EL ECONOMISTA OBSERVADOR

¿Qué esperar de la economía en 2023?

La ciencia económica permite analizar las tendencias y dar una probabilidad a escenarios de riesgo. En un año que invita a ser prudentes, la clave estará en las decisiones de las empresas

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Sede del BCE, en una fotografía de archivo. EFE/EPA/RONALD WITTEK

Sede del BCE, en una fotografía de archivo. EFE/EPA/RONALD WITTEK

Los economistas, como el resto de seres humanos, no podemos predecir el futuro con fiabilidad. Lo que si nos permite la ciencia económica es analizar las tendencias observadas, determinar si son estables y sostenibles y darle una probabilidad a los escenarios de riesgo. 

Dejamos atrás 2022, un mal año económico con la peor crisis energética global desde 1979. La crisis está liderada por los precios del gas y la guerra de Ucrania, que han provocado que Europa soporte escasez y mayores precios de la energía. Tras más de una década, la inflación ha vuelto, los márgenes de las empresas se han reducido y los salarios han perdido poder de compra. Los bancos centrales han tenido que abandonar su políticas de tipos al 0% y compras masivas de deuda pública y la economía mundial se ha frenado en seco.

La parte positiva y no esperada es que la inflación en los países desarrollados ha sido en 2022 la mitad que en 1981, en la anterior crisis energética. Asia hoy supone el 30% del PIB mundial y el 20% de las exportaciones y su inflación en 2022 fue el 4%, versus el 11% de 1981. La Unión Europea ha pasado de un superávit exterior de 80.000 millones en 2021 a un déficit de más de 400.000 millones en 2022. A pesar de haber reducido su consumo de gas un 20%, la mayor parte es importado. Milagrosamente, la producción industrial y el PIB no han caído. En febrero cuando comenzó la guerra era complicado predecir esto.

España en los años setenta tuvo inflaciones próximas al 30% y la tasa de paro subió hasta el 20% en 1987, 14 años después de comenzar la crisis del petróleo. Los tipos de interés del Banco de España subieron hasta cerca del 20% y tuvimos un déficit exterior del 2% del PIB que teníamos que financiar con difícil acceso a los mercados de capitales internacionales. Hoy la inflación de servicios en España, la que depende principalmente de los salarios, está en el 4% y es inferior a la de Alemania.

El milagro de España

Los tipos del Banco Central Europeo (BCE) y de las hipotecas al 3%, la tasa de paro no ha aumentado y está en el 12% y cerramos 2022 con un superávit con el exterior del 2% del PIB. El milagro en España se explica gracias al ahorro acumulado por las familias durante la pandemia, a nuestra pertenencia al euro y a la llegada de inmigración que ha flexibilizado significativamente la formación de salarios, especialmente los de baja cualificación.

Las perspectivas para la inflación en 2023 son más favorables. El petróleo termina el año en 80 dólares, a pesar de la reducción de producción anunciada por la OPEP. El euro se ha apreciado con fuerza desde octubre cuando los datos de inflación en Estado Unidos ya daban señal de moderación y los inversores redujeron su temor sobre las subidas de tipos de la Reserva Federal. En Europa vamos con retraso y la mayor incertidumbre es el precio del gas. Pero el invierno empieza con las reservas llenas y el riesgo de escasez se mantiene pero se ha reducido significativamente. 

Crecimiento mundial

Las expectativas de crecimiento mundial son más desfavorables que en 2022. Los efectos de las subidas de tipos de interés se notarán con más intensidad este año y eso afecta negativamente a la inversión de empresas y familias con menores compras de casas seguramente. China pasa por sus mayores vicisitudes desde 1980 y su comportamiento este año es una incógnita. Otro riesgo que en 2022 no se ha materializado es que la deuda mundial en récord histórico vuelve a provocar episodios de inestabilidad financiera.

En España la economía se ha frenado en seco desde mayo. En 2023 si mantienes constante el PIB en los cuatro trimestres el crecimiento sería del 0,7%. O sea que empezamos el año sin inercia. La mayor parte del crecimiento de 2022 vino por las exportaciones, sobre todo de servicios turísticos y no turísticos. En 2023 con menor crecimiento mundial y europeo ese motor perderá intensidad. Los tipos del Euribor ya recogen tipos del BCE próximos al 3,5% y no es previsible que suban por encima de ese nivel.

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La clave serán las decisiones de las empresas. Sus márgenes en 2022 han caído hasta su nivel más bajo de la última década. Y ahora tendrán que pagar intereses más altos por su deuda y salarios más altos a sus trabajadores. El frenazo del consumo reduce su capacidad de subir precios. Por lo tanto, el escenario es de menor inflación, menor inversión y menor creación de empleo.

La polarización política ha vuelto a máximos y este año será año electoral y eso empeora la incertidumbre y la inversión. Y el Tesoro público tendrá que emitir un récord histórico de deuda pública sin las compras del BCE. Complicado escenario que invita a ser prudentes.