OPINIÓN

Reindustrializar España con energías renovables

Estamos inmersos en una revolución de la misma magnitud o mayor que la del siglo XVIII. ¿Por qué el país con las mejores condiciones para llevarla a cabo está obsesionado con obstaculizar inversiones?

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Aerogeneradores de Audax Renovables.

Aerogeneradores de Audax Renovables. / AUDAX RENOVABLES

Cuando dibujas en un mapa la producción industrial en Europa observas que se concentra en Alemania, Francia, Bélgica y Holanda, cerca de las cuencas del carbón. La revolución industrial del siglo XVIII se inició con la máquina de vapor y la abundancia de carbón a precios competitivos fue determinante para decidir la ventaja competitiva de las empresas y de las regiones.

Ahora estamos inmersos en otra revolución energética de la misma magnitud o mayor. La tecnología permite producir electricidad con energía eólica y fotovoltaica a costes más baratos que el carbón, el petróleo, el gas y la nuclear. El 80% de las nuevas inversiones para producir energía son en renovables, lideradas por China pero también en Estados Unidos (EEUU) y en Europa.

España tiene el doble de horas de sol que nuestros socios europeos y la misma placa fotovoltaica produce el doble de electricidad. España tiene también buenas condiciones de viento que es complementario con la energía solar. España es líder mundial en tecnología e ingeniería eólica. Todo comenzó con política industrial en los años ochenta de colaboración público privada. Hoy Iberdrola es la empresa del mundo que produce más electricidad con energía eólica y lo hace en las principales economías del mundo: EEUU, Reino Unido, Japón, Alemania, Francia, Australia, etcétera. Y su ecosistema de proveedores va detrás para construir parques por todo el mundo.

El 25% del total

España ya dispone de 30 gigavatios de energía eólica instalados, el 25% del total de potencia instalada y la fuente primaria de energía líder en nuestro país. Ya tenemos 20 gigavatios de fotovoltaica, el año pasado aumentó un 30%, este año seguramente va a superar al gas como segunda fuente de potencia instalada y en pocos años será líder.

Instalar un megavatio de energías renovables genera tres empleos y el objetivo es instalar al menos 6.000 megavatios anuales hasta 2030. O sea 20.000 empleos anuales sólo en la instalación de las plantas. La mayor parte de las plantas se instalan en Castilla la Mancha y Extremadura, la zona menos industrializada de España. Casi el 100% del valor añadido de una planta eólica se genera en España. En la fotovoltaica es el 40% que sigue siendo un porcentaje elevado con fuerte efecto arrastre sobre el resto de sectores, especialmente la industria. China es el mayor consumidor de placas del mundo y esa fuerte demanda le permite alcanzar un tamaño crítico de su industria que es imbatible en costes de las placas. Pero la ingeniería, las estructuras metálicas, el transporte, la logística y la instalación se hacen en España.

España ya se está reindustrializando sin que seamos conscientes. Las grandes multinacionales han elegido España para instalar sus centros de datos. ¿Causa? Los menores costes de electricidad gracias a las energías renovables. Volkswagen ha elegido Sagunt para su fábrica de baterías. Podría haber conseguido fondos europeos en cualquier país y hay más puertos en Europa pero va a instalar 500 megavatios en una planta fotovoltaica y España es el lugar con el menor coste por megavatio hora.

Ferrol era una ciudad en depresión tras la reconversión en los años ochenta que ha renacido gracias a que Navantia es el principal proveedor de eólica marina de Iberdrola. Su proveedor de anclajes es Windar, que está protagonizando el renacer industrial de Avilés, sustituyendo a la siderurgia y las industrias tradicionales que están en retroceso. Se estima que se van a crear más de un millón de empleos en eólica marina en el mundo. La pregunta es ¿cuántos queremos que se creen en España?

Trujillo, en Cáceres, sufría los efectos de la despoblación. Instalaron plantas fotovoltaicas y el promotor de una de ellas trajo una fábrica de diamantes que generará más de 300 puestos de trabajo. La clave es apoyar el desarrollo de esas empresas industriales para que crezcan y se hagan multinacionales y que el resto de compañías aprovechen los menores costes de la electricidad firmando acuerdos a largo plazo y aumentando su competitividad, lo cual acabará redundando en más productividad, más empleo y mejores salarios.

El mayor riesgo es la inseguridad jurídica. Los excesos de subsidios a la fotovoltaica durante la burbuja inmobiliaria llevaron a un enorme y creciente déficit de tarifa. Los recortes de 2012 provocaron más demandas de arbitraje al reino de España en el Ciadi de Washington que las expropiaciones de Hugo Chávez en Venezuela. El impuesto al sol nos hizo perder un lustro en el desarrollo de la fotovoltaica.

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Este Gobierno comenzó bien en 2018 marcando objetivos claros de desarrollos de renovables pero la crisis del gas despertó el planificador soviético que llevaba dentro la ministra de Energía. La patronal eléctrica europea ha dicho que la propuesta de precios planificados que España ha enviado a Bruselas pone en riesgo las inversiones en renovables. ¿Por qué el país con las mejores condiciones para el desarrollo de renovables está obsesionado en poner palos en las ruedas a las inversiones?

Otro riesgo es la burocracia y la ineficacia de nuestra administración pública. Durante cinco años las diferentes administraciones han retrasado el desarrollo de 80 gigavatios de renovables que han sido aprobados en los últimos meses con nocturnidad y alevosía. El otro riesgo es el rechazo en las zonas rurales a la instalación de plantas. Si no aprovechamos esta oportunidad histórica para generar empleo y mayor recaudación de impuestos ¿quién va a pagar el déficit crónico y creciente de nuestras pensiones y sanidad pública en nuestros pueblos?