón de las Azores es determinante en nuestro clima, pero a veces por su ausencia, como ha estado ocurriendo en meses anteriores. Este año hay una configuración que permite el paso de borrascas más al sur, y nos las hemos estado comiendo todas.
¿Cuál ha sido su mayor ciclogénesis personal?
¿Un momento que te zarandea? Yo creo que fue mi primera paternidad. Luego ha habido otras más, pero aquella fue una ciclogénesis explosiva, porque además mi hija mayor, Nerea, vino con muchas ganas de hacerse notar.
Su ciclogénesis se llama Nerea.
Bueno, no. Porque ahora se pone nombre a las borrascas, y eso también tiene una parte negativa y controvertida, ya que las borrascas suelen causar daños. Imagínate si la dana del 29 de octubre hubiera tenido nombre. Estaría asociada a la mayor tragedia que ha habido en España. Originalmente a los huracanes el señor que inventó su denominación, Clement Wragge, les ponía el nombre de los jefes que le habían tratado mal.
¿Según Clement Wragge, a la dana habría que llamarla Mazón?
No, no [ríe]. Ahí no me meto.
¿Qué suele hacer en caso de gran borrasca interna?
¿En la vida personal? He aprendido dos cosas del tiempo: que hay que intentar enfrentar las borrascas con las herramientas que tengas en ese momento, que no quiere decir que vayas a conseguir superarlas; y para una borrasca en la vida seguramente también haya herramientas que quizá no tienes, pero con las que alguien te pueda ayudar.
¿Una especie de Aemet de carne y hueso?
Amigos, tu pareja, profesionales y expertos. Igual que en una borrasca miramos diversas fuentes y distintas previsiones, en la vida tampoco hay que enfrentarla solos. Y también ayuda que el sol siempre acaba saliendo. En el mes de marzo tuvimos 25 días seguidos de lluvia y no se veía el final. Ahora ya nos parece lejano. Cuando nos confinaron en la pandemia tampoco veíamos el final. Ahora la pandemia parece un mal sueño. El tiempo y también la vida nos han dado una lección: que el sol siempre acaba saliendo.
¿Hay previsto algún tsunami fuera de Trump, Putin o Netanyahu?
No. ¿Sabes qué es lo malo? Que no se prevén. Aunque den pistas, luego nunca sabes cuándo va a surgir el terremoto.
¿En España estamos actualmente en momentos de altas o bajas presiones?
Bastante borrascoso está siendo el panorama político para que se meta un hombre del tiempo a hacer analogías. Hay turbulencias.
¿Tiene algún pariente cercano que niegue el cambio climático, como el primo de Rajoy?
No, no tengo ningún negacionista cercano. La gente confunde el tiempo con el clima, y son cosas distintas, que explico en la introducción del libro.
¿Si le sale un hijo negacionista lo deshereda?
No. Le daría a leer mi libro y otros muchos más interesantes para que no se dejase llevar por maneras más fáciles de entender la realidad y que muchas veces aprovechan no los negacionistas, sino los conspiranoicos. Hay mucho conspiranoico en esto del cambio climático, y no sé por qué. Me da miedo que muchas veces ofrezcan una manera muy simple de explicar las cosas, como si creyeran que se oculta algo. Y no hay nada de eso. Sí me daría miedo que alguien cercano cayera en ello.
¿De qué habla en el ascensor un hombre del tiempo?
Vivo en un piso bajo. En un chalet adosado. Y en casa tenemos charlas muy entretenidas, pero ni les doy la lección ni la repasamos. Sí puedo decirles: abrígate más. Uno no puede renunciar a la función de padre.
¿Siempre se interesó por las cuestiones climatológicas?
No, pero cuando encontré este terreno en el que se mezcla un poco de historia del pasado, proyección del futuro, ciencia con divulgación, me pareció un terreno apasionante y agradecido, y que permite contar mucho más de cómo es nuestro mundo y del mundo que nos podemos encontrar.

El periodista Roberto Brasero en Madrid / Alba Vigaray
Mezclar las isobaras con los dinosaurios.
Pues sí. Daría un mundo en el que los dinosaurios vivieron tan a gusto, porque tenían un enorme invernadero con una mayor concentración de gases de efecto invernadero, una temperatura media cinco o seis grados superior a la de ahora, sin hielo en los polos ni en Groenlandia, los continentes estaban separándose… Los dinosaurios empiezan con un mundo con los continentes unidos y acaban cuando hay una situación parecida a la que tenemos. Un mundo en constante cambio con unas vegetaciones gigantescas y una temperatura elevada, en el que ellos estaban muy a gusto. Nuestra especie quizá no se encuentre tan a gusto en esas circunstancias.
Lo pasaremos mal.
El cambio climático, el calentamiento nos puede llevar no a que sufra este planeta, que ya ha pasado sus glaciaciones, un invernadero gigantesco. Y el planeta va a seguir. Pero la especie que está en este momento en él sí que lo puede pasar mal. Si las condiciones se empiezan a hacer mucho más cálidas, más a gusto para los dinosaurios, esta especie humana actual no lo va a pasar bien en esa adaptación. En un mundo sin estos humanos, el que subiera el nivel del mar interesaría para tomar nota de por dónde estaba la playa. Si ya estamos nosotros y cada vez somos más y vamos ocupando más espacio, sí que nos interesa. El planeta se ha adaptado a los cambios, pero es como un gran teatro en el que se desarrolla una función, que es la vida. Y los actores somos nosotros. El teatro, la Naturaleza puede seguir siendo la misma o cambiar, pero la función, la manera en que nos relacionamos con esa Naturaleza va a ser distinta.
¿Y se nos puede caer el telón en cualquier momento?
Que se caiga el telón no va a afectar al planeta, sino a la especie. Y en esta caída del telón veo otros riesgos, como la manera en que integraremos la inteligencia artificial, la manera en que una población cada vez más creciente compartiremos un mismo espacio. Son retos de la sociedad. El cambio climático no es el único, pero siempre está ahí, es importante. El clima es el que configura el escenario en el que nos desarrollamos. Si ese clima está tendiendo a un calentamiento, las olas de calor serán más frecuentes. Y si no nos adaptamos vamos a ser más frágiles ante esas olas de calor. Y si ya nos olvidamos de las olas de frío, cuando lleguen estaremos más desprotegidos, menos adaptados, y seremos más vulnerables, porque a lo mejor se ha dejado de invertir en máquinas quitanieves... El frío no desaparecerá, pero tendremos menos medios para combatirlo.
¿Somos las generaciones que estamos maltratando más el planeta?
Somos más y tenemos más capacidad de influir. El volumen de emisiones de gases de efecto invernadero ha ido creciendo exponencialmente desde la incipiente industrialización, y esas emisiones son superiores a otras que hemos tenido en la historia del planeta por causas naturales. Esas causas naturales van a estar ahí produciendo cambios climáticos a gran escala de largo recorrido. Pero los científicos están viendo que los plazos se acortan, precisamente por ese exceso de gases de efecto invernadero. Hay un extra de calor que ya no tiene su cadencia regular, ni tiene que ver con las emisiones naturales de CO2 por las erupciones volcánicas o la órbita de la Tierra. Los cambios orbitales tienen periodos de cien mil, cuarenta mil años, e influyen en la radiación que llega a la Tierra. Pero el cambio actual solo se explicaría por las causas antropogénicas de la actividad humana. Eso es una buena noticia: podemos influir en el clima. La mala es cómo lo estamos haciendo. Si tenemos algo de responsabilidad en causarlo también tenemos la oportunidad de enmendarlo. Yo creo que el planeta seguirá su curso, y la que lo pasará mal será la especie que ahora mismo lo habita.
¿En qué parte de la atmósfera viven los ángeles?
Ay, qué bonito. No sé. Por eso quizá todavía me gusta seguir mirando al cielo para ver si los encuentro. Pero hay que mirar al cielo de otra forma. Aunque cada uno los puede ubicar en el lugar que le parezca. Y si lo pensáramos así sería mucho más bonita la sociedad.
¿Usted dónde los ubica?
En mi yo interior.
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