OPINIÓN

Ciclo económico y ciclo electoral

Existe una relación causal y bidireccional entre uno y otro, lo que en parte explica el vuelco en las urnas del 28M. Más difícil es saber cómo la política influirá en la economía en la próxima legislatura

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Elecciones.

Elecciones. / EPE

Aunque habitualmente se analiza el impacto de las elecciones sobre el ciclo económico, la realidad es que la relación causal es bidireccional y la economía también tiene una enorme influencia en las elecciones. 

El PSOE ganó las generales en diciembre de 2019 con 7 puntos de diferencia respecto al PP y las municipales de mayo de ese año con una diferencia de 1,6 millones de votos. El pasado domingo, 28 de mayo, el PSOE perdió las municipales por más de 700.000 votos y, un día después, el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, se vio forzado a convocar elecciones el 23 de julio, lo cual recuerda a 2011. Los ciclos electorales normales en España, al igual que en el resto de los países avanzados, suelen durar ocho años. ¿Puede la economía explicar este vuelco electoral en tan solo cuatro años?

La pandemia de covid forzó a un confinamiento y conllevó una crisis económica sin precedentes en marzo de 2020. Las compras masivas de deuda del Banco Central Europeo (BCE) permitieron una actuación también sin precedentes de transferencias de renta que minimizaron el impacto sobre el empleo y las familias. Aun así, la crisis fue muy dura y afectó negativamente a la intención de voto del Ejecutivo. En 2021 comenzó una crisis de inflación causada principalmente por los excesos de política monetaria y fiscal en 2020 para sacar a la economía mundial de la crisis económica originada por la pandemia. La invasión de Ucrania y el cierre de los gasoductos desde Rusia agravaron la crisis energética y la inflación en España subió hasta el 10%, algo que la sociedad española no había sufrido desde principio de los años 80.

Consumo privado

El Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS) publica mensualmente un estudio sobre la confianza de los consumidores y la pregunta por la situación de su propio hogar tiene una elevada correlación con el consumo privado. Hay muchas más variables que influyen en la decisión de voto de una persona, pero esa pregunta es el mejor indicador de la influencia de la situación económica. En 2022, la confianza del consumidor en su propio hogar se desplomó hasta niveles próximos a sus mínimos de 2012, durante el rescate. El PP se derrumbó en intención de voto tras la brusca salida de Pablo Casado, pero en el verano de 2023 le sacaba 5 puntos al PSOE en el promedio de encuestas y esa distancia se ha mantenido hasta el 28M.

El empleo crece con fuerza y los precios del gas y la electricidad se han desplomado a niveles prepandemia. Pero la sequía mantiene elevada la inflación de alimentos, que es de consumo frecuente y la que más afecta a las expectativas de los consumidores. La confianza de los consumidores en su propio hogar ha mejorado desde enero, pero en abril seguía 30 puntos por debajo de los niveles de 2019. Seguirá mejorando hasta julio y el consumo y el empleo también; entonces veremos si influye o no en las decisiones de voto.

Más complicado es analizar cómo la política va a influir en la economía en la próxima legislatura. Podemos ya es historia y, si Sánchez continúa, está por ver si Yolanda Díaz sigue en el Gobierno. Alberto Núñez Feijóo puede llegar a la Moncloa, pero su política económica sigue siendo una incógnita, un año después de ser designado líder del PP. En esta campaña los españoles deberían saber quién sería su vicepresidente económico y cuál es su plan para la economía española hasta 2027.

España tiene un grave problema de crecimiento de productividad desde hace dos décadas, especialmente de lo que los economistas denominamos productividad total de los factores. El problema está asociado al tamaño empresarial y se concentra en las microempresas de menos de 10 trabajadores. En el resto de empresas de mayor tamaño, nuestros niveles de productividad y competitividad son equivalentes a los de nuestros competidores internacionales. Pero tenemos muy pocas y necesitamos desarrollar los mercados de capitales para favorecer el crecimiento de nuestras empresas y la productividad. En España hay que hablar menos de creación de empleo y más de calidad del empleo y de salarios. 

El otro gran reto del próximo Gobierno es devolver la hipoteca que ha supuesto la pandemia. Entre 2015 y 2018, con Mariano Rajoy, aumentó el déficit estructural primario 2 puntos de PIB y, desde 2019 hasta 2023, con Sánchez, otros 2 puntos más. En 2019, el gasto público en España estaba próximo al 42% del PIB, y en 2022 al 48%: 6 puntos a los que han contribuido el Gobierno Central, la Seguridad Social y los gobiernos autonómicos y locales. 

El Consejo Europeo recomienda a España que no aumente el gasto público más del 2,6% en 2024, que reduzca el déficit por debajo del 3% y que sea estructural. Para conseguir eso habrá que reducir el gasto estructural generado desde 2019 y también subir impuestos como advirtió el Banco de España en su último informe anual, especialmente los tipos reducidos de IVA, que en España reducen significativamente la recaudación.

Transformación industrial

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