Sector literario

Derechos de autor o la proeza de vivir con el 10% del precio de venta

  • Los escritores se ven obligados a combinar varios trabajos para subsistir. Los editores realizan en ellos una inversión de riesgo por la que reciben entre el 7% y el 15% 

Barcelona 23.04.2019 Barcelona Puesto de venta de libros de la librería’ la casa del libro’ durante la Diada de Sant Jordi

Barcelona 23.04.2019 Barcelona Puesto de venta de libros de la librería’ la casa del libro’ durante la Diada de Sant Jordi / 'activos'

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De los escritores se tiende a pensar que trabajan por vocación, no para ganarse la vida. La profesión literaria es de aquellas lastradas por una concepción romántica que recae sobre la figura del autor y sobre todo lo que le rodea, incluido su editor. De hecho, solo el 15% de los autores pueden dedicar su tiempo exclusivamente a producir.  

"Es muy difícil vivir solo de la literatura. Casi todos los autores tenemos otros trabajos. Y no cobramos grandes cantidades, incluso cuando el libro está bien pagado", explica la escritora Montse Barderi. No es de extrañar, si se tiene en cuenta que el beneficio que el escritor recibe por su libro en contadas ocasiones supera el 10% del precio neto de venta. Esto es: si se venden 3.000 ejemplares a 20 euros cada uno, el autor cobraría 6.000.

¿Cómo funciona el mundo editorial? La ley confiere a los autores unos derechos exclusivos de explotación de sus obras que les pertenecen durante toda su vida: los derechos de autor. Tras su muerte, los heredan sus familiares por 70 años. Luego pasan a ser de dominio público. Cuando el escritor culmina una obra, e incluso antes, suele ceder los derechos a una editorial para que la hornee y finalmente la ponga en circulación.

Acuerdo entra las partes

Y al publicarse, ¿Cómo se reparten las ganancias? Aunque hay distintas fórmulas -cada vez cogen más vuelo las autoediciones-, el negocio literario gira en torno a este trato entre el editor y el autor, que no está regulado por ley. En él se fijan los porcentajes que recibirán uno y otro, calculados sobre la cantidad de ejemplares que se vendan -que no los que se impriman-. A menudo, el escritor recibe un anticipo a raíz de esta previsión, que será inamovible. Existen también los agentes literarios, intermediarios, que defienden los intereses del autor.

La industria de impresión suele quedarse entre el 15% y el 20% del total. La distribuidora, entre el 35% y el 40%. Y la editorial, entre el 20% y el 25%. De ahí salen las campañas de márketing, promoción y mantenimiento de la estructura de la editorial. Por lo tanto, "un margen neto normal, satisfactorio para el editor, iría del 7% al 15%", asume Ernest Folch, editor, periodista y propietario de la editorial Navona.

De esta forma, los editores se ven envueltos en un negocio que entraña ciertos riesgos. "El financiero es el más alto porque anticipamos el dinero. Y entre que contratas los derechos de autor, imprimes el libro, lo distribuyes y cobras, puede pasar más de un año. Además, tienen derecho a devolvernos los libros". En definitiva, "nadie trabaja de editor para hacerse rico", sentencia el profesor de Industrias Culturales y Creativas de Esade José María Álvarez de Lara.

En primer lugar, el editor hace una apuesta por el autor, que en el caso de los noveles es a ciegas. Es él quien decide cuántos ejemplares van a imprimirse y corre con los gastos del anticipo. Si finalmente esa cantidad de libros imprimidos no se vende, el editor no tiene derecho a recibir de vuelta el anticipo. "Si un editor publica 10 libros, uno o dos serán un éxito, cuatro o cinco serán regulares y uno o dos serán un fracaso", explica de Lara. "Es una inversión de riesgo -continúa- en la que aquellos libros que se venden mejor financian a los que no tanto". 

Los volúmenes que no se venden acaban en la guillotina. De lo contrario, existe el riesgo de que entren en el mercado negro

"Es un negocio de prueba y error, donde muchas veces se pierde", advierte Folch. Por eso pasan muchos filtros: el porcentaje de libros que llegan a una editorial y que finalmente se acaban editando es inferior al 5%. En Navona, por ejemplo, los seis editores que forman la plantilla editan una media de 60 libros anuales. Editarlos cuesta entre 4 o 5 euros por ejemplar. Esto es, con una tirada media de 3.000 copias, aproximadamente 15.000 euros

Una decisión dolorosa

Los precios de los libros los marca el editor y son fijos. Si no se venden, no se puede recurrir a la estrategia del descuento. Y hasta estipular un precio es una tarea bastante compleja, porque "un libro no vale por la cantidad de papel que tenga, sino por su contenido". Comúnmente, se fijan en función de los precios de la competencia. 

En el caso de los libros devueltos, el editor puede ofrecérselos al autor a precio de coste. O revenderlos a librerías de segunda mano. También donarlos. Pero lo más normal es pasarlos por la guillotina. "El editor puede y debe destruir esos ejemplares, aunque duela", sostiene de Lara. Porque, de lo contrario, "se cortan las portadas y entran en una especie de mercado negro; el autor no cobra por esas ventas", explica Raquel Xalabarder, directora de los estudios de Derecho y Ciencia Política de la Universitat Oberta de Catalunya (UOC).

Gana el mundo físico

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"Somos casi el último reducto del sector cultural que todavía distribuye en físico", comenta el Folch. De hecho, entre el 70% y el 80% de los libros que se venden aún son en formato papel. El audiolibro "no tiene mucho éxito en España", añade De Lara. Ni las versiones digitales, a pesar de que son más económicas.

Nada parece poder contra este sector milenario, impulsado durante la pandemia. Según las últimas cifras de la Federación de Gremios de Editores de España, se produjeron 79.000 títulos en 2021, con una tirada media de 3.590 ejemplares. Y la facturación creció el 5,6% anual, hasta los 2.576 millones de euros. "Es evidente: el libro impreso no morirá", concluye de Lara.