FINANCIACIÓN AUTONÓMICA

El concierto catalán resucita el debate sobre la singularidad de la capitalidad de Madrid

La tesis sobre las ventajas políticas y económicas de la capital tiene partidarios y detractores

Zona financiera de Madrid.

Zona financiera de Madrid. / EFE/ Kiko Huesca

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La política española vuelve a girar en torno al agravio comparativo. Cuando se apagaban los ecos del ‘procés', el último giro del drama patrio es la propuesta de financiación autonómica “singular” que ERC y PSC han pactado para Cataluña. Sin embargo, la desigualdad territorial es una realidad que opera en múltiples dimensiones: urbana-rural, norte-sur, industrial-agraria, sobrefinanciados-infrafinanciados... y una menos tratada: centro-periferia.

El Instituto Valenciano de Investigaciones Económicas abrió el debate académico sobre el “efecto capitalidad”. Su informe, publicado en 2020 bajo encargo del entonces president Ximo Puig, aportó una tesis rotunda: “Madrid basa su dinamismo en las ventajas de la capitalidad, la economía del conocimiento y la competencia fiscal”. El estudio ponía cifras, por primera vez, al desequilibrio en el reparto institucional, y a los mecanismos organizativos, económicos y fiscales que han impulsado a la capital como gran polo económico.

Desequilibrio en empleados: 150.000 altos funcionarios del sector público estatal, un extra de entre 75.000-95.000 empleados sobre lo que les correspondería por población. Desequilibrio en sedes, que podrían estar repartidas, como en Alemania o la UE. Pasa con la CNMC, la UNED, el Banco de España, la Seguridad Social, la Oficina de Patentes y Marcas…. También todo un ecosistema de instituciones tractoras ligadas a la investigación y la ciencia: como el Instituto de Salud Carlos III (873 empleados en Madrid), el CSIC (4.497), el Instituto Técnico Aeroespacial (1.250) o el INIA (721). Se da incluso la paradoja de que la capital acoge Puertos del Estado (149 empleados), pese a no tener puerto; el Instituto Español de Oceanografía (75), pese a no tener mar, o el Consejo de Seguridad Nuclear (422), pese a no tener centrales. 

A la centralización de todo el poder político, legislativo, judicial, organismos reguladores o las empresas y multinacionales atraídas por la proximidad con los resortes de decisión, se une también la red de transporte: el modelo radial. El mapa de infraestructuras es el ámbito en el que la centralización del modelo territorial es más evidente. Se ve en el mapa. Es una mirada que viene del siglo XVIII, más política que económica. Hoy 40 ciudades españolas tienen AVE y todas están conectadas con Madrid. No hay alta velocidad al margen de esa concepción radial. El Valencia-Barcelona es el único corredor de alta intensidad de pasajeros en España que no dispone de alta velocidad, a pesar del avance del corredor mediterráneo el último lustro. Desde la Comunidad Valenciana, a través del grupo empresarial AVE (Vicente Boluda y Juan Roig), se ha conseguido horadar el relato, convenciendo de la necesidad de potenciar el corredor mediterráneo de mercancías y pasajeros.

Los críticos señalan que esta concentración de oportunidades acelera el dinamismo y, a su vez, permite rebajar impuestos. El informe del IVIE cifraba en más de 4.000 millones al año las rebajas fiscales. Esta fiscalidad también atrae grandes contribuyentes a la capital, generando desventaja a otros territorios.

Sin embargo, el debate está abierto. En el lado opuesto aparecen quienes ven en esta efervescencia madrileña no tanto la mano de la política sino la invisible de la economía. Las economías de aglomeración. “En Madrid hay un efecto capitalidad evidente. Tienes sedes, funcionarios, administraciones… Eso está claro, pero no explica el dinamismo, porque es la misma capital que hace 20 años”, sostiene el economista José Carlos Díez, columnista de EL PERIÓDICO DE ESPAÑA. “Lo que pasa en Madrid [en los últimos años ha adelantado a Cataluña como gran motor español] es que ha entrado a competir en una liga de muy pocas ciudades europeas y mundiales y se ha convertido en un 'hub' de servicios de alto valor añadido. Tienes empresas con sede en Madrid que atraen talento y contratan a trabajadores con altos salarios. Ese es el secreto de Madrid. Hay un 3 % de españoles que en el IRPF declaran ganar más de 60.000 euros. La mitad trabaja en Madrid. Y solo tiene el 7% de la población. Es un agujero negro de atracción de talento”, añade.

Ayuso y Mazón en la II Cumbre empresarial Comunidad de Madrid-Valencia. /

Fernando Bustamante

Respecto al argumentario oficial madrileño sobre el efecto de la política fiscal, Díez señala: “Ayuso no es responsable del dinamismo. Madrid es la ciudad más dinámica de Europa desde 2015. No hay un efecto Ayuso. La ciudad ya era dinámica. Ha sido gobernada por Manuela Carmena. No hay un efecto político en lo que está pasando en la ciudad. Hay un efecto empresarial, que se ha especializado en un segmento de alto valor añadido, con grandes multinacionales que tienen su sede en la capital. Operan en Madrid porque es más fácil conseguir talento. No se puede cuestionar la evidencia”, concluye.

Madrid establece la agenda

Si los argumentos son tan contundentes o el debate tan intenso, ¿por qué se habla tanto de unas desigualdades territoriales y tan poco de otras? Dolors Palau, profesora de Periodismo de la Universitat de València, señala a las "dinámicas de concentración" de la industria comunicativa, unas dinámicas "agravadas desde la crisis" con el cierre de delegaciones territoriales de medios de comunicación y que tiene múltiples efectos: desde una representación cada vez menor de una mirada más local, con una "mirada centralista reforzada" que hace que aquello que pasa fuera se vea con un "cierto exotismo". "Si los poderes están allí [en Madrid], y las ruedas de prensa se celebran allí, esta es la mirada que predomina sobre todo", resume. Una dinámica de "efectos perversos", desde esa reducción de la diversidad que afecta incluso a las voces expertas de cualquier ámbito, privilegiando a las más cercanas a los centros de poder.

En efecto, como correlato a la concentración de poder en la capital, Madrid acumula el poder comunicativo. El informe de la Industria Audiovisual Televisiva de Barlovento Comunicación de 2023 ofrece datos contundentes. El conjunto de grupos mediáticos nacionales, casi todos con sede en Madrid, acumulan el grueso de la audiencia y la inversión publicitaria. Mediaset y Atresmedia acaparan el 81,4 % de la inversión publicitaria. En cuanto a las audiencias, estos dos grupos más RTVE superan el 70%, frente al 8,5% de las autonómicas.

Torre "el pirulí", centro de comunicaciones de RTVE. /

Sergio Barrenechea/EFE

Es desde Madrid desde donde se configura la representación de 'lo nacional'. “La concentración que hay en Madrid no es solo económica. También es identitaria, política e ideológica”, señala el sociólogo Vicent Flor, que ha publicado artículos sobre la ‘promoción cultural de Madrid como capital hegemónica’. “Lo que pasa allí parece que pase en toda España. Hablan de la feria del libro o del cierre del metro, en medios estatales, como si solo hubiera en Madrid. Es interesante observar dónde transcurren la mayoría de series o películas. O la visión que se proyecta de la movida madrileña, como fenómeno cultural y modernizador, frente a la 'ruta del bakalao', por ejemplo, como un movimiento exclusivamente de drogas. Se intensifica la visión centro-periferia. No es exclusivo de España: el centro es modernidad, allí está la virtud; la periferia es rebelde e inconsistente”.

El relato cultural se diversifica

La acumulación de talento e industrias también se da en el ámbito cultural. Más allá de la concentración de recursos públicos (los museos, capítulo aparte, son el caso más obvio), Madrid concentra el grueso de la industria audiovisual. “El poder económico se reúne en Madrid en todos los sectores y también en el sector audiovisual están las grandes compañías, los operadores, los Netflix, las sedes de las principales compañías de entretenimiento y el talento se acaba acercando. Madrid se ha convertido en el polo principal”, señala el productor audiovisual Kiko Martínez, que encontró su espacio en Madrid tras el fracaso del sistema audiovisual valenciano, con el cierre de Canal 9 y de la Ciudad de la Luz hace 15 años.

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Ese centralidad audiovisual, frente a lo que pueda parecer, se está diversificando. Las obligaciones del desarrollo de las lenguas cooficiales, el desarrollo de institutos de cine autonómicos o los incentivos fiscales autonómicos (País Vasco o Navarra) “contribuyen a compensar un poco ese desequilibrio”.

La concentración industrial centraliza también el relato que se proyecta. “Lo ha habido siempre pero ahora lo hay menos”, advierte el productor. “La ciudad de Madrid estaba retratada como Nueva York en el cine americano. Todo pasaba en Madrid. Los grandes generadores de contenidos y el talento estaba allí, los directores vascos se iban a Madrid y acababa teniendo un protagonismo sin dejar espacio a la diversidad cultural del resto del país. Creo que eso ha cambiado. Tenemos ejemplos de películas vascas, catalanas ('As Bestas', 'Alcarràs', '20.000 especies de abejas'). Ha cambiado para bien”, concluye.