Opinión | OPINIÓN

La competencia en financiación empresarial no se dirime en la opa

En un contexto de apabullante dominio bancario en el suministro de crédito a las pymes, la pérdida de un ofertante no parece una buena noticia. Pero peor es la dependencia férrea que estas empresas mantienen de un modelo con elevada correlación con el ciclo económico

en un contexto de apabullante dominio bancario en la financiación a pymes, la pérdida de un ofertante no parece una buena noticia.

en un contexto de apabullante dominio bancario en la financiación a pymes, la pérdida de un ofertante no parece una buena noticia.

Pocos debates en materia económica están generando mayor controversia que la todavía pendiente opa del BBVA sobre el Sabadell. La batalla se juega en el terreno mediático, lógicamente en el financiero, pero también en los usuarios de los servicios de ambos bancos, empresas y clientes individuales, que serán además, eventualmente, los de la entidad que se derivaría de la fusión por absorción propuesta por BBVA.

En Catalunya especialmente, donde tanto el BBVA -por su extensa presencia como absorbente de antiguas cajas catalanas- como el Sabadell -para el cual el territorio catalán es el más importante-, ha saltado la alarma por la posibilidad de que se materialice la absorción y, con ello, la pérdida de una entidad de crédito asentada operativamente en Catalunya y la generación de una mayor concentración bancaria.

Es indudable la transcendencia de esta potencial operación en diversos sentidos, y por supuesto en el de una posible reducción de las opciones bancarias para financiación empresarial que probablemente originaría la consumación de la opa. Especialmente si la ejecución de ésta no incorporara otro tipo de exigencias compensatorias para preservar, aunque sea solo en parte, niveles equivalentes de competencia. Qué duda cabe que tiene su lógica la reacción negativa de las administraciones y las patronales, especialmente en referencia a las pymes, para las cuales sería conveniente que el triunfo de la opa no tuviera perjuicios importantes. 

Problema minimizado

Sin embargo, la contundente toma de partido de gobiernos y organizaciones empresariales "en favor" de las tesis del consejo de Sabadell contrasta con el silencio o la minimización de un problema con mucha mayor transcendencia para la financiación de las pymes que, por alguna razón que se nos escapa, no recibe ni ha recibido la misma atención. Se trata de la permanente escasez de alternativas de financiación empresarial a la dominante fuente bancaria en España y en Europa en general, lo que impide la saludable dualidad de fuentes de financiación que se da en otras latitudes. 

Ciertamente, en un contexto de apabullante dominio bancario en la financiación a pymes, la pérdida de un ofertante no parece una buena noticia. Pero peor es la dependencia férrea que estas empresas, una parte importantísima del tejido económico del país (99% de las empresas, más de la mitad del PIB y dos tercios del empleo), mantienen de un suministro de crédito que oscila de forma muy homogénea entre entidades, con elevada correlación con el ciclo económico, muy dependiente de la estabilidad financiera y de la oscilación de los tipos de interés, y con una tendencia a asumir riesgos (especialmente en fases tempranas de las iniciativas empresariales) insuficiente para generar innovación.

Hace más de 10 años, la UE ya estableció la necesidad de equilibrar la financiación bancaria y la alternativa (fondos de capital riesgo, mercados de capitales, direct lending, crowdfunding, crédito fintech, etcétera), como ya existe en EEUU con ventajas evidentes. La Unión de Mercados de Capitales (Capital Markets Union, CMU) se concibió para disponer de grifos financieros que en crisis fueran sustitutivos uno de otro y para facilitar además un más eficiente acceso al crédito en proyectos empresariales iniciales con mayor riesgo implícito.

Los resultados obtenidos hasta ahora por el proyecto CMU han sido más que modestos y el gap con EEUU se ha mantenido o incluso se ha ampliado. Europa no genera los recursos suficientes para invertir en un continente cuyo ahorro se mantiene excesivamente alejado de los mercados de capitales, los principales originadores de la que debería ser una financiación alternativa desarrollada y potente.

Ahorro estancado

En la UE, la ampliada denominación del proyecto CMU es la de Unión de Ahorros e Inversión (Savings and Investment Union, SIU), que persigue revitalizarse movilizando ahorro estancado en cuentas y depósitos bancarios hacia los mercados de capitales que, en diversas formas, deberían nutrir de una fuente de financiación más complementaria que, hasta ahora, a la bancaria y generar con ello los recursos necesarios para las exigencias inversoras de Europa en digitalización, sostenibilidad, defensa y seguridad y, en general, para recuperar la perdida competitividad europea.

Bienvenida la preocupación de los dirigentes empresariales por el devenir de la opa y de cualquier movimiento a nivel estatal o transfronterizo en la UE para la también necesaria consolidación bancaria. Pero sin olvidar, como está sucediendo actualmente, la imprescindible necesidad de disponer de alternativas financieras a la bancaria, más potentes y de verdad más alternativas, a través de mercados de capitales más amplios e integrados. Aquí nos jugamos la verdadera batalla por la productividad y competitividad, mucho más que en una u otra resolución de una específica absorción bancaria.