Nueva Pescanova reestructurará su negocio de nuevo ante los recurrentes “números rojos”

Nueva Pescanova es una de las compañías más diversificadas del mercado en cuanto a proteína marina obtenida en origen, tanto por su flota pesquera como por las granjas de acuicultura. Faena merluza, bacalao austral, pota, langostino tigre y jumbo, gambón o rosada; y cultiva, en Centroamérica y Xove -y tras desprenderse de la tilapia o perder el salmón-, langostino vannamei y rodaballos. Pese a su extensísimo perímetro de consolidación es una compañía no rentable: pierde dinero cada año —73 millones entre enero y diciembre de 2023, aunque si ejercicio fiscal va de abril a marzo— y es incapaz de generar rendimiento por sus activos.

Así que, como ha avanzado Expansión, la compañía controlada por Abanca (casi un 98% del capital) ha decidido emprender una nueva reestructuración, para lo que ha optado por contratar a la auditora EY. Es la misma entidad que asesoró a la pesquera durante las negociaciones con Cooke, que aspiraba a tomar hace solo un año el 80% del accionariado. Las “enormes” diferencias entre el cuaderno de venta y el resultado de la due diligence, como adelantó FARO, frustraron la transacción.

Está por ver si esta reestructuración va en línea con la estrategia que está llevando a cabo el sector, que pasa por crecer en origen para maximizar márgenes y adaptarse a la demanda del mercado. La última operación de crecimiento que evaluó Nueva Pescanova fue la compra de la argentina Pesquera Veraz, que saltó por los aires por la extrema complejidad del escenario inflacionado del país. ¿Son suficientes los activos de Pescanova para generar rentabilidad? Esto es lo que habrá de analizar presumiblemente la auditora. Desde la pesquera, a preguntas de FARO, evitaron hacer comentarios. A día de hoy, filiales como Camanica (Nicaragua) son un agujero por donde se cuelan cuantiosas pérdidas, si bien el grupo no ha difundido todavía sus cuentas anuales relativas al último ejercicio fiscal cerrado.

Historial de ajustes

La multinacional ya ejecutó varios ajustes desde la llegada de la banca al control, en el año 2015. Incluso antes, en pleno proceso de negociación tras el concurso, cuando acordó la venta de su participación en la australiana Austral Fisheries o la porriñesa Harinas y Sémolas del Noroeste (Hasenosa, ahora de la irlandesa Kerry Group). Después de la llegada de Ignacio Fernández al puesto de consejero delegado (CEO) la firma abandonó definitivamente el proyecto portugués de Mira —era un project finance, solo tuvo que entregar las llaves a la banca acreedora—, cerró las granjas de tilapia de Brasil y tuvo que desprenderse de Lafonia, con flota en Malvinas.

También rediseñó la imagen de marca, implantó cambios profundos en la comunicación interna, vendió activos menores “no estratégicos” mandó construir seis barcos y promovió un nuevo convenio colectivo que, de hecho, causó las primeras huelgas en la historia de la sociedad. Probó suerte con distintos lanzamientos —la pasta del mar o el dippeo— que no terminaron de cristalizar. La marca blanca, al menos en los lineales de Mercadona, se ha apoderado también del packaging de un grupo que siempre se había autodenominado como “marquista”.

Planes estratégicos

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González abandonó el grupo el pasado verano y en septiembre su puesto fue ocupado por Jorge Escudero, quien reformuló una estructura de dirección de la que acabaron cayendo nombres de peso como David Troncoso García-Cambón, Ángel Matamoro Irago o Marcos Osuna Andrade, despedidos o acogidos voluntariamente al ERE por diferencias con la dirección. También abandonó el consejo el veterano y respetado Jesús Fafián.

En los últimos años Nueva Pescanova ha hecho múltiples encargos a las auditoras Big Four. KPMG fue la encargada de realizar el informe forensic en 2013, que afloró un sistema de contabilidad falsa y que sería capital para la condena a prisión del expresidente Manuel Fernández de Sousa. Deloitte fue designada como administración concursal, bajo la inteligente batuta de Senén Touza y Santiago Hurtado; una gran cantidad de empleados de Deloitte se quedaron después en la plantilla. Esta misma compañía trabajó también en los dos planes estratégicos, Todos a una 2016-2020 y Rumbo al valor 2020-2024; todos se quedaron muy lejos de los resultados reales de la pesquera.