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¿No queremos fabricar medicamentos?

Me dejó preocupado la reciente advertencia del consejero delegado de la farmacéutica catalana Reig Jofre, Ignasi Biosca, quien aseguró que hay fármacos que no sale a cuenta producir pese a ser básicos

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Servicio de farmacia de un centro sanitario

Servicio de farmacia de un centro sanitario / SEFH

Si algo aprendimos con la pandemia es que hay productos o servicios que no pueden dejarse completamente en manos de terceros. Y no me refiero solo a las mascarillas. Es lo mismo que ha sucedido con los chips, en manos coreanas y taiwanesas; y otras muchas cosas que dejamos de fabricar para que las hicieran otros. Es por eso que desde las instancias europeas se potencia el concepto de autonomía estratégica, es decir, de tener producción y reservas de bienes esenciales.

Me dejó preocupado la reciente advertencia del consejero delegado de la farmacéutica catalana Reig Jofre, Ignasi Biosca, quien aseguró que hay fármacos que no sale a cuenta producir pese a ser básicos. Y eso sucede por la presión de las administraciones por bajar los precios, ya que son productos regulados. Puso el ejemplo de un jarabe antibiótico que producen, anclado en 98 céntimos de precio de venta. "Si no se paga lo que realmente cuesta un producto este dejará de hacerse aquí y se acabará produciendo en países con costes más bajos", proclamó.

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Es un aviso a navegantes. Su compañía, por ejemplo, ha decidido centrarse en productos de base biológica, más rentables; dado el aumento de costes, que no se pueden repercutir en el precio, que está regulado, por el alza de las materias primas y la energía y la subida prevista este año por la cláusula de garantía salarial del convenio colectivo de la industria química en torno al 12%. Y eso afecta a las medicinas de bajo coste pero elevada importancia para el día a día de los ciudadanos.

Si queremos apostar por una industria que produzca genéricos imprescindibles aquí en vez de tener que importarlos a la desesperada en situaciones de emergencia, habría que aplicar una política que combinara unos precios de venta asumibles que a la vez cubrieran los costes y arrojaran algo de beneficio, sin necesidad de llegar a los niveles que en su día provocaron la presión por rebajarlos. De lo contrario, en caso de necesidad extrema, como en la pandemia, tendremos que tirar de chequera y pagar lo que nos pidan y ya sabemos qué pasa.