ENERGÍA

El Gobierno se resigna frente al boom de compras de España de gas a Rusia: “No se puede impedir”

El Ejecutivo presiona a las energéticas para que recorten las importaciones de gas ruso, pero no puede imponer sanciones porque la UE no las ha prohibido.

Las importaciones de gas ruso se dispararon un 35% hasta niveles récord el año pasado y Rusia se consolida como tercer mayor proveedor, tras Argelia y EEUU. 

Un buque metanero descarga gas natural licuado en una planta de regasificación.

Un buque metanero descarga gas natural licuado en una planta de regasificación.

3
Se lee en minutos

España sigue disparando las compras de gas procedente de Rusia a pesar de la guerra. Las importaciones españolas de gas ruso crecieron un 35% el año pasado, hasta rozar los 72.700 gigavatios hora (GWh) equivalentes, y Rusia consolidó su posición como tercer mayor proveedor de gas del país con más de un 18% de las compras totales, sólo por detrás de Argelia y de Estados, según los registros de Enagás, el gestor del sistema gasista español.

El Gobierno español ha venido presionando -sin éxito- a las compañías energéticas responsables de estas importaciones de gas ruso para que reduzcan las compras y que no firmen nuevos contratos de suministro. Pero el Ejecutivo se resigna por no tener herramientas legales para impedir y asume que las empresas podrán seguir comprando gas ruso en las cantidades que determinen libremente, porque la Unión Europea no ha vetado su importación como parte de las sanciones económicas contra el Kremlin por la invasión de Ucrania.

“Las decisiones sobre el comercio exterior se deben adoptar en el marco de la UE. No ha habido ninguna decisión por parte del Consejo Europeo en el sentido de incluir las importaciones de gas de Rusia entre las actividades prohibidas y sancionadas”, explica la vicepresidenta y ministra para la Transición Ecológica, Teresa Ribera.

Ante esta situación, el Gobierno no puede adoptar medidas para impedir la llegada de gas natural licuado (GNL), el que se transporta en barco. “En este escenario, [la compra de gas ruso] es una actividad liberalizada. Si no hay posibilidad de imponer sanciones por parte de los estados miembros, no se puede impedir. Aunque creamos que sería deseable que no fuera así”, resume la vicepresidenta. “No hay base jurídica para adoptar decisiones” al respecto por parte del Gobierno español.

La propia Ribera remitió hace unos meses una carta a los grandes operadores gasistas españolas para que reclamarles que dejen de comprar gas ruso y que no suscriban nuevos contratos de suministro y también asegura haber mantenido “reiteradas conversaciones” con las compañías energéticas para reducir el peso del gas ruso en la base de importaciones españolas, que en una parte sustancialmente posteriormente se revenden a otros países.

Sin veto de la UE

La Unión Europea ha lanzado varios paquetes de sanciones contra Rusia para ahogar económicamente al Gobierno de Vladímir Putin y cortar sus vías de financiación de la guerra en Ucrania. Entre las múltiples medidas de castigo no se ha incluido el bloqueo de las compras de gas ruso. Y tras casi dos años de guerra, España se está convirtiendo en un gran receptor de gas ruso por barco para luego reexportarlo a otros países.

Noticias relacionadas

Desde el sector energético se apuntan diferentes circunstancias que explican el incremento sostenido de las compras a Rusia. Las importaciones responden en parte a contratos a largo plazo firmados con mucha anterioridad a la invasión y que no se pueden romper sin exponerse a sanciones millonarias, justifican las compañías. Pero se da por hecho que sí que se están firmando nuevos contratos dada la magnitud del incremento de las importaciones en el último año.

Con la red de gasoductos entre Rusia y Europa en punto muerto, España se ha convertido en un destino prioritario para hacer llegar gas ruso por barco gracias a su enorme parque de plantas de regasificación (que concentra un tercio de toda la capacidad de la UE), para luego revenderlo a otros países. De hecho, España fue el año pasado en el país no productor que más gas vende de todo el mundo.