OPINIÓN

Los bancos y el ahorro cripto

La venta de productos de ahorro e inversión basados en monedas digitales está más cerca, pero no es para todos

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Los grandes bancos españoles preparan su maquinaria para lanzar productos de ahorro e inversión basados en monedas digitales y destinados a los inversores con mayor apetito por el riesgo. No será antes de superar el amargo regusto que ha generado la quiebra de varios intermediarios, como FTX, ni de que exista una regulación clara de estos productos que, por ahora, se comercializan sobre todo en Suiza, como explica Eduardo López Alonso. Es así porque el país helvético ha replicado una regulación de la banca tradicional al mundo cripto. Todo apunta a que será allí donde las entidades tradicionales españolas lanzarán sus productos de nueva hornada.

Los bancos españoles han de ser prudentes en la venta de productos de ahorro o inversión basados en criptomonedas, que deben destinarse, preferiblemente a inversores cualificados a los que se les tiene que ofrecer claridad máxima. Además, la comercialización debería esperar a la aprobación de una regulación armonizada para todos los estados miembros de la Unión Europea, tanto para emisores de criptoactivos, como plataformas de intercambio y criptomonedas, que está en tramitación y que no entrará en vigor hasta el año que viene

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Hacerlo antes puede ser peligroso, según el Banco de España y la Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV). Los dos organismos sostienen que los criptoactivos son una apuesta de alto riesgo para los inversores minoristas por su extrema volatilidad, complejidad y falta de transparencia. Se calcula que las criptomonedas mueven en España en torno a los 60.000 millones de euros al año en España.

Pese a que no todo lo cripto es igual, habrá que hacerles caso. Nadie quiere revivir episodios como el de las participaciones preferentes, aquellos títulos de deuda perpetua que bancos y cajas de ahorros colocaron entre los inversores minoristas casi como si fueran depósitos. Lo hicieron a cambio de altas rentabilidades a finales de la década de 1990. Después, con la crisis financiera, las preferentes se volatilizaron, como si fueran el timo de la estampita, y dejaron atrapados a miles de pequeños ahorradores. Que la historia no se repita.