OBITUARIO

Nicolás Redondo, una huella sindical determinante

Perdemos a un compañero que nos ha marcado y que nunca olvidaremos

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Nicolás Redondo, entre Antonio Gutiérrez (CCOO) y Felipe González, entonces presidente del Gobierno, en una reunión.

Nicolás Redondo, entre Antonio Gutiérrez (CCOO) y Felipe González, entonces presidente del Gobierno, en una reunión. / J. CUADRADO / ARCHIVO

Dicen que a las personas se las conoce por sus actos, y en algunas ocasiones no podría estar más de acuerdo. Nicolás Redondo fue, es y será, para la UGT, su referente fundamental. La UGT de hoy no se conocería si no fuera por el trabajo y la constancia de tantos años de una persona tan generosa, valiente y coherente como él. Siempre se atrevió a decir lo que pensaba y a luchar por lo que creía. Tomó decisiones clave en la historia de nuestro país, dando siempre un paso adelante cuando debía darlo. Es, sin lugar a dudas, una de las huellas fundamentales de UGT y del sindicalismo de este país, y la independencia del sindicato tiene raíces en su trabajo constante y permanente.

Afiliado al sindicato y al PSOE desde 1945, luchó incansablemente por los derechos de las personas trabajadoras. Ya en 1947, con 20 años, organizó su primera huelga contra el franquismo. Secretario general desde 1976 hasta 1994, desde el 71 ya era secretario político de UGT, cargo anterior al de secretario general. Trabajó durante más de dos décadas al frente de la mayor organización sindical del país para conseguir que los trabajadores y trabajadoras no perdieran derechos, sino que los ganaran y se situaran en el centro del debate público y político. Nicolás no dudó nunca en poner por delante la lucha sindical, enfrentándose si era necesario a su propio partido por el bien de las personas trabajadoras. Desde que se opuso a los Pactos de la Moncloa pero impulsó acuerdos con la patronal, hasta la definición del modelo de huelgas generales único en Europa que nos caracteriza, la aportación de Nicolás Redondo a la sociedad y la democracia española es determinante.

A Nicolás nunca le tembló el pulso ante las injusticias. Renunció a su escaño en el Congreso de los Diputados, en 1987, mostrando así su desacuerdo con los Presupuestos Generales del Estado, y partidario de la unidad de acción sindical, junto a CCOO llevó a cabo tres huelgas generales, la gran huelga del 14-D de 1988 contra el Plan de Empleo Juvenil, la de junio de 1992 contra la reforma del desempleo, y la de enero de 1994 contra la reforma laboral de aquel mismo año. Todas ellas, contra decisiones de su propio partido, demostrando que los trabajadores y trabajadoras siempre estaban por delante. Es, sin duda, el padre de la autonomía sindical en nuestro país.

Hoy despedimos a un gran líder, pero sobre todo a una gran persona. Ejemplo de humildad, trabajo y constancia. Muchas de las conquistas sociales y laborales de las que hoy disfrutamos, como las vacaciones, los permisos retribuidos, etcétera, se fraguaron en mil y una reuniones en las que Nicolás participó, anteponiendo los derechos laborales a los intereses políticos.

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Muchas han sido las personas que nos han acompañado en su despedida, y todas han destacado su trabajo y su pasión por el sindicalismo. Nicolás será siempre un referente para todos nosotros y nosotras, y es de justicia decir que ha guiado a muchas de las personas que hoy defendemos y trabajamos por los derechos de las personas trabajadoras.

Para la Unión General de Trabajadores y Trabajadoras, es un día muy triste, duro y doloroso. Perdemos a un compañero que nos ha marcado y que nunca olvidaremos. Se va uno de los más grandes, y solo podemos decirle gracias, Nicolás.