OPINIÓN

Tomarse en serio el futuro del coche eléctrico

España se juega el futuro de su sector industrial más importante con la apuesta por el coche eléctrico. Solo cabe una opción para no perder el camino: acelerar a toda revolución

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Wayne Griffiths, CEO de Seat.

Wayne Griffiths, CEO de Seat.

No tengo la más mínima intención de cambiar de coche en los próximos años salvo que el escenario de este mercado cambie radicalmente. Tengo un automóvil de cuatro puertas en el que caben tres niños ajustados en la parte de atrás. Lo dejé de pagar hace un año y tiene 260.000 kilómetros de vida. Salvo el mantenimiento anual y los cambios lógicos no ha tenido problemas. Ni siquiera he necesitado cambiar las luces. Acaba de pasar la ITV sin inconvenientes. Al ser diésel, el gasto en combustible en el último año se ha disparado. Llenar el depósito, 1.100 kilómetros de autonomía, cuesta alrededor de cien euros.

Quedan muy lejos los 45 euros de antaño que pagaba en gasolineras de bajo coste. Este año conduzco más por ciudad y la velocidad media ha bajado a 56 km/hora. El gasto es de 5,5 litros cada 100 kms. Cuando lo compré, allá por 2012, me beneficié de la subvención del Gobierno de 1.000 euros -excluyendo impuestos- al deshacerme de mi anterior coche, que ya llevaba quince años dando vueltas.

La razón por la que no cambiaré de coche es que prefiero esperar a la consolidación de nuevas ofertas más allá de la gasolina y el diésel. El coche eléctrico puede ser el futuro, pero no estoy dispuesto a poner la mano en el fuego por él todavía. Hoy por hoy en el mercado español su evolución genera más dudas que certidumbres. Empezando por el precio, ya que por menos de 30.000 euros apenas se encuentra un producto familiar. La media se sitúa entre 45.000 y 50.000 euros. A esto hay que restar los 7.000 euros de bonificación del plan Moves por achatarrar el vehículo viejo. Quizás más relevante es la falta de infraestructuras de recarga. La gran mayoría de aparcamientos de las comunidades de vecinos siguen sin estar preparados con puntos de recarga. Las electrolineras son aún escasas en las estaciones de servicio de la carretera, además de en los aparcamientos públicos y de los lugares de trabajo.

¿Alguien se extraña de que España esté a la cola de la electrificación de coches en Europa, con un 3,6% de las ventas actuales?

«España se la juega». Es la conclusión de Xavier Pérez, director de motor de Prensa Ibérica, que acaba de relanzar ‘Neomotor’, la publicación del sector del automóvil más prestigiosa del país. «Veo imposible alcanzar el objetivo de que en 2035 deje de haber coches de combustión en España», desafío establecido por el Gobierno. «Pese a que muchas marcas quieren dejar de producir coches de diésel y gasolina para 2030, otras están esperando si se suaviza el plazo hasta 2040.»

Otro dato, agrega Pérez: «La producción de vehículos eléctricos en España, incluyendo híbridos, es del 11,7%. Si no crece este porcentaje será difícil que España sea un polo de producción. Podría pasar de ser el segundo productor de automóviles en Europa por detrás de Alemania a ser el octavo.»

La salvación in extremis del Perte liderado por Seat y que debe invertir 10.000 millones en los próximos años para producir coches eléctricos a partir de 2025 es un primer paso para que España deje de ser un erial en esta tecnología. Un paso necesario, pero no suficiente. Los esfuerzos de la Asociación de Fabricantes de Automóviles (Anfac), presidida por el presidente de Seat Wayne Griffiths, presentó siete enmiendas a los presupuestos del Estado para facilitar la compra de vehículos eléctricos, híbridos o de hidrógeno. Solo salió adelante una de las propuestas, recuerda el director de Motor de Prensa Ibérica.

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La portada de esta semana de ‘activos’, SOS Coche eléctrico. España se la juega es una llamada de atención contra el blablablá y los dimes y diretes de una política industrial alrededor del futuro del sector del automóvil errática. Aún se puede, y se debe, rectificar. Basta con acelerar y poner el motor de la transformación del sector a todas las revoluciones posibles. España, tan dependiente de esta industria como del turismo, capaz de haber salvado con buena nota la crisis que supuso la pandemia, no puede desperdiciar una ocasión que nunca más volverá a pasar. Para ello depende de la perfecta coordinación y ejecución entre sector público y privado, donde estén cien por cien alineados empresas, sindicatos y administraciones. No se puede perder más el tiempo. Hay que producir para poder comercializar a precios razonables y poder conducir sin miedo a quedarse sin batería en cualquier momento.

¿Y qué puede hacer mientras tanto alguien que sí necesite cambiarse de coche? Responde Xavier Pérez: «La solución actual es un coche híbrido o híbrido enchufable -ya sea de compra o vía renting-. Efectivamente, comprarse un eléctrico es un mal negocio si no se dispone de cargador». Una buena nueva, agrega Pérez, es que los ingenieros anuncian que en breve habrá nuevas tecnologías que permitan que un vehículo tenga autonomía de conducción que alcance hasta 700 kilómetros.