ANÁLISIS

Qué importancia económica tiene que China pierda población

El país perdió habitantes en 2022 por primera vez en 61 años y registró el crecimiento económico más bajo desde 1976

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Metro de Pekín el 17 de enero de 2023.

Metro de Pekín el 17 de enero de 2023. / EFE (MARK R. CRISTINO)

La pandemia ha supuesto una aceleración notable de todas las tendencias, tanto macroeconómicas como demográficas, de China en comparación con el resto del mundo. En este sentido, uno de los fenómenos pronosticados para mitad de esta década era el estancamiento en el número de habitantes del gigante asiático. Sin embargo, no sólo la curva poblacional se ha aplanado sino que incluso ha mostrado la primera caída al cierre de 2022 desde los años sesenta: 850.000 personas menos. En un mundo que sigue creciendo en población, que la segunda mayor economía eche el freno es de una importancia extraordinaria.

Es, sin miedo a equivocarse, una de las consecuencias de tres años de práctica falta de movilidad en la población china, la cual ha cortado de raíz algunas de las principales motivaciones de tener hijos en este país como es el progreso económico, la salvaguarda para el momento de la vejez (dentro de la lógica del respeto cultural tan arraigado entre mayores y jóvenes) o como método de “ascensor social” gracias a la relación entre personas de diferentes procedencias, lugares y familias. A la luz de este dato, habrá opiniones que también relacionen este hecho con el número real de muertes por covid-19, pero incluso teniendo en cuenta la enorme dificultad en que trabajan las estadísticas chinas no es en 2022 el factor que más pesa para explicar el freno demográfico chino.

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Para otros, sorprenderá esta evidencia teniendo en cuenta que en las últimas décadas se ha ido progresivamente acabando con las políticas de control férreo de la natalidad como era la política del hijo único, dando paso a permisos para la tenencia de dos y tres hijos. Más de cuatro décadas de freno a la tasa de fertilidad ha provocado que ésta no se recupere y que ahora esté en la raíz del aplanamiento de la curva de natalidad. También, se trata al mismo tiempo, de un fenómeno asociado a otro que es el envejecimiento. En 2019, 254 millones de personas en China tenían más de 60 años. Para 2040, este número se espera que aumente hasta 402 millones, lo que supone un 28% de su población total, mientras que las predicciones más severas como la del Institute for Health Metrics and Evaluation apunta a una caída demográfica del 48% entre 2017 y 2100.

Un hecho como esta primera caída de población en China tiene profundas consecuencias macroeconómicas. Los modelos de crecimiento que más se siguen en la actualidad para estudiar el comportamiento de los países explican el fenómeno de la acumulación del capital o riqueza productiva a lo largo del tiempo como la diferencia entre el ahorro neto generado mediante incrementos de productividad-producción, menos el consumo de los factores productivos, siendo uno de ellos el crecimiento demográfico. En este sentido, una tasa cero o incluso negativa supone una ayuda no menor para aumentar el capital productivo (son menos recursos los que se consumen por el camino), pero al mismo tiempo, exige crecimientos más intensos de la productividad, de manera que se incremente el ahorro y, con ello, las tasas de crecimiento económico. Habrá cambios muy relevantes en el modelo productivo: más ciencia, investigación, conocimiento…, menos recurso al factor trabajo.