MATERIAS PRIMAS

La debilidad del agro y la pesca arrastra la venta de gasoil a su menor valor histórico

La gasolina, en una segunda juventud pese al arreón por lo eléctrico

El puerto de Vigo.

El puerto de Vigo. / FDV

Lara Graña

El palangrero de Celeiro Flecha, estrenado a finales de 2005 y con algo más de 34 metros de eslora, ha sido el último pesquero de altura en decir adiós a Galicia. Acaba de formalizarse su traspaso a Reino Unido, adelgazando todavía más la capacidad de un sector que acaba de ver partir también a unidades de porte mediano y grande como el Nuevo Santillana (a Namibia), Carcamán, Peixiño Primero ( ambos a Mauritania) o Novo Airiños (Belize). Y si no ha habido todavía más bajas –Grupo Calvo acaba de mandar a achatarrar su mercante Montecruz en Aliaga (Turquía), que portaba pabellón de Panamá– es porque no se han desplegado líneas de ayudas para desguaces, como han solicitado desde el propio palangre o el cerco, con cargo a fondos europeos, movimiento que sí han emprendido los gobiernos de Irlanda o Francia. El vendaval de costes y restricciones a la actividad democratiza los padecimientos en todo el sector primario europeo, tanto en la pesca como en la agricultura, que pierde músculo a marchas forzadas. Y cuya anemia se deja notar, entre otros muchos indicadores –empleo, valor añadido bruto, venta de equipamientos industriales...–, en el de la distribución de carburantes especializados. El gasóleo bonificado, en este caso, con unas ventas semestrales que jamás habían sido tan reducidas. En particular, 128.699 toneladas comercializadas entre enero y junio, de acuerdo a los datos facilitados por la Corporación de Reservas Estratégicas de Productos Petrolíferos (Cores).

La lectura de las cifras de consumos evidencia un descenso constante y pronunciado. En comparación con el año de la pandemia, por ejemplo, la caída equivale a cerca de 270 toneladas diarias menos de comercialización de gasóleo B. En aquel mismo periodo de 2020 el empleo (en afiliaciones) de actividades de pesca extractiva promedió los 18.000 efectivos, mientras que ahora, a cierre del pasado mes de junio, apenas rebasa los 16.000. Y lo mismo sucede con las de agricultura y ganadería: Galicia ha pasado de contar con una media de 35.400 afiliados en el primer semestre de 2020 a terminar el de este ejercicio en curso tímidamente por encima de los 32.000. De ahí que las cifras absolutas de consumos de gasóleo bonificado sean un exponente más de hasta qué punto y a qué velocidad se están empequeñeciendo los sectores primarios. Una comparación a más largo plazo da una visión todavía más puntiaguda del problema: en el primer tramo de 2011 los puntos de suministro vendían casi el doble de gasóleo bonificado que a día de hoy.

¿Más ejemplos de cómo ha cambiado la foto desde entonces? Un 22% menos de superficie cultivada en Galicia para trigo, un 11% menos de patata, un 40% menos de nabo... La pérdida de una quinta parte de la capacidad pesquera –expresada en toneladas GT o arqueo bruto–, que se traduce en la baja de 565 barcos, sin contar con los dedicados a los servicios auxiliares de acuicultura. Aunque buena parte de los pesqueros exportados en los últimos años han retenido una propiedad de capital gallego, su traslado a caladeros como el mauritano, namibio o urguayo han supuesto la pérdida directa de negocio para las empresas especializadas en aprovisionamientos o reparaciones; tanto el repostaje, la compra de pertrechos o pequeñas reparaciones ya se hacen en los puertos de destino porque no merece la pena regresar a los de Vigo o Marín.

Aunque la estadística de Cores también resulta ilustrativa a efectos de valorar los cambios en las pautas de consumo de los hogares, habida cuenta de cómo han mudado las matriculaciones de coches. Sabido es que el diésel perdió la guerra hace casi un lustro contra los turismos a gasolina –se anotó una cuota de mercado del 26,4% hasta junio, según la Agencia Tributaria–; es verdad que se vende mucho más gasoil en Galicia, pero porque el parque está envejecido y todavía arrastre los éxitos del pasado de este tipo de sistemas de propulsión, y porque es el carburante que utilizan, por ejemplo, los camiones de transporte. Pero la gasolina de 95 octanos está recuperando lustre del pasado, que no experimentaba desde mediados de los años noventa. El único bache que ha padecido últimamente se produjo por causas exógenas, por una pandemia que limitó al máximo la movilidad para tratar de contener los contagios.

El hecho de que no se esté produciendo un efecto trasvase entre la caída de las ventas del diésel y el alza de las de la gasolina 85 obedece, más allá de mejoras de consumos en los vehículos, a la progresiva penetración de los vehículos híbridos o eléctricos, si bien su relevancia en el conjunto del parque es todavía más que residual.

Las claves

  1. Pérdida de músculo
  2. El deterioro en la actividad de los sectores de agricultura, ganadería y pesca queda patente en múltiples indicadores, como de empleo o valor añadido bruto; el de venta de carburantes también evidencia su retroceso
  3. Menos cultivo y barcos
  4. En la última década Galicia perdió una quinta parte de su capacidad pesquera –expresada en GT– o hasta un 22% de la superficie cultivada con distintos tipos de trigo.
  5. Un trasvase
  6. La venta de gasoil cae más de lo que medra la de gasolina 95. Además de por mejoras en los consumos de los motores, se debe a la progresiva entrada de coches híbridos o eléctricos