Elecciones 13-F

Tsunami del PP y Vox en el 'Bucarest de Castilla': "Se nota que los rumanos no pueden votar esta vez"

PP y Vox suman el 77% de los votos en Fuente el Olmo de Fuentidueña, el pueblo con más inmigrantes de Castilla: son la mitad de la población, la mayoría rumanos

Los vecinos aseguran que la convivencia "es muy buena", pero el partido de Abascal se ha disparado porque están "hasta las narices" de los partidos de toda la vida

Julia, jubilada, a la puerta de su casa en Fuente Olmo de Fuentidueña.

Julia, jubilada, a la puerta de su casa en Fuente Olmo de Fuentidueña. / ALBA VIGARAY

Roberto Bécares

Roberto Bécares

Alejandro lleva la carretilla llena de ceniza para abonar el huerto, que ya dentro de nada planta las primeras lechugas. "Esas para marzo ya me las puedo comer", dice ufano. Lleva la mañana bien aprovechada. A primera hora cogió el tractor y se fue a las afueras del pueblo a por leña. 

Lo acaba de dejar aparcado en un enorme garaje donde tiene lo que parece un Vitara blanco de esos antiguos, aunque tiene también un Ford Atlanta, dice.  

Una mañana de faena como otra cualquiera en cualquier pueblo. O no. Porque Alejandro tiene 93 años. "94 hago ahora a principios de marzo", suelta mirando fijamente a su interlocutor buscando la reacción.  

- ¿No me diga? Está fenómeno ¿Y se apaña bien conduciendo? 

- Pues hace poco me han renovado el carné. ¡Para cinco años más! Con la condición de que no haga más de 50 kilómetros, no puedo ir más allá de Cantalejo-, dice con un brillo pícaro en los ojos, sabedor de que es algo excepcional. 

Alejandro, jubilado de 93 años, posa junto a su tractor en Fuente Olmo de Fuentidueña. 

Alejandro, jubilado de 93 años, posa junto a su tractor en Fuente Olmo de Fuentidueña.  / ALBA VIGARAY

Y es que Fuente el Olmo de Fuentidueña, cuya origen data del siglo XII y está rodeado de frondosos bosques de olmos y pinos, tiene algo de Macondo. 

Para empezar, hay temporadas del año que el pueblo, situado al norte de Segovia, multiplica su población por 10.

Según el INE, tiene 135 habitantes censados, casi la mitad de ellos inmigrantes (67), aunque ahora en invierno no vivirán más de 50 personas en total. En octubre, sin embargo, llegan a los 500 vecinos. O más.

Temporeros de diferentes nacionalidades, la mayoría de origen rumano, vienen al pueblo a la recogida del fruto rojo en las huertas que tiene Planasa a las afueras. 

Los temporeros vive en los barracones de la empresa, pero muchos tienen casas alquiladas por Planasa en la localidad. Cobran cinco euros netos la hora, más o menos, y tiene cubierta la comida y el alojamiento.

La mayoría de los inmigrantes censados, 62, son rumanos también. Asimismo hay dos polacos, un ucraniano, un marroquí y un colombiano. No hay un porcentaje tan alto de inmigrantes en toda Castilla.

Fuente Olmo es excepcional también porque que en un municipio tan chico, en medio de la España vaciada, no es algo habitual ver dos bares abiertos, La Parada y La Posada, y que los dos negocios sean regentados por rumanos. 

Teodor, rumano, regenta con su mujer uno de los dos bares de la localidad.

Teodor, rumano, regenta con su mujer uno de los dos bares de la localidad. / ALBA VIGARAY

Ni tampoco que el alcalde, José Núñez, pese a que la edad media de los vecinos de aquí de toda la vida sea muy alta, tenga intención de construir una pista de pádel. "Es que el Ayuntamiento tiene dinero, la empresa ha hecho mucho por el pueblo". De hecho, un cartel en el corcho de entrada al Consistorio, informa en letras muy grandes del presupuesto anual de 2020: 416.630 euros.  

El partido del alcalde, el PP, ha vuelto a ganar las

elecciones autonómicas

, aunque ha perdido 18 puntos, que se han ido a parar a Vox, que se ha disparado. Entre ambas formaciones, se han hecho aun así con el 77% de los sufragios: 30 votos de los 38 totales. En las pasadas elecciones autonómicas, entre Vox y PP sumaron el 69% de los sufragios.

"Es que este pueblo es muy de derechas desde siempre. Fíjate que tenemos el aguilucho en el Ayuntamiento; ha habido algún bolchevique que ha mandado fotos por ahí y amenaza con quitarlo. Que venga quien haya hecho la Ley de Memoria Histórica y lo quite si quiere", asegura el alcalde, jubilado que empezó en política en un partido independiente y que entre sus logros cuenta con haber asfaltado todo el pueblo. 

- ¿Y qué tal es la convivencia?

- Bueno, la convivencia es buena, pero el burro en la linde... Aquí ha habido migración por capricho, no había necesidad. 

Vista de los barracones de Planasa donde viven los temporeros en Fuente Olmo de Fuentidueña

Vista de los barracones de Planasa donde viven los temporeros en Fuente Olmo de Fuentidueña / ALBA VIGARAY

David Pérez también está jubilado y le pillamos subido en la bicicleta camino de dar de comer a las gallinas. Está a punto de cruzar el puente del arroyo de las redondas, probablemente de origen romano y que es una de las joyas de la localidad. 

"Pues aquí no vino nadie en campaña a decir nada", responde preguntado sobre las elecciones del 13-F, de las que prefiere decir a quién votó. 

- Hemos venido porque casi un 80% votó a la derecha. 

- Ya...- responde haciendo una mueca- Yo creo que lo de que los forasteros no puedan votan esta vez se ha notado. 

"Los que estamos censados solo podemos votar en las municipales", explica Teodor, que junto a a su mujer, María, también rumana, regenta el bar La Posada, frente a la Iglesia, donde se venden también comestibles. 

"La gente hasta hasta las narices de todos los partidos políticos, hacen solo para ellos. A los autónomos les matan a impuestos", razona sobre el auge de Vox. "Yo igual les habría votado, por votar a alguien, no por otra cosa; a los que ya conocemos nos hunden", explica Teodor mientras ayuda a su mujer a meter la compra en el establecimiento. 

Según asegura, no hay más inmigrantes en el pueblo "porque el alcalde no quiere". "No facilita que los niños se queden en el pueblo. Si pusiera a alguien a hacer actividades por la tarde al salir del colegio con ellos hasta que los padres salgan de trabajar se habría quedado más gente y habría más gente cotizando en el pueblo. Muchos se han ido a Cuéllar", suelta. 

En las estanterías del bar hay de todo, desde embutidos en una nevera, a botellas grandes de refresco, azúcar, frutos secos o verdura. En el corcho de anuncios hay una hoja de inscripción para el día de matanza, que es a finales de semana. El precio es de 25 euros para no socios, lo que da derecho a comida y cena.   

 No anda muy contento con el alcalde Teodor, que llegó al pueblo a trabajar en la construcción en 2004, un año antes de que llegara la gran diáspora rumana a trabajar en los campos de cultivo. "Sólo piensa en lo suyo, por su culpa ha subido el precio del alquiler de las casas", afirma el hostelero, que protesta porque el otro bar pueda poner chiringuito en fiestas en la plaza "y nosotros no". 

Un vecino de Fuente Olmo de Fuentidueña pasa con su bicicleta por el puente romano de la localidad.

Un vecino de Fuente Olmo de Fuentidueña pasa con su bicicleta por el puente romano de la localidad. / ALBA VIGARAY

"Aquí muchos se han cansado ya del PP", explica Javier, madrileño que se vino hace tres años a vivir al pueblo y trabaja de conductor de autobuses. "Aquí todos los inmigrantes trabajan, pero hay mucha gente que está cansada de que no trabajen y les den ayudas", asegura a la puerta de casa. "Aquí todos nos llevamos bien", asegura. 

 Algunos tienen claro que el auge de la derecha es por el apoyo al medio rural. "A ver si el PP mata a los lobos, que la izquierda no quiere y están haciendo mucho daño a la ganadería, igual que los jabalíes", suelta Alejandro, que se cruza en su camino con la carretilla con Julia, también jubilada, que está barriendo la puerta de su casa. Le preguntamos por las elecciones: "Yo, hijo, no sé por qué ha subido Vox".

 "Aquí siempre se votó a la derecha", confirma Alejandro, que asegura que "la izquierda siempre está buscando hacer daño a la derecha". Ambos denuncian que les están recortando en atención primaria sanitaria. "Es que ya el médico viene solo dos días, antes eran tres, y ya no viene el farmacéutico", explica Julia en una denuncia que también hace el alcalde. 

Ambos jubilados ratifican que la convivencia es buena con los rumanos. "No se meten con nadie. Por lo menos con ellos están abiertos los bares, y dan alegría al pueblo", asegura Alejandro, que afirma que había también varias familias de marroquíes viviendo en casas del pueblo, pero "ya se fueron". 

"Estos rumanos tienen coches buenos, mira, ese es uno suyo", suelta Alejandro señalando un BMW negro. 

En el bar La parada solo está la encargada Ángela, procedente de Rumanía. No quiere hablar de política -"todos son iguales"-, pero también asegura que se llevan todos bien: "Hace mucho que somos ya como del pueblo".