ANÁLISIS

Por fin, un gran año para la banca

Que los bancos ganen dinero es muy conveniente para la estabilidad financiera y económica del país en su conjunto

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 Logos de Santander y BBVA

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La banca ha publicado resultados récord en un momento dulce para la actividad financiera que algunos achacan exclusivamente al aumento de los tipos de interés. La inflación ha provocado que los bancos centrales hayan elevado el precio del dinero, lo que ha mejorado el margen de intereses de las entidades bancarias. Pero los buenos resultados bancarios no se explican solo por el margen de intereses, sino que son fruto además de otros factores que han contribuido a que esos mayores ingresos cristalicen en un mayor beneficio.

La banca viene trabajando la eficiencia del negocio desde hace años, con reducciones de costes, digitalización y adaptación de la red al mercado. Esto ha supuesto un gran esfuerzo inversor y de reorganización que ha traído consigo la contención de los gastos generales.

También han cuidado los ingresos por comisiones y han podido evitar, hasta ahora, pagar por el pasivo, pero ya empiezan a tener que competir por los recursos, que se van a encarecer paulatinamente a medida que los mayores tipos de interés se asientan en el mercado. Estamos viendo la ingente demanda de deuda pública y la banca va a tener que competir por el pasivo ya que, para evitar riesgos de liquidez, necesita tener recursos de clientes minoristas para financiar de forma preponderante su actividad crediticia. Así que el margen de intereses, hoy muy amplio, es probable que se estreche en el futuro.

Baja la morosidad

Otro factor a tener en cuenta es la contención de la morosidad, que ha pasado durante 2022 de un 4,32% a un 3,68%, lo que disminuye las necesidades de provisiones en una cartera crediticia que tiene una más que apropiada cobertura y que se está desempeñando mejor de lo esperado. Además, en el vulnerable sector de las Pymes, la banca todavía tiene cubierta cerca de un 20% de su cartera nacional con avales del Estado por los créditos ICO en las empresas más vulnerables, lo que despeja bastante el panorama ante el aumento de morosidad que se está viendo en este tipo de créditos.

También las entidades han incrementado su actividad comercial que ha hecho crecer el negocio. Han crecido sin estridencias los créditos hipotecarios y al consumo y en una coyuntura compleja se ha mantenido la financiación al sector productivo. Muy dinámico ha sido el mercado de tarjetas y TPVs, donde algunas entidades han crecido a dos dígitos.

Los bancos se están aproximando a la rentabilidad de fondos propios que cabe esperar de una gran empresa. Según datos del Banco de España, el 50% de las grandes empresas tienen una rentabilidad de sus fondos propios superior al 10% y un 25% superior al 20%. Que muchos bancos ronden un 9% y algunos casi lleguen al 15% no es más que algo normal, pero para lograrlo los tipos de interés han tenido que subir con fuerza y el resto de variables del negocio marchar muy bien. Hay que decir que los bancos llevan décadas con rentabilidades muy bajas, no muy superiores al 7% y en muchos casos menos, y aún cotizan la mayoría muy por debajo de su valor en libros, producto del poco atractivo que el mercado ha venido concediendo a los valores bancarios, sobre todo después de la gran crisis financiera del 2008. Una política de dividendo generosa puede aumentar el atractivo bursátil a la banca y a ello parecen aprestarse la mayoría de las entidades.

Actividad internacionalizada

Las dos mayores entidades internacionales españolas, Santander y BBVA, obtienen la mayor parte de su beneficio fuera de España. Santander en Brasil, Estados Unidos, México, Reino Unido y Polonia. BBVA en México, Turquía y algunos países sudamericanos. Para estas dos entidades, España es un mercado estratégico, pero no su principal fuente de negocio. El proceso de internacionalización de la banca española emprendido en los 90 ha construido dos conglomerados financieros que también son grandes actores en el mercado crediticio nacional, aunque la mayor parte de sus ingresos vengan de fuera.

Sabadell ha tenido un beneficio espectacular y Caixabank, principal banco en España, ha mantenido el tipo a pesar de haber absorbido ingentes costes de la fusión con Bankia, consiguiendo un ROE del 9,8%. En general, todo el sector ha mejorado sus resultados como poco en un 25%.

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Pero es obvio que no todo en la banca va a ir a las mil maravillas. Se puede afirmar que 2022 ha sido un gran año, pero hay muchas incertidumbres que se ciernen sobre 2023, con una economía desacelerada, la guerra de Ucrania sin visos de terminar y la inflación dando aún coletazos en forma de una subyacente que se resiste a ceder. Este panorama va, previsiblemente, a ir aumentando las necesidades de provisiones y va a disminuir la actividad crediticia. Así que es de temer que tras este pico de resultados lo más probable es que 2023 se desempeñe peor. Hemos visto cómo en Estados Unidos la banca ha obtenido ingresos récord, pero han incrementado las provisiones por la situación económica, lo que finalmente ha situado el beneficio peor de lo esperado y allí, en cuestión financiera, siempre van por delante.

Que los bancos ganen dinero es muy conveniente para la estabilidad financiera y económica del país en su conjunto. Como hemos visto, lo realmente peligroso es cuando la banca estuvo a punto de caer en bloque en la gran crisis financiera del 2008. Han tenido que pasar 14 años para terminar de dar carpetazo, por fin, a aquel episodio.