CUMPLEAÑOS REAL

Letizia, la mejor aliada de la monarquía

La reina cumple 50 años este jueves: hace casi 20 aterrizó en una familia que la recibió con reparos, pero en la que se ha convertido en un valor seguro mientras los escándalos estallaban a su alrededor

La Reina Letizia.

La Reina Letizia. / avid Castro

Letizia cumple 50 años este jueves 15 de septiembre y llega a esa fecha después de mostrar su mejor faceta como anfitriona en la cumbre de la OTAN al dar una imagen de serenidad profesionalidad que en algunos momentos del pasado pareció no poseer.

La reina ha superado exámenes difíciles dentro y fuera de su casa para los que nadie está preparado. En 2003 aterrizó en una familia real en la que los suegros no se lo pusieron fácil: ella ha contado a su círculo cercano cómo Juan Carlos I le dejó claro desde el primer momento que no le gustaba ni su origen, plebeyo, ni su estilo, impulsivo. Su suegra, con la que ha pasado algunas etapas buenas, pero pocas, se revolvía ante una manera de ser que no veía propia para alguien que vive en un palacio. Letizia Ortiz Rocasolano era una joven periodista, nacida en una familia normal y estaba divorciada.

Juan Carlos I y ella no se gustaron desde el principio: él la despreciaba por plebeya, ella por "frívolo"

Ahora, ya reina desde 2014, ha alcanzado una madurez vital y como consorte del jefe de Estado que traspasa la pantalla y confirman los que están cerca. “Ha ganado mucha seguridad. Yo empecé a tratarla en sus últimos años como princesa y después, ya en el reinado de Felipe VI, y vi el cambio. Estaba más tranquila y relajada. Sabía que ya era la jefa”, explica un exministro del Gobierno de Mariano Rajoy que participó en decenas de actos con Letizia. Tanto esta fuente como la decena de entrevistados para este reportaje (políticos, diplomáticos y empresarios), coinciden en su “perfeccionismo” y en cómo se prepara las reuniones para que no le pillen en un renuncio. Ninguno de los consultados quiere aparecer con nombres y apellidos. Ni los que alaban su figura ni los que deslizan críticas.

Miedo al fuego amigo

Felipe VI ha encontrado en su esposa el mejor apoyo para mantener a su familia en el trono, que es el principal objetivo de cualquier rey. Ella hizo suya esa misión, aunque la pareja la vio peligrar en 2011 cuando estalló la corrupción del entonces cuñado Iñaki Urdangarin y, meses más tarde, empezó a ser pública la otra cara de Juan Carlos I con la cacería de Botswana y las noticias sobre su amante Corinna Larsen.

“Letizia se dio cuenta nada más llegar a Zarzuela que su suegro era un frívolo en el terreno personal y en el profesional”, explica un veterano empresario que ha hablado con ella de aquellos años en largas sobremesas en palacio. Asegura que no sabe hasta qué punto ella conocía la fortuna oculta, pero insiste en que la experiodista vio que Juan Carlos “no respondía a la ejemplaridad” que ella esperaba del jefe del Estado.

La realidad que encontró y la investigación en los tribunales durante años de los negocios de Urdangarin le hizo tomar una distancia y una actitud con la familia de su marido que le reportó los años más duros en Zarzuela. “No se ha callado ni una con Felipe. Ni por el suegro ni por la suegra ni por la cuñada [Cristina]. Es muy dura en sus apreciaciones, muy expresiva. Yo he visto con mis propios ojos cómo insistía en que su marido tenía que tener cuidado y no podía hacer tal cosa o ir a tal sitio para no parecer frívolo ni derrochador”, continúa el empresario. 

“No se ha callado ni una con Felipe. Es muy dura en sus apreciaciones, muy expresiva", señala un empresario

De hecho, otro entrevistado para este reportaje, extrabajador de Zarzuela, presenció en más de una ocasión cómo Felipe recriminaba a Letizia que hiciera comentarios sobre su familia delante de otras personas. “Ella es capaz de hacer 14 afirmaciones contundentes por minuto y con un tono que puede ser hiriente. Y le da igual que la quinta frase contradiga la primera. Habla y habla”, se queja. Esta fuente vivió los choques de los primeros años con Sofía. Admite que la veterana tampoco se lo ponía fácil porque se sentía “desplazada”. “Y Letizia tampoco cedía, porque se sabía llamada a ser reina y se metía en una competición interna bastante absurda con Sofía y sus cuñadas”, continúa.

Con mantilla y de negro

En los primeros años en Zarzuela, le costó encontrar un espacio para desarrollar su tarea oficial. El papel que había asumido no tenía guion escrito. De hecho, sorprende recordar ahora que la entonces princesa de Asturias tardó 13 meses después de la boda en pronunciar su primer discurso oficial en público. Fue el 15 de junio de 2005. Apareció vestida de negro y con mantilla para amadrinar la bandera de la unidad de acción rural de la Guardia Civil. Un mes antes se había sabido que estaba embarazada de su primera hija.

Poco a poco empezó a encontrar su hueco para no pisarse demasiado con su suegra. Escogió las áreas de educación y salud física y mental. Los actos en torno a la formación profesional, la investigación de enfermedades raras, la lucha contra el cáncer y la nutrición granjearon su agenda oficial. Combinó su agenda pública con la educación de sus dos hijas, Leonor y Sofía. Se preocupaba y se sigue preocupando de todo en torno a su formación académica, incluso hasta de llevar un detalle en persona a las profesoras particulares que han tenido estos años.

Tras la abdicación, los viajes para apoyar la cooperación española en todo el mundo pasaron de Sofía a Letizia y esta ha hecho ya casi una decena. Empezó incluyendo en la agenda de la visita algún acto que le llevaba a meter vestidos de lentejuelas en la maleta (Honduras, mayo de 2015), pero ha acabado organizando una agenda que solo requiere pantalones, camisetas y el chaleco de Cruz Roja (Mauritania, junio de 2022).

La curiosidad periodística

Como su antecesora, considera que debe usar su privilegiada posición para ser un altavoz de la labor humanitaria española en el exterior, resalta un exministro de José Luis Rodríguez Zapatero. “No sé quién le prepara los dosieres, pero tenía un conocimiento que asombraba a todos, al embajador de turno incluido”, destaca. Este entrevistado enfatiza en la habitual curiosidad de los periodistas y las ganas por preguntar y saber de la reina. “No quiere ser una simple acompañante, se mete a fondo en lo que hace y eso se valora porque los interlocutores se sienten respetados en su trabajo”, explica.

Un embajador que recibió a los reyes en una visita oficial en el país en el que estaba destacado coincide en el conocimiento de los asuntos a tratar, pero vivió “con asombro” cómo la agenda “se organizó pensando en su cambio de vestuario y su peluquería”. “Creo que no puede lamentarse de que los españoles solo se fijen en su ropa si ella decide cambiarse tres veces cada día de vestido y de peinado. No es normal”, relata. Este diplomático considera que Letizia ha asumido los “valores más rancios” de la monarquía y “no ha sabido sacar partido de dónde procede”.

El foco mediático

El exempleado de la Casa del Rey apunta en este sentido que él ha sido testigo de cómo vive con “angustia” cualquier crítica que le hacen en la prensa rosa esos orfebres de la imagen que analizan el más mínimo detalle cada vez que aparece. En todo caso, esta fuente considera que la esposa de Felipe está acabando ya la etapa con “más peso mediático”. “Ahora sus hijas, sobre todo la princesa Leonor, empezarán a quitarle el foco. Auguro una batalla de imagen con ellas”, dispara.

Un embajador lamenta que esté tan pendiente del vestuario y haya asumido los "valores más rancios" de la monarquía

“Ella se siente muy observada. Debe de ser un infierno vivir así 24 horas y, como es tan perfeccionista, pues se pasa de frenada y parece una modelo más que una servidora pública”, la justifica un ministro del actual Gobierno de Pedro Sánchez. “Sé que a veces sale de incógnito por Madrid para darse un respiro, pero de incógnito de verdad. No solo para ir al cine o hacer compras”, desvela.

Su parcela privada ha conseguido protegerla, sobre todo en verano, cuando los Reyes siguen sin revelar dónde pasan sus días de vacaciones, algo que no hacen otras casas reales. Tampoco dan detalles de sus fines de semana de ocio fuera de Zarzuela durante el año. Entre las múltiples razones de por qué la transparencia de la familia real española, en cuanto a coste de la institución e información del día a día, deja mucho que desear, se debe al miedo a la exposición total y a la imagen de “derroche” que no quieren dar.

“Hay cosas que saben que no pueden hacer. Ella es periodista y se imagina los titulares. Es como cuando mi director de comunicación me dice a qué actos es mejor que no vaya y qué temas debo evitar”, ejemplifica un empresario del sector de las telecomunicaciones. “Ella habrá cambiado, pero eso no lo ha perdido y, entre lo que ya sabía y lo que ha aprendido, me parece el mejor apoyo para Felipe VI en estos momentos tan complicados”, sentencia.