BARRIOS MUY GRANDES

Alemania se fija en los PAU madrileños ante su reto de construcción: "Ni bonitos ni feos, son fascinantes"

  • Alemania se ha propuesto construir 400.000 viviendas nuevas al año para atajar el problema de los precios

  • La radio pública alemana prepara un documental sobre los nuevos ensanches madrileños, que cuentan con hasta 50.000 viviendas

  • "En Alemania son conscientes de que tienen que ir por esta vía. Al menos, tienen que decidirse a construir", dice el periodista que trabaja en ello

La luz sobre varios edificios de El Cañaveral

La luz sobre varios edificios de El Cañaveral / A.P

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Uno de los grandes retos del Gobierno de coalición alemán —formado en diciembre de 2021 e integrado por los socialdemócratas SPD, los liberales FPD y Los Verdes— es la construcción de 400.000 viviendas al año.

Casi la mitad de la población del país vive de alquiler y el ejecutivo quiere atajar así la escalada de los precios, especialmente en grandes ciudades. Para ello cuenta también con herramientas como el Mietpreisbremse, un freno a la subida de los precios aprobado en 2015.

De estas 400.000 viviendas, cifra que distintos estudios llevan tiempo apuntando como necesaria, el objetivo es que 100.000 sean sociales. En los últimos tres años, aún con Merkel, Alemania construyó una media inferior a 300.000 viviendas anuales y se quedó lejos del objetivo marcado (1,5 millones en cuatro años).

Sentado bajo el sol madrileño de febrero frente a un café con leche y unas tostadas con tomate y aceite, Hans-Günter Kellner, un periodista alemán que trabaja para la radio pública Deutschlandfunk, reflexiona.

"Me resulta fascinante que se piense: queremos construir un barrio nuevo. ¿Dónde lo hacemos? Que se encuentre un campo en el que no hay nada y se empiecen a dibujar líneas, calles y parcelas para viviendas", dice mientras gesticula.

Kellner se encuentra inmerso en la preparación de un documental radiofónico de una hora de duración sobre los nuevos ensanches de la periferia de Madrid — los llamados PAU (Proyectos de Actuación Urbanística).

"Más allá de las categorías de bonito o feo, creo que son fascinantes", apostilla. También le sorprende la velocidad de la construcción. "Desde que abres el agujero hasta que está el edificio pasan dos años. Me parece muy rápido".

El periodista recibe a EL PERIÓDICO DE ESPAÑA en uno de ellos: el Ensanche de Vallecas, donde vive desde hace años. Es un PAU "singular", anota, porque está unido a un núcleo urbano (la Villa de Vallecas, un antiguo pueblo que Madrid integró en los años 50) y porque sus vecinos son especialmente "protestones", reivindicativos desde antes de existir el barrio.

Hans-Günter Kellner, periodista alemán, en el Ensanche de Vallecas

/ A.P

El enfoque con el que planteó el documental a los responsables de la radio fue el problema alemán. Tiene previsto publicarlo en marzo.

"En Alemania son conscientes de que tienen que ir por esta vía. Al menos, tienen que decidirse a construir. Berlín, Frankfurt, Munich, Colonia... Todos sufren el problema de la vivienda y sus precios al alza", explica. "Allí [la construcción] empieza a ser así, pero las resistencias son más grandes. Alemania es un país más denso y hay conflictos en los espacios. Yo soy de Offenbach, al sur de Frankfurt, y cuando quisieron edificar en el último espacio verde los conservadores perdieron la mayoría. Quedó claro que eso no se volvía a tocar".

Algo parecido sucederá, pronostica, cuando empiece la construcción de Valdecarros, un nuevo barrio a continuación del ensanche de Vallecas. "La gente ha descubierto esos terrenos como zona de paseo y la Asociación de Vecinos quiere conservarlos. Vives en lo que antes era campo y quieres preservar lo que aún lo es", dice.

Desde la Asociación confirman a este diario que se oponen a la construcción de Valdecarros "por varios motivos".

"Primero, porque no deberían empezar un nuevo desarrollo cuando los últimos aún no están terminados ni tienen equipamientos. Segundo, porque Valdecarros es una burrada: el doble que el Ensanche de Vallecas. No hace falta tanta vivienda, por mucho que digan que es necesaria", explica Rosa, su portavoz. "Y tercero, porque sí: una de las cosas buenas que tenemos en el Ensanche es que el campo está al lado de casa".

Una cuestión de escala

Valdecarros, uno de los cuatro nuevos barrios planificados al sureste de Madrid, tendrá 51.656 viviendas. Será el más grande de todos. Pero el resto tampoco son pequeños. Los Berrocales tiene planificadas 22.285 viviendas; Los Ahijones, 16.520, y Lo Cerros, 14.276. Los datos están sacados de la web Sureste Madrid, perteneciente a las juntas de compensación de dichos desarrollos.

Juntos suman casi 105.000 viviendas nuevas, que a una media de 2,5 personas por hogar (la media española) permitirán acoger a más de 250.000 vecinos. Eso es más población de la que tienen la mayoría de capitales de provincia españolas. Paseando por esas parcelas, algunas ya dibujadas pero sin edificios, como Berrocales, resuenan los ecos de la orgía inmobiliaria que vivió España hace más de una década.

Los nuevos desarrollos del sureste de Madrid. El más avanzado es El Cañaveral, donde ya viven más de 10.000 personas.

/ Madrid Sureste

Las diferencias con Alemania son, principalmente, de escala. Ambos países cuentan con regulaciones de décadas de experiencia en reparcelaciones, si bien los desarrollos son más grandes en España que allí, según se menciona en este estudio académico que analiza las políticas de reparcelación españolas y alemanas para ayudar a Holanda a elaborar la suya propia.

En Alemania, barrios nuevos de 50.000 viviendas son directamente "imposibles", según el director de la revista inmobiliaria Wohnungswirtschaft Heute, Gerd Warda. "Se están construyendo barrios de hasta 2.500 apartamentos en muchas ciudades". Como ejemplo, pone desarrollos en marcha en Berlín y Duisburg de entre 600 y 3.000 viviendas. Este último está llamado a ser el más grande del estado de Renania del Norte-Westfalia, el más poblado del país con 18 millones de habitantes, y cuenta con 60 hectáreas de antiguos terrenos ferroviarios.

Por comparar, solo Valdecarros tiene casi 2.000 hectáreas.

"Estos desarrollos reflejan una mentalidad que viene del desarrollismo. No son muy diferentes a la construcción masiva que se hizo en Leganés, Móstoles, Getafe o el cinturón rojo de Barcelona para acoger a todas las personas que venían de Extremadura y Andalucía", continúa el periodista Kellner. "No digo que todo esté bien: se han hecho muchas cosas mal. Esta avenida tan grande, por ejemplo, me parece un crimen urbanístico. Son cinco carriles para coches por sentido. Una de las primeras cosas que le propuse a la Asociación de Vecinos fue la eliminación de carriles para crear un bulevar central". Se refiere a la Avenida del Ensanche de Vallecas, que cruza el barrio.

Alemania, apunta, "no hará algo tan grande de ningún modo. Esto es una ciudad entera en la que viven más de 50.000 personas. Offenbach tiene 100.000".

Precisamente por la escala, uno de los aspectos que más interesan a Kellner sobre los desarrollos madrileños tiene que ver con la identificación de sus vecinos con ellos. "Después del boom inmobiliario se pensó que la tendencia a la propiedad española era negativa, pero yo creo que favorece automáticamente que la gente se identifique más con el lugar en el que vive y proteste si hay algo mal", dice.

En el Ensanche de Vallecas, recuerda, hubo incluso un referéndum para cambiar el nombre al distrito y llamarlo La Gavia, eliminando toda referencia al barrio obrero al que pertenece. Este referéndum no alcanzó el cuórum y el nombre se quedó como estaba. "Hay gente que vive aquí porque esto es Vallecas y, con todo lo que eso significa, quiere que siga siéndolo"

El interés artístico de los PAU

Para su documental, Kellner buscó un artista o fotógrafo que hubiera retratado la evolución de los PAU. Dos de las referencias que mayor difusión han alcanzado sobre el tema proceden, precisamente, de artistas alemanes que en la época de la burbuja retrataron la España de las urbanizaciones.

Una de ellas es Julia Schulz-Dornburg, arquitecta alemana afincada en Barcelona y autora de Ruinas Modernas, una topografía del lucro (2012). Schulz-Dornburg, que ha preferido no participar en este artículo, recorrió España y fotografió urbanizaciones de nueva construcción inacabadas.

Años después comisarió un encuentro junto a colectivos como Nación Rotonda (que lleva años documentando parcelaciones sobre terrenos que antes eran campo), Basurama y Ecologistas en Acción para trabajar en una base de datos de cadáveres inmobiliarios.

El otro es Hans Haacke, un artista conceptual germano-estadounidense que en 2012 expuso en el Museo Reina Sofía un proyecto sobre el Ensanche de Vallecas. Su enfoque fue muy similar al de Schulz-Dornburg: mostrar las ruinas de la resaca constructiva.

En 2012, sin embargo, ya había vecinos viviendo en el Ensanche. Lo que Kellner buscaba, y no encontró, no era un artista crítico con los nuevos desarrollos sino alguien que los hubiera acompañado.

"Me sorprendió no encontrar a gente que lo hubiera trabajado, porque es algo muy visual. No se trata de subrayar lo bonito o lo feo, sino de observarlo. Si yo fuera fotógrafo lo hubiera hecho desde el principio: así está el campo antes, así es la construcción. Había gente que visitaba sus futuras viviendas en la fase de construcción. Poco a poco entraban a vivir. ¿Qué gente viene? Que ningún artista lo acompañara refleza cierta pobreza artística del país, la verdad".

Una intervención interesante, añade, fue la de Basurama en la llamada Gran Vía del Sureste, una enorme calle que conectará los futuros desarrollos. Cuando aún no estaba urbanizada, plantaron girasoles para que los vecinos recolectaran sus pipas y se sentaran a comérselas en un banco, haciendo "barrio".

El documental de Kellner, en el que aún está trabajando, pretende dar voz a los habitantes de estos barrios. "La mirada que veo en España sobre los PAU es la de la categoría de bonito o feo. Se ocupan poco de la gente. Y aquí vive gente desde hace quince años. No puedes decirles todo el rato que qué horrible es el entorno en el que viven. Tienen reivindicaciones interesantes para toda la ciudad", dice.

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Aunque urbanísticamente considere que hay aspectos mejorables en los PAU —"no da la sensación de que alguien haya pensado algo, solo sobre cómo deben moverse los coches y ni siquiera muy bien", bromea—, piensa que, a la larga, sus espacios terminan funcionando mejor que los alemanes.

"En Alemania seguro que habría muchos urbanistas con planteamientos teóricos sobre cómo debería funcionar esta plaza, por ejemplo", dice mientras señala a su alrededor, una gran acera entre bloques en la que el bar de la esquina ha puesto un cenador y varias mesas metálicas de terraza. "Pero luego allí las plazas no funcionan. O no va nadie o va gente a destrozar cosas. Aquí nadie ha pensado nada y, de repente, se llena de gente. Me gustaría que un urbanista me lo explicara".