El ‘covid de las vacas’, la ruina de las granjas

Hace año y medio, en plena tormenta originada por la bajada de los precios de la leche y los altos costes de producción, arreciada por la guerra de Ucrania y la severa sequía, José Antonio Rosón pensó en tirar la toalla. Vender las vacas y cerrar su granja. "Era insoportable perder cada mes 15.000 o 20.000 euros". Pero aguantó. Con dos hijos dispuestos a tomar el relevo de la explotación lechera y el esfuerzo inversor realizado para mejorarla y asegurar la máxima rentabilidad, el ganadero zamorano decidió seguir.

"Ahora que habíamos cogido algo de oxígeno, estamos ahogados otra vez". Porque no imaginaba esta familia ganadera el nuevo embate que le esperaba. La feroz irrupción de la enfermedad hemorrágica epizoótica (EHE), el covid de las vacas, que ha situado a esta granja en la primera de Zamora con mayor impacto. "Es una enfermedad altamente preocupante para el campo español", recalca la Asociación Nacional de Especialistas en Medicina Bovina de España (Anembe), que agrupa a más de 1.000 veterinarios expertos en ganado vacuno.

Los datos son para temblar: 27 vacas madres muertas, 10 terneros recién nacidos muertos y cinco abortos de 6 y 7 meses en novillas de primer parto. No acaba ahí el desastre. Un total de 66 animales enfermos, "y siguen saliendo". Y cerca de 10.000 euros en medicamentos sin saber si están "malgastando el dinero o haciendo algo". Hay más. Esta granja de vacas de leche de raza frisona lleva casi dos meses produciendo 1.200 litros menos cada día.

Estadísticas incompletas

"Sacábamos 9.200 litros diarios y ahora no llegamos a los 8.000", contabiliza Rosón, cabeza de familia de esta explotación de ganado bovino para la producción de leche (Rosón Sánchez SL) con unos 680 animales, donde también trabajan su mujer y los dos hijos mayores, además de emplear a dos operarios.

El ataque de la EHE en esta granja hace saltar por los aires las estadísticas y las tibias tasas de mortalidad que maneja el Ministerio de Agricultura y Ganadería. "Si esto sigue avanzando, nos vamos a la ruina", describe con crudeza Soraya Rosón, madre de una niña y ganadera en un negocio agropecuario familiar que atraviesa uno de los momentos más críticos. "Mira que hemos librado batallas, pero esto nos sobrepasa", certifica el padre.

Los cálculos de Manuel Morales, veterinario que lleva la explotación, elevan el impacto económico de la EHE en este caso a unos 60.000 euros en pérdidas desde que la enfermedad se manifestó, hace dos meses. "En mis 30 años de experiencia, no he conocido una situación de tal gravedad. Esto nos ha sorprendido a todos porque en cada explotación la sintomatología ha sido diferente", subraya. Y lo que es más inquietante: animales en plena producción dejan de dar leche. "Se estima una bajada de la producción de entre seis y siete litros por vaca", apunta, lo que equivale a un recorte del 20%. "Más grave aún que la muerte de vacas son las pérdidas de producción", certifica el técnico.

Estamos ante una epidemia desconocida en Zamora hasta que el 18 de agosto de 2023 saltó el primer caso. Venía del sur, avanzando mes a mes. Históricamente, la EHE ha circulado en América del Norte, Australia, Asia y África, pero nunca había sido detectada en España ni en la Unión Europea (UE) hasta que, el pasado 10 de noviembre de 2022, las autoridades italianas comunicaron la presencia del virus en explotaciones de ganado bovino en la isla de Cerdeña y unos días más tarde en Sicilia. El 18 de noviembre de 2022 se detectaron los primeros casos en España, en la provincia de Cádiz. Hoy la enfermedad hemorrágica epizoótica está extendida por prácticamente todo el país. Su recorrido en Zamora se inició en vacas de campo, para continuar después por las granjas de leche sin perder de vista a los ciervos, aunque, hasta donde se sabe, la incidencia en la fauna salvaje es más leve. 

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Si hay que poner un punto de luz a esta epidemia, es que no supone problemas en el movimiento o consumo de los productos animales: se puede comerciar con la carne, la leche y la piel sin que suponga ningún menoscabo a la calidad de los derivados del ganado vacuno.

Sin vacunas autorizadas en la UE frente a esta enfermedad ni ayudas efectivas, los ganaderos temen más cierres de explotaciones. "Si no nos ayudan, si esto sigue avanzando, llegará un momento en que la EHE nos arruine totalmente. Hay una previsión de tres años para sacar una vacuna. ¿En tres años qué puede pasar aquí?", se pregunta Rosón.