OPINIÓN

El valor de la función financiera en la transformación de las compañías

Existe un alto poder de influencia de la dirección financiera en momentos clave de transformación de las compañías. El rol del CFO necesita ampliar su foco y moverse en base a la propia evolución de la organización

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Una oficina.

Una oficina.

Si lo asimilamos a un viaje en tren, la estación de partida se encontraría normalmente en un entorno de empresa familiar, donde la balanza de la atención entre los órganos de gobierno y la dirección ejecutiva, representada por miembros de la propiedad, estaría claramente inclinada a favor de la segunda. En ese momento, los retos de la dirección financiera, que suele estar representada por un profesional no perteneciente a la propiedad, se encuentran en el contexto de la aportación de valor más relacionada con saber “dónde estamos” en cifras, poner orden y control al flujo de las mismas, así como, entre otros, ser los guardianes de los niveles de coste y de deuda.

Cuando el tren comienza a tomar velocidad, ya sea por la internacionalización de los negocios, la creación o adquisición de otras unidades, o por el crecimiento en un mercado determinado, el foco de la dirección financiera se debería desplazar hacia el reto que supone el control e integración de esas unidades. Pero también se presentan nuevas bifurcaciones en el camino, que pueden tomarse o no; una de ellas es una mayor participación e influencia en el entendimiento y en la definición de la estrategia de la compañía. Si el director financiero toma esa bifurcación en ese momento del viaje, su rol se eleva a una nueva dimensión y su aportación de valor adquiere nuevas perspectivas, a la vez que se hacen necesarias determinadas competencias por su parte, tanto en el ámbito técnico como en el de las relaciones personales.

En este tramo del viaje se hace crítico que determinados aspectos operativos de la organización, y no solo la dirección financiera, evolucionen al ritmo que requiera la velocidad y destino fijados. Entre otros, sería destacable la importancia de los sistemas informáticos, el control interno y de las filiales, así como el compliance. Otra vez, la habilidad del director financiero en sus interacciones o toma de responsabilidad con algunos de estos ámbitos, puede suponer nuevas bifurcaciones que nos llevarán por caminos más largos o difíciles.

Conforme el tren continúe avanzando, se pueden incorporar nuevos compañeros de viaje que formen parte del accionariado u otras partes interesadas que puedan tener influencia sobre las decisiones de la propiedad. A partir de ese momento, la balanza entre los órganos de gobierno y la dirección ejecutiva se comienza a inclinar hacia los primeros. Esto supone un tránsito con un paisaje diferente en el que vuelve a ser clave el movimiento y la ampliación del foco de la dirección financiera.

Aunque órganos de gobierno como el Consejo de Administración pueden verse transformados en mayor o menor medida, dependiendo de los cambios o influencia en la propiedad, no hay mejor ejemplo para ilustrar el cambio de paradigma de una organización y del rol de la dirección financiera que la admisión a cotización en mercados organizados.

Todo aquello que realmente importaba hasta ahora, y va a continuar importando sin duda, pasa a un nuevo plano donde la supervisión del regulador sobre la organización y la del Consejo con sus comisiones sobre la dirección ejecutiva, ponen encima de la mesa nuevas necesidades de información en tiempo y en forma que, hasta ahora, como mínimo se podrían calificar de muy diferentes.

Cuando el tren avanza ya a velocidad de crucero con sus órganos de gobierno en funcionamiento, la primera impresión de que la necesidad es solamente de información en tiempo y formas se diluye y aparece con fuerza la necesidad de reforzar realmente cuestiones relativas a control de riesgos, auditoría interna, ciberseguridad o ESG donde, otra vez, el rol del director financiero interactuando con esas áreas va a ser diferencial para que el viaje continúe a buen ritmo.

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De nuevo, el recorrido siempre ofrece oportunidades al viajero y esta nueva dimensión con sus nuevas necesidades es una excelente ocasión para el crecimiento profesional, aunque también obliga a moverse en nuevos campos de juego como, por ejemplo, las relaciones con analistas o accionistas donde el director financiero tiene que estar preparado y preparar a la organización para superarlo con éxito y además de manera continua.

A lo largo de mi experiencia profesional he acompañado a un gran número de organizaciones en procesos de crecimiento y evolución de la propiedad de su capital. Esto me ha dado la oportunidad de comprobar cómo la dirección financiera tiene un papel fundamental en cada momento del trayecto, ya sea en un contexto de cotización de mercados regulados como en cualquier otro momento de transformación; y cómo la capacidad del CFO de anticipar los retos que presenta la compañía en cada momento del viaje es clave para asegurar un viaje sin excesivos sobresaltos.