Tribuna

Defensa del pragmatismo radical

El autor explica la importancia de adoptar una estrategia de pragmatismo radical ante la crisis medioambiental

Desgrana con diferentes referencias y ejemplos cómo actualmente las acciones planteadas son más un complemento que una transición completa 

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Las noticias sobre el cambio climático provocan pesadillas recurrentes en millones de personas.

Las noticias sobre el cambio climático provocan pesadillas recurrentes en millones de personas.

A menudo me resulta difícil comprender nuestra situación actual. A pesar de las pruebas crecientes de que nuestro impacto perjudica el medioambiente, nos enfrentamos a voces que intentan minimizar la gravedad del problema. Algunas ofrecen garantías de una "tremenda innovación", otras afirman que las soluciones radicales son indeseables porque las personas se resisten al cambio. Algunas de esas voces incluso niegan con rotundidad la realidad del desastre provocado por el ser humano que se desarrolla ante nuestros ojos, con la justificación de casos de aumentos extremos de temperatura en el pasado.

La mayoría no tardamos en reconocer el problema del cambio climático y la necesidad de actuar, pero resulta muy descorazonador presenciar la falta de medidas políticas concretas y la inacción de gobiernos, empresas y de la ciudadanía. La confianza en el sistema actual que nos ha llevado a este punto crítico es parte del problema. La creencia de que la innovación y los mercados proporcionarán soluciones por sí solos puede ser reconfortante para quienes están satisfechos con su estilo de vida y atractiva para los intereses creados en las industrias contaminantes, pero es básicamente errónea. Es como un cuento antes de dormir que proporciona un consuelo falso mientras los horrores verdaderos de la destrucción climática yacen bajo nuestras camas y no solo en regiones lejanas.

Y entonces algún comentarista "objetivo" interviene y explica que tratamos con profecías (personas que declaran que necesitamos un cambio radical - a menudo mal nombrad como fatalidad) y "magia" (quienes confían completamente en la innovación como solución y piensan que todo es demasiado alarmista), como referencia a The Wizard and the Prophet de Charles Mann. Un blanco y negro muy fácil de entender.

Sin embargo, la realidad, como también subraya el libro de Charles Mann, es bastante diferente. Soy un firme defensor de la innovación y las soluciones. El progreso de la humanidad es un testimonio de nuestro afán por avanzar. Pero es crucial reconocer que no todas las innovaciones que concebimos resolverán nuestros acuciantes problemas, ya sea porque conducen a otras cuestiones o simplemente porque las concebimos demasiado tarde.

También me parece descorazonadora la falta de avances, sobre todo en ámbitos como la protección de la biodiversidad y la reducción del consumo global de energía en la economía. Aunque las fuentes de energía renovables son sin duda un paso en la dirección correcta, actualmente sirven como complemento y no como una transición completa. La demanda creciente de energía requiere cambios más amplios y transformadores para abordar eficazmente nuestros retos medioambientales. Las perspectivas para la biodiversidad parecen aún más sombrías. El retraso en la respuesta de nuestro ecosistema significa que las consecuencias más perjudiciales de nuestras acciones anteriores aún no se han manifestado por completo.

Una razón importante es que dependemos demasiado de las políticas impulsadas por el mercado mientras descuidamos retos cruciales como la eliminación progresiva de industrias, la reducción de beneficios y el fomento de la reducción de la demanda. Ese enfoque pasa por alto la paradoja de Jevons y el llamado “rebote circular”, en el que las soluciones innovadoras pueden conducir a un aumento de las tasas de consumo. Por supuesto, la esencia de los mercados es buscar siempre formas de obtener beneficios de la manera más eficiente, sin tener en cuenta los objetivos de sostenibilidad.

Si comprendemos los escollos de los enfoques basados en el mercado y reevaluamos nuestros supuestos podremos allanar el camino hacia un cambio significativo y soluciones sostenibles que garanticen un futuro mejor para nuestro planeta y las generaciones venideras.

En 2006, Al Gore estrenó su película "An Inconvenient Truth", pero a muchos aún les cuesta entender su mensaje principal. A pesar de las muchas advertencias de la comunidad científica, de la ONU e incluso de otros especialistas que comprenden realmente el estado de nuestro planeta, desviamos las verdades incómodas , nos fijamos en detalles menores y desestimamos las voces alarmistas. Lamentablemente, nuestros debates políticos suelen dar prioridad a los intereses de las personas privilegiadas (es decir, la mayoría las del mundo occidental y rico) y dejamos un peligroso estado de vulnerabilidad medioambiental.

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Para afrontar estos retos con eficacia, abogo firmemente por una estrategia de pragmatismo radical. Radical al reclamar un cambio de sistemas que conduzca a una vida próspera para todas las personas en un planeta también próspero, ahora y en el futuro. Pragmática al reconocer que lograr un cambio significativo exigirá tiempo, compromiso e inclusión para dar cabida a las necesidades diversas de nuestra sociedad. Si ser tachado de pragmático radical o alarmista significa que puedo contribuir a promover argumentos y soluciones que cuestionen el statu quo y allanen el camino hacia un futuro mejor para la humanidad, acepto ese papel de todo corazón.

La verdad debería ser evidente. No hay salidas fáciles a la crisis medioambiental a la que nos enfrentamos. Necesitamos que magia y profecía trabajen juntas. Podemos dedicarnos a un juego inútil de escondite y evitar la verdad o enfrentarnos a la realidad cruda y entablar un debate significativo sobre soluciones viables. Por mi parte, he hecho mi elección y me comprometo a desempeñar un papel activo en el fomento de esas conversaciones vitales y a impulsar un cambio positivo. Pragmático, integrador, con experimentación, fracaso y resiliencia. Si la innovación tiene éxito y nuestra economía puede crecer y al mismo tiempo resolver la crisis del ecosistema es fantástico. Pero como no sabemos si será así, me gustaría que todas las soluciones -incluso las radicales- se pongan sobre la mesa y se den pasos pragmáticos.