VALENCIA CF

Peter Lim, del 'bienvenido, Mr. Marshall' al 'go home' tras perder 180 millones

Ocho de los 10 traspasos más caros de la historia del Valencia CF se han hecho bajo el mando del magnate singapurense, pero ninguno continúa hoy en el club y todos fueron vendidos por menos de lo que costaron o escasas plusvalías. Y lo más doloroso: salieron por las necesidades económicas de un equipo que no ha dado el salto deportivo que se perseguía con la llegada de un nuevo inversor

Peter Slim.

Peter Slim.

5
Se lee en minutos
Cristian García

A su llegada, más de un millar de aficionados se agolparon a las puertas de Mestalla entre vítores y la ilusión propia de quien pensaba que, ahora sí, su club podía volver a ser importante en Europa. Han pasado ocho años desde aquella imagen de Peter Lim entronándose mediáticamente como nuevo propietario del Valencia CF. Otras tantas temporadas después, se repite y va a más: casi 15.000 seguidores a las puertas del estadio, pero esta vez con el partido iniciado y para reclamar que el magnate singapurense venda sus acciones. Del bienvenido, Mr. Marshall al Peter, go home ante la ausencia clara de un plan económico-deportivo.

La inversión directa en el club de LaLiga no le está resultando rentable. Toda potencial plusvalía con una venta posterior de su paquete accionarial pasaba por un crecimiento que no se ha dado; de hecho, ninguna de las carpetas que había sobre su mesa al llegar se ha resuelto. Y eso que, desde su aterrizaje, ha inyectado más de 160 millones a través de ampliaciones de capital para cubrir su apuesta.

Varios candidatos

Recapitulemos. En octubre de 2014, Lim se hizo con el 70% del conjunto che por 94 millones, en un proceso de venta en el que todos aquellos con cierto poder en la Comunidad Valenciana quisieron imponer su candidato. La firma de inversión Cerberus, que entre sus ejecutivos contaba con José María Aznar Botella y eso la conectaba bien en un territorio controlado por el PP; un grupo inversor ruso que prometía la presidencia a Alfonso Rus, que entonces era presidente de la Diputación de Valencia, y Lim, la propuesta más exótica por cuanto se erigía en el primer inversor asiático con cierto pedigrí en el fútbol, en tanto que socio del superagente Jorge Mendes y de la generación dorada del Manchester United en la compra del Salford City.

Ese fue el proyecto que defendió Amadeo Salvo, quien pilotó la venta desde la fundación a la que se trasladó el paquete mayoritario de acciones, siempre con el visto bueno de los bancos y tutelado por el ahora presidente del Puerto de Valencia, Aurelio Martínez, expresidente del ICO, Loterías y Navantia; posteriormente, el también miembro de la familia propietaria de Power Electronics continuó como primer ejecutivo durante la primera temporada. Así, se garantizaba una representación conocida y sobre el terreno de una propiedad que apenas se ha dejado ver por el Turia y que desde 2015 ha ido colocando a ejecutivos de su confianza en la gestión, sin que estos hayan sabido restablecer la conexión social perdida. El único paréntesis fue Mateu Alemany, que de 2017 a 2019 tomó las riendas y capitaneó un periodo en el que sí se avanzaron algunos proyectos y se minimizaron las pérdidas. 

La falta de paciencia con el hoy hombre fuerte de Joan Laporta en el Barça y su contestación a determinadas operaciones acabaron con el idilio de quien sigue sin tener claro qué equipo de fútbol quiere. Sin embargo, el problema de Lim es que atender la solicitud mayoritaria de su único jefe -como denomina Mercadona a sus clientes- no casa con los tiempos que requiere no perder dinero con esta compra.

Igual que en 2014

Entre compra de acciones y ampliaciones de capital, el magnate singapurense ha invertido 254 millones, pero el Valencia CF sigue casi en el mismo punto en el que estaba en 2014: ha sido incapaz de vender los terrenos donde se levanta Mestalla para financiar las obras del nuevo estadio, cuya inauguración, prometida para el centenario en 2023, no llegará al menos hasta 2025; lejos de consolidarse en plazas para competir en la UEFA, hoy pelea por evitar el descenso, acumula pérdidas por 181,3 millones desde 2014-2015 y su deuda financiera neta solo ha bajado de 317,6 millones a 241 millones por el efecto de las potenciales quitas que se prevé asumir por parte de CaixaBank (herencia de Bankia).

De hecho, la valoración del Valencia CF ha bajado de 422,3 millones de a 272,9 millones entre 2020 y 2023, según LaLiga Stock Market, el estudio de 2Playbook Intelligence que anualmente establece una valoración para todos los clubs que compiten en el fútbol profesional español. Es decir, que actualmente apenas podría obtener plusvalías respecto a todo el dinero invertido en estos años, lastrado por un modelo en el que la cifra de negocio solo está ligeramente por encima de la media registrada en la última década, con unos 110 millones anuales. La masa salarial, por el contrario, sí que ha subido en más de 20 millones respecto a la media desde la temporada 2010-2011 si se exceptúan los dos años en que el club consiguió competir en la Champions League; el ajuste respecto a esa época es de casi 40 millones.

A pesar de toda esta crispación social que ha originado la ausencia de proyecto deportivo sostenido a medio y largo plazo, lo cierto es que el conjunto che se mantiene como uno de los que más afición moviliza, con casi 40.000 abonados, si bien ha caído de la quinta a la octava posición en cuanto a recaudación por día de partido. Y el temor que pueden albergar los potenciales compradores es cuánta inversión adicional deberán asumir para tratar de recomponer la primera plantilla y dar incentivos cara al traslado al nuevo estadio, que ampliará el aforo a un mínimo de 66.000 personas.

Pago de las obras

Noticias relacionadas

El pago de las obras está garantizado, ya sea con la venta de los terrenos de Mestalla, por los que se aspiraba a conseguir más de 100 millones, o con los 120,7 millones de fondos de CVC a través de LaLiga Impulso. Y la deuda podría ser muy inferior, pues la dirección da por impagables 61 millones de una deuda que hoy se concentra en CaixaBank después de la adquisición de Bankia; ahí se añaden 103 millones de un préstamo hipotecario que vence en 2029 y 15 millones más en pólizas hasta 2028. 

El acuerdo establecía que parte de los préstamos se pagarían en función del ebitda generado hasta 2026, un plazo que se ha ido ampliando a medida que se daba por imposible que con sus resultados pudiese recuperarse algo de ese profit sharing agreement (PSA). Un escenario tan incierto como quién estaría dispuesto hoy a asumir el relevo de Lim al frente de un proyecto desestructurado en lo económico, devaluado en lo deportivo y deshilachado en lo social.