OPINIÓN

El error de Nadia Calviño con su marido

El intento de fichaje de Ignacio Manrique por Patrimonio Nacional debió evitarse, aunque pueda ser legal

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La vicepresidenta primera del Gobierno y ministra de Asuntos Económicos y Transformación Digital, Nadia Calviño, en el Congreso de los Diputados, este jueves.

La vicepresidenta primera del Gobierno y ministra de Asuntos Económicos y Transformación Digital, Nadia Calviño, en el Congreso de los Diputados, este jueves. / EUROPA PRESS

Toda persona tiene derecho a forjar una carrera profesional propia, a través de la búsqueda de los empleos que se adapten a su talento, preparación, experiencia, ambición y capacidad de compromiso. También, los que mejor encajen con sus circunstancias personales, siempre que eso sea posible y que esa sea su elección, con el fin de facilitar la conciliación. Esta máxima vale para cualquiera, con independencia de cuál sea el puesto deseado, en el sector privado o en el público.

Pero si el empleo que el aspirante anhela está relacionado con un familiar de primer grado suyo, aparecen matices que conviene tener en cuenta.

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Si no, que se lo pregunten a Ignacio Manrique de Lara, marido de la vicepresidenta primera del Gobierno Nadia Calviño. Iba a ser el coordinador de la estrategia comercial y de marketing de la entidad pública Patrimonio Nacional después de superar un proceso de contratación pública que se conoció a través de los medios de comunicación y que ahora arroja varias dudas, con independencia de que pueda ser legal. Tantas que ha tenido que renunciar al cargo, a pesar de contar con una trayectoria profesional detrás que encajaba en el perfil.

Que la presidenta de Patrimonio Nacional sea Ana de la Cueva, exsecretaria de Estado de Economía con Calviño, es una de las primeras zonas grises, por mucho que desde Patrimonio se explique que la selección de Manrique se ha hecho de acuerdo a una convocatoria basada en los principios de mérito y capacidad y que él ha obtenido la máxima puntuación. Dejar zonas oscuras que puedan dar a entender que el proceso de selección y las características del perfil buscado se crearon ad hoc para él tampoco ayuda.Atacar a Calviño por ello, como hizo ayer también parte de la oposición y de la opinión pública, es injusto. Su marido tiene derecho a concurrir a esa plaza, si así lo desea y cumple los requisitos, y ella no es responsable del proceso. Pero también es cierto que Patrimonio está presidida por quien está y que la entidad debió ser mucho más transparente en la convocatoria y en la adjudicación. Así, el intento de fichaje fue un error que debió evitarse pese a que pueda ser legal. Los familiares son demasiado directos para un puesto tan controvertido.