RUSOFOBIA

Rasputin, el restaurante ruso obligado a aclarar que en verdad es ucraniano: "Nos llenaron de fotos de guerra"

El viejo restaurante de comida rusa, situado en La Latina, estuvo regentado por españoles hasta que hace dos años lo compraron unos hermanos ucranianos

Los cocineros son de Ucrania y algunas recetas también, pero los dueños lo mantuvieron como local de comida rusa, similar a la ucraniana

Tras la invasión ordenada por Putin, comentaristas de internet acribillaron a Rasputin con reseñas negativas y el dueño decidió cambiar la descripción

Busto de Rasputín

Busto de Rasputín / Alba Vigaray

Analía Plaza

Analía Plaza

Rasputin, un viejo restaurante del centro de Madrid, cambió la descripción de su perfil de Google pocos días después de que Rusia invadiera Ucrania. Ahora aparece etiquetado como "restaurante ucraniano", cuando de toda la vida —desde antes de que existiera Google, pues tiene más de treinta años— ha sido un restaurante ruso.

"La gente empezó a poner reseñas de una estrella, a escribir que nadie debía dar su dinero a negocios rusos y a subir fotos de la guerra: de edificios derruidos y de tanques. Algunos amigos españoles me llamaron diciendo que pusiera una gran bandera ucraniana fuera, pero solo tenía una pequeña. Fui a Google, reporté las reseñas y las borraron bastante rápido", explica Sergiy Skorhkvatov, el dueño del local. "Y luego pensé: lo voy a poner como ucraniano. Yo soy ucraniano, mis padres están allí y es una forma de alejar la negatividad".

Vista del restaurante, con el águila bicéfala del escudo ruso

Vista del restaurante, con el águila bicéfala del escudo ruso / Alba Vigaray

Skorhkvatov recibe a EL PERIÓDICO DE ESPAÑA un martes a mediodía en el salón principal, presidido por una imponente águila bicéfala que representa el escudo ruso. Es el suyo un restaurante de mantel y servilleta de tela, decoración nada minimalista —hay cuadros y mantones colgando de la pared, techo de madera, un mueble con espejo y matrioskas por doquier— y cocina tradicional.

La carta incluye encurtidos y pescado marinado, caviares, la clásica ensaladilla Olivier (ensaladilla rusa con pechuga de codorniz) y una selección de guisos típicos rusos, como los pelmeni (pasta rellena) y el strogonoff (carne con salsa de crema agria, setas y pepinillos). También hay espacio para el borsch, una sopa de remolacha ucraniana.

Crepes con caviar y salmón en el restaurante Rasputin. Cuando cambió de dueños, sustituyeron los blinis por este otro plato.

Crepes con caviar y salmón en el restaurante Rasputin. Cuando cambió de dueños, sustituyeron los blinis por este otro plato. / Alba Vigaray

Ensaladilla Olivier, o ensaladilla rusa, servida con codorniz

Ensaladilla Olivier, o ensaladilla rusa, servida con codorniz / Alba Vigaray

"La gastronomía de ambos países es bastante similar. Ucrania tiene su propia versión de los pelmeni y de los blinis", explica. "A veces solo cambia el nombre".

Además de la descripción de Google, el propietario ha cambiado todos los textos de la web para resaltar que el restaurante es ucraniano. En Instagram colgó una foto de una pequeña bandera ucraniana que ha colocado a la entrada acompañada del texto ¡Rasp̶u̶t̶i̶n̶! y la etiqueta de 'no a la guerra'.

Skorhkvatov compró el restaurante hace poco más de dos años. Salió de Ucrania cuando aún era un adolescente, con quince años, y se fue a vivir a Nueva York, donde ha trabajado durante las dos últimas décadas.

"Este restaurante lo regentaba gente española. Con el tiempo, se hicieron mayores y se retiraron. Yo tengo un hermano que vive en España desde hace mucho y a veces venía a comer aquí", cuenta en inglés, pues aún no habla español. "Un día vio que estaba en venta, se interesó y decidimos comprarlo. Me vine para acá justo antes de la pandemia. El cocinero principal es español pero el resto son ucranianos. Él trabajaba tanto con ellos que llegó a aprender ruso".

Una matrioska sobre la mesa

Una matrioska sobre la mesa / Alba Vigaray

El Rasputin es uno de los pocos restaurantes de comida rusa que hay en Madrid. Cuenta Skorhkvatov que algunos de los camareros y el cocinero procedían de El Cosaco, otro restaurante ruso situado en la Plaza de la Paja (a pocos minutos andando) que cerró en 2020. Está, asimismo, Las Noches de Moscú, un clásico de la zona de Malasaña de dueños españoles.

En los últimos días, Las Noches de Moscú también ha sido objeto de críticas negativas por parte de comentaristas de internet que llaman a no consumir en negocios rusos. "Creo que sus dueños no prestan demasiada atención a las reseñas", añade Skorhkvatov, "así que se las reporté yo".

Según explica, parte de las reseñas negativas que recibió en la página de su negocio eran de usuarios "raros", con nombres polacos y algunos ucranianos. La guerrilla digital ucraniana, organizada a través de un grupo de Telegram llamado IT Army of Ukraine, está llamando a inundar internet con propaganda pro-Ucrania y esta podría haber sido una derivada de sus acciones.

En Twitter se ha difundido la idea, azuzada por grupos como Anonymous, de escribir reseñas en ruso contra Putin en los negocios situados en Rusia (por ejemplo: "La comida estaba muy bien. Desafortunadamente, Putin nos quitó el apetito invadiendo Ucrania. Levantaos contra vuestro dictador y parad de matar a gente inocente. Vuestro gobierno os miente. ¡Levantaos!"). Tripadvisor y Google han llegado a cerrar las reseñas en Rusia para evitar que se inundaran de mensajes contra la guerra.

En los grupos ucranianos de Telegram se difunden mensajes y listas de cuentas a las que ponérselos. Una de las últimas: inundar los perfiles de Facebook de los ministros de Cultura de la Unión Europea, Miquel Iceta incluido, y pedir que sancionen a los canales de propaganda rusos.

No compres gasolina

Skorhkvatov afirma que ha notado una ligera caída de clientes, aunque dice que ni tiene claro que sea por la guerra ni es lo que más le preocupa ahora mismo.

Sus padres permanecen en Ucrania, cerca de Kyiv, y están bien por el momento. "Parece que en esa zona no hay pelea, aunque tengo amigos en la ciudad y están preocupados. Algunos no pueden irse porque a los hombres ahora mismo no les dejan o porque, sencillamente, no tienen adonde ir", dice.

Vasili, el camarero de Moscú que atiende en Rasputin

Vasili, el camarero de Moscú que atiende en Rasputin / Alba Vigaray

El primer sábado posterior a la invasión el restaurante estuvo prácticamente vacío. "Fue muy raro, porque en sábado normalmente estamos llenos y apenas servimos cinco mesas. Pensé que quizá la gente no quería venir a restaurantes rusos, pero al día siguiente hizo bueno y se llenó. Así que ya veremos. El tiempo dirá".

Durante la última semana, el empresario ha recibido varias peticiones de la prensa. "Pero cuando les digo que soy ucraniano me dicen que no les interesa", ríe. "Dicen: ucranianos tenemos muchos, nos hacen falta rusos". Entonces les manda el teléfono de Vasili, el joven camarero de Moscú que atiende el local y se presta a salir en las fotos.

Entrada al restaurante Rasputin, en La Latina

Entrada al restaurante Rasputin, en La Latina / Alba Vigaray

Sobre la guerra, es claro. "Espero que termine pronto, pero no tengo ni idea. Leo las mismas cosas que lees tú. Mi madre me manda un mensaje cada pocas horas diciendo que todo está bien. Lo que ha hecho Rusia es terrible y hasta la gente que la apoyaba está en contra suya", concluye.

"Entiendo que la gente no compre en negocios rusos, pero yo ni envío dinero a Rusia ni pago impuestos allí. Deja de comprar en gasolineras de Gazprom, que es una compañía estatal, pero ¿en un restaurante como este? No tiene sentido".