Guerra Rusia-Ucrania

80 horas en furgoneta para llevar alimentos y medicinas a Ucrania: "Gente que no tiene nada nos está ayudando"

Una asociación de ucranianos en el barrio madrileño de Aluche es una de las muchas que recoge productos y ropa para enviar al país

Los vehículos, cargados hasta los topes, llegan a la frontera con Polonia y allí voluntarios recogen el material y lo trasladan a diferentes ciudades

María José ayuda a Ivan a meter productos de alimentación en cajas en la asociación de ucranianos de la calle Valmojado de Madrid.

María José ayuda a Ivan a meter productos de alimentación en cajas en la asociación de ucranianos de la calle Valmojado de Madrid. / R. BÉCARES

Roberto Bécares

Roberto Bécares

María José, unos 50 años, vestida de negro, trae el carrito de la compra abarrotado de alimentos, sobre todo para bebés: leche, potitos, cereales... 

"¿Tienes cajas? Porque nos van a hacer falta algunas", le inquiere a Iván, ucraniano, porte robusto, gesto serio, a las puertas de Ucranianos en España, una de las múltiples asociaciones que tienen los más de 110.000 inmigrantes de aquel país en el nuestro. 

Al no obtener respuesta inmediata, María José tira millas a una panadería cercana, en la calle de Valmojado de Aluche. "Este seguro que tiene cajas", se le oye decir mientras se aleja. Al rato vuelve con dos de ellas, de cartón. Y ambos se ponen a pasar de un lado a otro los productos. 

imagen de la última furgoneta repleta de medicamentos, ropa y víveres que partió hacia Ucrania desde Aluche.

imagen de la última furgoneta repleta de medicamentos, ropa y víveres que partió hacia Ucrania desde Aluche. / EPE

Son casi las ocho de la tarde y, aunque el día ha sido caluroso para principios de marzo, comienza a hacer biruji. Los dos se acaban de conocer, pero comienzan el traslado de los productos con soltura. María José, de pie; Ivan, pintor de profesión, de cuclillas. 

- Y María José, ¿en qué trabajas tú?   

- Yo estoy en paro. Soy peluquera, pero llevo un tiempo ya sin trabajo, lo menos año y medio

Es decirlo e Iván, todo lo calmado que es, da un respingo, se reincorpora y la mira fijamente, como si no terminara de creérselo: "Pero...". Se hace el silencio. Un silencio eterno, emocionante. 

"Psss", quita hierro María José, "¿cómo no voy a ayudar? Si tengo para una caña, ¿cómo no voy a tener para ayudaros?. Es tremendo lo que os está haciendo el cabrón ese. Y, además, esto es hoy por ti mañana por mí". 

Al terminar, Iván casi no la quiere dejar marchar de lo agradecido que está. "Las primeras gracias son a este país, por su ayuda, y las gracias dobles a vosotros, las personas. Estoy todavía en shock. Nos estáis ayudando muchísimo, incluso gente que no tiene nada, sin dinero", afirma emocionado. 

El material que se recoja saldrá el próximo domingo en una furgoneta camino de la frontera con Ucrania, ya sea desde Rumanía o Polonia. Se trata de más de 3.000 kilómetros, para los que se necesitan al menos 80 horas de viaje.  

En la frontera, voluntarios de las grandes ciudades del país acuden a hacer el traspaso de los productos de una furgoneta a otra, para luego repartir los víveres, medicamentos y ropa a diferentes puntos. A veces, les ayuda la Cruz Roja internacional. 

La última furgoneta que salió camino de Ucrania con 2.000 kilos de material se estropeó este miércoles en Zaragoza, así que Iván, el otro Iván, un albañil de profesión que preside la asociación, se ha desplazado hasta allá para llevar otro vehículo alquilado que pueda terminar el trayecto. 

"Es horroroso lo que estáis viviendo", afirma María de los Ángeles consternada. Esta jubilada también acaba de traer ayuda en su coche. Todos los que se pasan por la asociación muestran su pena y solidaridad. 

Ni Iván ni Ernesto, otro ucraniano que echa una mano en la asociación, entienden lo que está pasando en su país. "Nosotros nunca hemos provocado problemas con nuestros vecinos. Nunca. Ninguno", exclama Iván, visiblemente cabreado.

"Mi familia, que vive en Pollava, me dice que apenas sale de casa. Es peligroso", asegura el pintor, que solo permite un atisbo de emoción al contar que su sobrina tuvo un hijo ayer en el hospital de su ciudad natal mientras caían las bombas fuera. "Ayer hablé con mi familia, pero hoy les he escrito y no me han respondido".

Entre las cosas más demandas por los ciudadanos ucranianos estos días están la comida y la ropa para los bebés. "Hacen falta gorros, bufandas, en verdad hace falta de todo", asegura Ernesto, de Chernivisy, que tiene alrededor de 70 años.

"Yo estoy hablando con mis amigos para conseguir sobre todo antibióticos, gente que los puede conseguir, aunque en la farmacia del barrio me han dicho que lo están gestionando eso con el Colegio de Médicos", se despide María José, a la que Iván parece no querer dejar marchar y que promete volver pronto con más material.