GUERRA EN EL PP

Auge y caída de Casado: de liderar la candidatura renovadora a dinamitar el PP desde dentro

El todavía presidente del PP no era el favorito para suceder a Rajoy en el XIX Congreso en el que fue elegido.

La batalla entre Soraya Sáenz de Santamaría y María Dolores de Cospedal le acabó favoreciendo.

Su primera medida fue nombrar secretario general a Teodoro García Egea, su fiel escudero.

El presidente del PP, Pablo Casado, en el acto de clausura de la Convención Nacional del PP, en la Plaza de Toros de Valencia.

El presidente del PP, Pablo Casado, en el acto de clausura de la Convención Nacional del PP, en la Plaza de Toros de Valencia. / EUROPA PRESS / Javier Solana

David López Frías

David López Frías

Pablo Casado no era el favorito para liderar el partido, pero aprovechó la circunstancias y se coló en la fiesta. Corría el verano de 2018 y el PP se hallaba en pleno proceso de reconstrucción. Uno más. Ya tocó reinventarse en el paso de Alianza Popular al Partido Popular. Hubo que ajustar muchas piezas con los sucesivos relevos: Hernández Mancha, Aznar, Rajoy…

Precisamente fue el gallego, tras dimitir el 5 de junio de 2018 como consecuencia última de la moción de censura, el que dejaba el vacío de poder. En aquel XIX Congreso se debía elegir a su sucesor. O sucesora, porque las que partían como favoritas eran dos mujeres. En una esquina del ring, la tecnócrata: Soraya Sáenz de Santamaría, la favorita de Rajoy. En el rincón opuesto, la secretaria general del partido; la candidata que representaba los valores más tradicionales del partido: María Dolores de Cospedal.

En realidad, al que se esperaba era a Alberto Núñez-Feijóo, el eterno aspirante. Pero el paisano de Rajoy no se sintió plenamente respaldado por su antecesor (que lo apostó todo a Soraya) y no se decidió a dar el paso adelante. Así que todo pintaba a Duelo a muerte en OK Corral entre las dos exministras. Pero allí se coló Pablo Casado como outsider.

Casado se queda absolutamente solo en el PP

Casado se queda absolutamente solo en el PP / José Luis Roca

Casado se presentó porque podía. Las condiciones para hacerlo eran bien simples: llevar más de un año de antigüedad como afiliado, estar al corriente del pago de las cuotas y reunir las firmas de, como mínimo, 100 miembros del partido. El palentino reunía las tres, igual que Cospedal, Sáenz de Santamaría, José Manuel García-Margallo, José Ramón García Hernández y Elio Cabanes.

Ellos seis fueron los candidatos en el que iba a ser el primer congreso del PP en el que elegía la militancia. Por primera vez votaban las bases (en la primera vuelta). El 26 de junio de 2018, se anunció que, de los 869.535 afiliados por el partido, sólo 66.706 se habían registrado para votar en la elección. Un proceso que se debía celebrar a dos vueltas: una primera para cribar candidatos y una última votación entre los dos candidatos más votados.

De NNGG a líder del PP

Casado venía de recorrer el camino completo que suelen realizar los políticos que llegan a la cúspide: en 2004 se afilió a Nuevas Generaciones, de las que acabó siendo presidente. En 2007 fue elegido diputado de la Asamblea de Madrid y en 2008 jefe de gabinete del diputado en el Congreso Manuel Pizarro. En 2011 fue nombrado diputado popular por Ávila y en 2015 pasó a ser vicesecretario general del PP.

Para muchos, Casado era el convidado de piedra en aquel XIX congreso de 2018 que apuntaba a lucha fratricida entre Cospedal y Sáenz de Santamaría. Pero Casado dio la sorpresa con un discurso “fresco y renovador". "Era la ilusión, el cambio, el candidato que iba contra el partido”, cuentan fuentes populares a EL PERIÓDICO DE ESPAÑA.

Pablo Casado fue el segundo candidato con más apoyos en aquella primera vuelta que ganó Sáenz de Santamaría: ella obtuvo el 36.95% de los votos y Casado el 34,27%. Cospedal fue la tercera en discordia, haciéndose con un 25,92% insuficiente para pasar a la segunda vuelta. Los otros tres candidatos apenas consiguieron pasar del 1% de los apoyos. Fue la presencia de Cospedal que, a priori, parecía un escollo para el ascenso de Casado, la que se convirtió en su golpe de suerte.

“Se le alinearon los astros. Rajoy tenía el 95% de los apoyos y con su marcha se abría un cisma. Casado no era en ningún caso el favorito. Pero acudió a aquel congreso con un discurso emocionante, brillante y renovador. Representaba a los liberales del partido, que en aquel tiempo eran minoría. Casado representaba una figura más política que la de Soraya, mucho más tecnócrata”, prosiguen estas mismas fuentes del entorno del partido.

Todos contra Soraya

El batacazo de María Dolores de Cospedal se acabó convirtiendo en el impulso que Casado necesitaba. Porque la guerra abierta entre las dos candidatas hizo que los apoyos que había obtenido Cospedal se adhiriesen a la propuesta de Casado. “Dio la sorpresa y ganó. Su mérito fue colarse entre las dos grandes favoritas e hilvanar un discurso que convenciese a las bases”.

Entre la militancia acabó pesando más esa necesidad de renovación profunda del partido, así como prevaleciendo los rencores entre las dos candidatas femeninas. El propio José Manuel García-Margallo, tras verse apeado del proceso en la primera vuelta (habiendo obtenido un pírrico 1,18% de los votos) pasó a apoyar claramente a Casado para la segunda y definitiva vuelta. “Es la suma de cinco candidaturas”, declaraba públicamente, deshaciéndose en elogios hacia el palentino: “Me recuerda al mejor Suárez. Ha entrado de cardenal y va a salir Papa”, sentenció Margallo entonces.

Imagen de Soraya Sáenz de Santamaría y María Dolores de Cospedal en la celebración del 2 de mayo en Madrid

Imagen de Soraya Sáenz de Santamaría y María Dolores de Cospedal en la celebración del 2 de mayo en Madrid / Europa Press

Le apoyó Margallo igual que lo hicieron el resto de candidaturas derrotadas. Aquella segunda vuelta cambiaba el escenario: ya no votaba la militancia; sólo los compromisarios. Y se convirtió en un "todos contra Soraya". Entre las cinco candidaturas que se habían asimilado a la de Casado estaba la de una derrotada Cospedal, que lanzó a sus huestes contra su rival. Le salió bien. Pablo Casado se impuso con rotundidad en esa definitiva segunda vuelta. Obtuvo el 57,21 de los votos. Mientras, Sáenz de Santamaría se quedó con un 42,05% que supuso, a la postre, el fin de su prometedora carrera política.

Casado fue nombrado presidente el 21 de julio de 2018. Poco más tarde hizo público en Barcelona el nuevo organigrama ejecutivo del PP, que contaba con seis vicesecretarios generales: Javier Maroto, Vicente Tirado, Marta González Vázquez, Isabel García Tejerina, Cuca Gamarra y Andrea Levy.

Y por encima de ellos, como secretario general, su fiel escudero. Teodoro García Egea, que se ha quedado en la trinchera con Casado hasta su inmolación política. Se ha mantenido fiel casi hasta el final, aunque el ya ex secretario general ha sido uno de las mayores fuentes de conflicto en el partido. Considerado en la organización como un "kamikaze" y una mala influencia para Casado, al final rodó su cabeza por la misma presión interna.

Este verano se cumplirán cuatro años de aquel congreso que encumbró a Pablo Casado contra todo pronóstico. Ahora, también contra todo pronóstico, sale del partido por un enfrentamiento con Isabel Díaz Ayuso, que fue una de sus personas más allegadas. Su caída abre ahora una nueva etapa.