MACROECONOMÍA

Dependencia de la energía y fuga de talento: Asturias, una economía asistida

La región cuenta con las peores previsiones de crecimiento del PIB (0,7%) y de empleo (0,4%) para 2023

Vista de la central térmica de Soto de Ribera (Asturias).

Vista de la central térmica de Soto de Ribera (Asturias). / J.L. CEREIJIDO

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La lista de problemas que afectan a la economía asturiana engorda desde hace 40 años. Si en la década de los 60 Asturias era la tercera región española que más aportaba al PIB español (7%), entre el 2000 y el 2019 se convirtió en la comunidad autónoma con menor tasa de crecimiento. Si se cumplen sus proyecciones, en 2023, Asturias será la región que menos crezca en cuanto a su PIB (0,7%) y a su empleo (0,4%). «Somos la comunidad autónoma más envejecida de España y tenemos fuga de talento porque somos incapaces de retenerlo», lamenta el decano del Colegio de Economistas de Asturias, Abel Fernández. En pensiones, Asturias percibirá prácticamente lo mismo que el presupuesto de la comunidad autónoma (5.000 millones de euros).

Contra todo pronóstico, el consejero de Industria, Empleo y Promoción Económica del Principado de Asturias, Enrique Fernández, considera que sus previsiones macroeconómicas «son conservadoras», es decir, que han optado por estimaciones bajas por estar «en un periodo de incertidumbre e inestable». «A pesar de ello -agrega- lo importante es que Asturias crece y acaba de iniciar 2023 con el menor volumen de parados de los últimos 15 años». Cabe destacar que entre el año 2007 y el año 2020, la economía asturiana perdió un 15% de asalariados que fue compensado con el aumento de empleo público.

La región sufre un proceso de reconversión de sus principales sectores (minería, siderurgia, pesca) desde la década de los 80 y aún no ha conseguido encontrar un sustituto acorde. Según el consejero de Industria, Empleo y Promoción Económica, «no somos capaces de sacar la riqueza que tiene el sector forestal». Asturias es, además, la comunidad autónoma más dependiente de la energía por su industria, un factor que le perjudicará «en un contexto de fuerte encarecimiento de ese recurso», apunta la economista senior de Funcas, María Jesús Fernández.

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Pero aún hay esperanza. El sector agroalimentario tiene un gran potencial, el naval está teniendo buenos resultados y es posible impulsar el turismo sostenible. Todo depende de un cambio de mentalidad, apunta Fernández, así como de un relanzamiento del sector privado a partir de políticas «que permitan a las empresas crecer».

También hacen falta «buenas infraestructuras para dar una solución a la despoblación» y confiar en los fondos europeos. «Somos un poco excépticos del resultado de estas ayudas por la mala experiencia de los fondos para la minería», explica Enrique Fernández, aunque espera que sirvan «para hacer un cambio en nuestra economía».