LA ERA DE LAS IA (V)

Carme Artigas: "La inteligencia artificial evitará que se degrade el español"

El PERTE 'Nueva Economía de la Lengua' pretende garantizar un buen uso del español por parte de las nuevas inteligencias artificiales

"No podemos dejarlo en manos de empresas privadas norteamericanas porque van a querer comprimir la riqueza de nuestra lengua", explica la secretaria de Estado de Digitalización e Inteligencia Artificial

Carme Artigas, secretaria de Estado de Digitalización e Inteligencia Artificial, durante una entrevista con EPE.

Carme Artigas, secretaria de Estado de Digitalización e Inteligencia Artificial, durante una entrevista con EPE. / ALBA VIGARAY

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Carme Artigas (Barcelona, 1968) tiene la difícil misión de explicar por qué es importante que las máquinas sepan un perfecto español en un momento en que apenas intuimos la importancia que tendrá en nuestras vidas la inteligencia artificial (IA). Y, sobre todo, por qué en un momento de incertidumbre económica como el actual merece la pena invertir los 1.100 millones de euros que el Gobierno ha destinado para ello en uno de los últimos Proyectos Estratégicos para la Recuperación y la Transformación Económica (PERTE).

La secretaria de Estado de Digitalización e Inteligencia Artificial es una de las mayores expertas en su sector en España, y, por eso, durante su entrevista con este periódico es capaz de darle la misma importancia a lo pasado, a lo actual y a lo que está por venir. Para ella, es tan vital formar en competencias digitales básicas a los más mayores como anticiparse para estar preparados para la nueva economía que resulte del aterrizaje inminente de las inteligencias artificiales en nuestras vidas. "No podemos perder ese tren", advierte.

Pregunta: El PERTE se llama 'Nueva Economía de la Lengua', ¿por qué se ha decidido vincular esos dos conceptos?

Respuesta: Está pensado así para poner en valor la lengua española, no solamente como un activo histórico y de patrimonio lingüístico, sino como un gran motor de la nueva economía. Estamos ante un idioma con un potencial enorme en el mundo que viene con el crecimiento de las inteligencias artificiales, y que, sin embargo, se ha visto relegado a un segundo plano a pesar de que existen 600 millones de hispanohablantes en todo el mundo.

P: Y, ¿cómo se corrige esa situación?

R: Hemos visto la oportunidad económica de que España lidere, junto a Latinoamérica, el desarrollo de la inteligencia artificial en español. Es tremendamente importante, no solo para preservar la lengua, que corre el riesgo de degradarse si perdemos su control, sino también para desarrollar aplicaciones mucho más accesibles y cercanas a los principios y valores que nosotros defendemos.

"No podemos dejar el español en manos de empresas norteamericanas"

P: ¿A qué se refiere?

R: A que no podemos dejar todo esto en manos de empresas privadas norteamericanas que lo que van a querer hacer es simplificar el lenguaje para intentar comprimir las variantes que tanta riqueza aportan a nuestra lengua. Un ejemplo de lo que queremos conseguir es que que las inteligencias artificiales no tengan sesgos, pero, por ejemplo, en inglés, que es un idioma muchísimo menos rico que el nuestro, el género no está tan presente como en el español. ¿Cómo se corrige ese déficit? Entrenándolas con modelos de datos en español mucho más ricos que todavía no existen pero que vamos a crear.

P: Pero, ¿no existe suficiente información en internet ya en nuestro idioma?

R: No, los corpus lingüísticos en español están simplificados, y no podemos dejar que se nos colonice a nivel cultural a través de la tecnología. Necesitamos que el español que hablen estas IA sea mucho más depurado y que entiendan las raíces dialectales y variedades de nuestro idioma. Eso va a permitir, por ejemplo, que la gente mayor pueda relacionarse mejor con la tecnología, porque cuando tú y yo tengamos 90 años seguramente viviremos solos y necesitaremos los asistentes de voz para la asistencia en el hogar o para acceder a los servicios públicos.

 FOTOGRAFÍA: ALBA VIGARAY 

P: ¿Cómo se crean esos corpus?

R: Aportando multitud de textos para el español escrito, pero también con el español oral. Para eso pretendemos poner en marcha un proyecto de crowdsourcing en España y en Latinoamérica con miles de horas de grabación de conversaciones y frases dichas en todas las variantes idiomáticas y acentos del mundo hispanohablante.

P: ¿Cómo se convence a la empresa privada de que esto es importante?

R: Lo tienen clarísimo, pero porque saben del gran potencial que tiene el mercado hispanohablante. Nosotros también tenemos presente que es importante que lo público y lo privado colaboren a la hora de crear ese gran corpus, por eso hemos recogido dentro del PERTE ayudas no solo para el desarrollo de las inteligencias artificiales y de sus usos sino también para que ese cuerpo de datos sea fácilmente accesible para empresas, start-ups y grupos científicos, por ejemplo.

P: Pero, ¿por qué es tan importante que las nuevas tecnologías sepan español si podrían traducir de cualquier idioma?

R: La lengua es más que una herramienta de comunicación, detrás de todo idioma hay un mapa del mundo, una manera de ver las cosas y de pensar. No hay ninguna razón para que España, a través de él, no pueda tener mucha más presencia de la que tiene en el mundo actual y en el que viene.

"La decisión última siempre tiene que ser humana"

P: Un mundo que va a ser muy diferente del actual. ¿Cree que en un futuro nos sentiremos tentados de eliminar el factor humano en la toma de decisiones económicas o políticas?

R: Para nada. Si algo es difícil de modelar para una inteligencia artificial es aquello vinculado a los intangibles y a las emociones, y no se me ocurre nada más vinculado a ellas que la economía. Si no fuese así, ya existiría un modelo capaz de predecir las subidas y las bajadas de la Bolsa con total precisión. Desgraciada, o positivamente, lo que hacen bien estas inteligencias artificiales es procesar una gran cantidad de datos y generar escenarios de probabilidad. Es una gran herramienta de apoyo en la toma de decisiones y para liberarnos de tareas repetitivas, es decir, aquellas en las que no aportamos ningún valor.

P: Entonces, ¿cuál va a ser nuestro papel?

R: Nuestro valor diferencial reside en aquello que no es predecible, es decir, en nuestros valores éticos. Un robot no negocia, no tiene la subjetividad necesaria para poner las emociones en el proceso de decisión. Por eso, por ejemplo, se gestionó de diferentes formas la pandemia, porque se tuvieron en cuenta los distintos factores humanos, económicos y sociales a la hora de actuar. Nosotros nos planteamos el "¿qué pasaría sí...?", las máquinas no.

P: La ONU, por ejemplo, decía precisamente eso cuando hablaba de la llegada de las IA a la educación. Los profesores deberán potenciar sus cualidades humanas porque hasta ahí no puede llegar la tecnología.

R: De momento no, eso está claro. En España somos líderes en el desarrollo del humanismo tecnológico, es decir, con la Carta de Derechos Digitales estamos siendo capaces de posicionar a nivel mundial a la hora de reclamar que todo el desarrollo siga manteniendo a las personas en el centro.

 FOTOGRAFÍA: ALBA VIGARAY 

P: Pero ya estamos escuchando frases a la hora de conceder un préstamo, por ejemplo, del tipo "La máquina no me deja".

R: Y eso es precisamente lo que tenemos que evitar. La decisión final siempre tiene que ser humana porque nosotros manejamos muchos más parámetros. Mira, estamos ante una nueva generación de inteligencias artificiales. Ahora mismo, por ejemplo, están empezando a ser capaces de detectar patrones en la voz para diagnosticar mucho antes a un paciente de Alzheimer. O, por ejemplo, pueden detectar un cáncer meses antes que un médico gracias a una imagen. Y, ¿por qué? Porque un médico habrá visto 30.000 mamografías en toda su vida, pero una máquina puede cotejarla con miles de millones en cuestión de segundos. La clave está en saber aprovechar lo mejor de ambos.

"Vivimos un cambio del modelo económico"

P: Se habla ya incluso de que estamos ante la Cuarta Revolución Industrial.

R: Así es, vivimos un cambio del modelo económico. Los sectores verticales van a desaparecer y va a haber una convivencia continua entre el mundo físico y el digital. Eso se va a trasladar claramente a la industria. Y digo más: somos incapaces de imaginar todo el potencial que tiene la inteligencia artificial en su conjunto. Vemos aplicaciones en sectores muy concretos, pero todavía no nos hacemos una idea del impacto que va a tener. Es como cuando Edison inventó la electricidad. Él pensaba en la bombilla, no en todo lo que vendría después.

P: El foco tecnológico de hoy, sin embargo, está puesto en China y en Estados Unidos, ¿cómo podemos competir con ellos en la Unión Europea?

R: Tenemos que intentar recuperar el tiempo perdido. La crisis del 2008 nos hizo perder muchas batallas en ese sentido, sobre todo en la de los datos personales que se han ido quedando las grandes plataformas, pero poco a poco vamos volviendo a tener una posición de control. Piense que de aquí a 2030 el volumen de datos que vamos a manejar se va a multiplicar por cinco.

"Poco a poco vamos recuperando el control sobre nuestros datos"

P: Y, ¿cómo podemos evitar que acaben en Amazon, en Google o en Huawei?

R: Haciendo que los datos se rijan por las leyes que queremos en Europa. En Estados Unidos los datos se ceden por consentimiento a las grandes tecnológicas, en otros países se los quedan los gobiernos y a nosotros lo que nos interesa es que estén en manos de los ciudadanos y de los estados democráticos.

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P: ¿Eso no puede afectar a nuestra capacidad de atraer el talento?

R: Es cierto que hay que encontrar un punto en el que no se mate la innovación, pero tenemos que estar de acuerdo en que hay que poner ciertos límites para no llegar a extremos de los que luego es más difícil volver atrás. Europa se está convirtiendo en un referente moral en ese sentido, y, al final, lo que conseguimos es que el resto de países se vayan sumando a nuestra legislación porque proteger los datos de nuestros ciudadanos es un objetivo. No podemos perder este tren, pero tenemos que cogerlo de una forma que nos interese.