OPINIÓN

¿Qué va a pasar?

Intentar adivinar lo que va a pasar cuando hay incertidumbre es una pretensión vana. Hay que estar preparados para lo que pueda venir, tener flexibilidad y activos suficientes para un "por si acaso"

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Un comercio cerrado en Barcelona.

Un comercio cerrado en Barcelona.

En la década anterior al año 2000, hace 25 o 30 años, leí varios libros que hablaban de cómo sería el siglo venidero. Cuáles eran las tendencias que se vislumbraban. Se hablaba del auge de China e India como actores económicos importantes. Se hablaba de las presiones migratorias, tanto del sur hacia Estados Unidos, cómo del norte de África a Europa. Se hablaba de cómo la biotecnología revolucionaría la producción de alimentos.

A mí todo esto me sonaba a chino. China e India no pintaban nada en aquella época. En España prácticamente no había inmigrantes. Vinieron con el inicio de siglo. Todavía podía pensar que de México se podría entrar en Estados Unidos. ¿Pero del norte de África a Europa...? Si había todo un Mediterráneo por medio. ¿Cómo iban a llegar?

Pues todo eso y mucho más ha acabado pasando. China es uno de los principales actores económicos que lucha contra Estados Unidos por la hegemonía mundial. De la inmigración pues, ¿qué vamos a decir? Pero no solo están estas cosas que los visionarios vislumbraban, sino muchas más.

Nadie podía prever que el terrorismo islámico tendría protagonismo a partir del famoso 11 de septiembre. Nadie podía prever que íbamos a tener la mayor crisis financiera y económica de los últimos 80 años, cuando parecía que se sabía lo suficiente de política económica para que los gobiernos fueran capaces, si no de dominar las crisis, sí de amortiguarlas. Nada hacía pensar que un virus fuera a paralizar el mundo a inicios del 2020. Sí que había habido el SARS en 2003, después aparecieron la gripe aviar y la porcina. El ébola rebrotó en África. Pero todo esto fueron amenazas sanitarias muy acotadas en el tiempo y en determinadas zonas geográficas. No a escala mundial. Tampoco se vislumbraba una guerra en Europa que tuviera repercusiones en todas partes del mundo.

Aunque ahora hay quienes dicen que todo eso se veía venir, la crisis financiera, la pandemia, etc. la verdad es que antes de que ocurrieran resultaban impensables. Y, sin embargo, han ocurrido. Si lo que ha ocurrido en las últimas dos décadas eran cosas impensables antes de que ocurrieran, es razonable suponer que en los años que se avecinan también van a ocurrir cosas que ahora ni nos imaginamos. Eso es lo que se llama incertidumbre. Cuando no se sabe lo que va a pasar. Ahora hay mucha incertidumbre. Sabemos que van a pasar muchas cosas, pero no sabemos cuáles. 

Lo que ahora no podemos hacer es intentar adivinar lo que va a pasar. Esto se podía hacer en décadas de estabilidad. Cuando las cosas no cambiaban o lo hacían muy lentamente, y el futuro era previsible. 

Cara o cruz

Intentar adivinar lo que va a pasar cuando hay incertidumbre es una pretensión vana. Es como el que pretende adivinar si va a salir cara o cruz al tirar una moneda. El que dice que tiene intuiciones y visión estratégica y sabe si va a salir cara o cruz, es un charlatán y un cantamañanas. No se puede saber salvo que la moneda esté trucada.

Lo mismo pasa con la situación del mundo en los próximos años. No se sabe lo que va a pasar. Además, ahora todo está más acelerado y los cambios suceden mucho más deprisa. También lo que pasa en una parte del mundo afecta al resto del planeta. La distancia y los tiempos se han acortado.

¿Qué podemos hacer entonces? Lo que hay que hacer es estar preparados. Preparados para lo que pueda venir. Primero, ser conscientes de que va a haber cambios y de que las cosas en un futuro no lejano van a ser muy distintas a lo que son ahora.

Segundo, flexibilidad. Los planes que hagamos deben tener posibilidades de dar marcha atrás y de hacer cambios para adaptarse a las nuevas circunstancias que puedan surgir. Las empresas que han sido menos vulnerables en tiempos de pandemia han sido, precisamente, las que han sabido adaptarse con rapidez a la situación de confinamiento. Las flexibles. Las que ante la situación de pandemia quedaron paralizadas sufrieron.

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Tercero, tener redundancias. Tener activos suficientes, aparentemente paralizados para "por si acaso". Esto está reñido con la búsqueda de la eficiencia. La eficiencia lo que pretende es tener los activos de una empresa a su máximo rendimiento. Esto es razonable en tiempos de estabilidad. Pero en épocas de turbulencias como las actuales las disrupciones requieren colocar recursos para abordarlas. Si todos los activos están a su máxima utilización cuando vengan las necesidades no habrá recursos para hacerles frente.

A nivel familiar esto significa estar preparados para cambiar de planes familiares y para vivir con el cinturón más apretado. Flexibilidad. Y tener ahorros suficientes para las contingencias que puedan surgir, que surgirán. Tener redundancias.