Energía

Crónica de una crisis energética

Un año después de lo que parecía una crisis sin precedentes, Europa no ha entrado en recesión, ha pasado el invierno sin cortes de suministros y el precio del gas ha bajado. El principal motivo: las renovables, donde España tiene una oportunidad histórica

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La planta fotovoltaica sobre agua más grande de España, en Arroyo de San Serván (Extremadura)

La planta fotovoltaica sobre agua más grande de España, en Arroyo de San Serván (Extremadura) / Jero Morales

En febrero de 2022, Vladímir Putin invadió Ucrania y el precio del gas se disparó. La crisis del gas había comenzado unos meses antes por un aumento de demanda global muy concentrado en China, Rusia, Turquía e Irán. Los barcos de gas licuado, que la década anterior venían principalmente a Europa, comenzaron a dirigirse a las lonjas asiáticas, que pagaban precios más altos.

La guerra de Ucrania originó una crisis energética sin precedentes desde 1979. Putin cerró los gaseoductos como medida de presión y dejó a la mayoría de los países europeos sin suministro para la industria y las calefacciones de los hogares. El escenario más probable era una recesión europea y cortes de suministros durante el invierno. El Gobierno alemán activó la emergencia energética por primera vez desde 1945. A esto hay que sumar la peor sequía en Europa en décadas, que redujo la producción hidroeléctrica, y la crisis nuclear en Francia, que obligó a cerrar la mitad de sus centrales.

Un año después, Europa no ha entrado en recesión, ha pasado el invierno sin cortes de suministros y el precio del gas ha bajado de nuevo a 40 euros por megavatio hora. Sigue por encima de sus niveles previos a la pandemia, pero muy por debajo de los 300 euros que alcanzó en agosto de 2022. La inflación europea cayó con fuerza en marzo y según las previsiones del BCE estará próxima al 3% en agosto, cuando los precios se comparen con los de agosto del año anterior. La inflación se concentra en los alimentos y se va normalizando según aumenta la oferta en las cosechas.

Renovables y precios

Se cumplen las sabias palabras de John Keynes: "Cuando piensas que va a pasar lo inevitable, sucede lo imprevisto". Hay varias causas que ayudan a explicar el milagro. La principal son las renovables, que han aumentado significativamente su producción en el último año. La otra es el denostado sistema marginalista de formación de precios. La escasez de gas originó una fuerte subida de precios que ha permitido reducir la demanda de esa materia prima en un 30% y ha evitado cortes de suministro en el invierno.

La otra causa más destacable ha sido la reacción unida de todos los países europeos, liderados por la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Layen. Los mix energéticos de los países son muy diferentes y el incentivo para cargarse el mercado único eran elevados. Bruselas ha gestionado magistralmente la crisis, cuidando las sensibilidades de los países y manteniendo la unidad, algo que Putin no tenía previsto.

La reciente propuesta del mercado eléctrico de la Comisión Europea es un ejemplo más de liderazgo y visión estratégica de futuro. Se mantiene el sistema marginalista de fijación de precios, que ha vuelto a niveles razonables. Se potencian los acuerdos de largo plazo para el desarrollo de inversiones en energías renovables para reducir totalmente la dependencia europea del gas ruso. Se intenta desarrollar un mercado de derivados necesario para poder subir los contratos de precios a largo plazo, igual que sucede en los mercados de materias primas. Esta es la parte menos clara de la reforma y será determinante.

El papel de los estados miembros es complementar al mercado. La Comisión Europea les propone diseñar mecanismos de protección de los consumidores ante crisis de escasez como la del último año y garantizar la seguridad jurídica para favorecer la inversión privada en renovables. Las grandes plantas son compatibles con el autoconsumo, pero solo con autoconsumo seguiríamos dependiendo del gas ruso y de la energía nuclear por décadas.

España tiene una oportunidad histórica en este nuevo escenario. El desarrollo industrial en los últimos siglos fue en el centro de Europa por la existencia de carbón abundante y barato. Pero en las próximas décadas será en las zonas con sol y viento abundante, y España tiene el doble de horas de sol. Extremadura es la región con menor renta por habitante, alta tasa de paro, población envejecida y decreciendo. A la vez es la región líder en fotovoltaica de Europa por kilometro cuadrado. Su producción industrial en esta legislatura desde 2019 ha aumentado el 11%, mientras que en España, Francia y Alemania ha caído el 6% en el mismo periodo. Con las inversiones ya en marcha, Extremadura duplicará el empleo industrial en la próxima legislatura.

España debe reducir la burocracia, dar seguridad jurídica, cumplir con Bruselas y eliminar impuestos al capital

José Carlos Díez

Las regiones más afectadas por la crisis energética han sido las del Cantábrico, donde se concentra la industria electrointensiva. Paradójicamente, las renovables son una gran oportunidad también para esas regiones, ya que muchas empresas industriales van a crecer para atender el aluvión de inversión privada. La eólica marina va a crear un millón de empleos en el mundo, la clave es decidir cuántos queremos crear en España. 

Hoja de ruta

¿Qué puede hacer el Gobierno de España para potenciar esta gran oportunidad? Primero, resolver la burocracia administrativa que pone palos en las ruedas. El 25 de abril vencen licencias por unos 50 gigavatios y la burocracia es el principal riesgo. España es el país más beneficiado por la renovación renovable de Europa pero necesita seguridad jurídica y cumplir las recomendaciones de Bruselas. También ayudaría eliminar impuestos al capital, como está haciendo Portugal, para hacer más atractiva la inversión.

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Si seguimos esta hoja de ruta, en España se alcanzará el ansiado pleno empleo, aumentaremos la productividad y los salarios, reduciremos la desigualdad y la precariedad laboral, aumentará la recaudación del IRPF y del IVA, y tendremos también mejor sanidad, mejor educación y mejores pensiones públicas.

El futuro es ilusionante, el pasado es incierto.