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Antonio Garamendi, un timonel 'pactista' al mando de la CEOE

El máximo representante de los empresarios, con 35 años en cargos patronales, ha aplicado en su primer mandato una estrategia de minimización de daños, pactando cuando ha podido evitar males mayores. Lo que le ha valido las críticas de la ala más dura

Antonio Garamendi.

Antonio Garamendi.

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Gabriel Ubieto

Si uno pasea por Getxo, junto a la ría de Bilbao justo cuando esta empieza a convertirse en mar, presencia lo que antaño fue -y hoy en día hasta cierto punto sigue siendo- el poderío de la burguesía vasca. Lo que hoy se ha rebautizado como empresariado atesora un desfile de imponentes palacios de finales del siglo XIX, declarados patrimonio de la humanidad por la Unesco, edificados sobre la riqueza de la industria. Allí nació el este miércoles reelegido presidente de la CEOE, Antonio Garamendi Lecanda (1958), que se ha impuesto con contundencia y sin sorpresas a su rival catalana, la vicepresidenta de Foment del Treball Virginia Guinda.

Garamendi proviene de un dilatado linaje de empresarios dedicados a la industria del mar. Su padre, Rafael Garamendi Aldecoa, fue presidente de la naviera Marítima del Nervión -hoy desaparecida- y él mantiene una gran afición por la navegación, según explican quienes le conocen. Aunque si Garamendi ha revalidad su estatus como 'timonel' de la gran patronal española no es por su trayectoria como empresario -que la ha tenido-, sino por su dilatada carrera dentro de las organizaciones empresariales. 

En su primer mandato como presidente de la CEOE ha marcado un perfil posibilista, adoptando una estrategia de minimización de daños, pactando cuando ha podido evitar males mayores -como fue el caso de la reforma laboral, el primer bloque de la reforma de las pensiones o la subida del salario mínimo interprofesional de 900 a 950 euros- y desmarcándose de aquellos acuerdos de los que no podía sacar nada para la bancada empresarial. Lo que le ha valido las críticas de la ala más dura, que le ha recriminado que haya salido en demasiadas fotografías junto al Gobierno de coalición entre el PSOE y Unidas Podemos. Especialmente en los primeros compases de su mandato, coincidiendo con la pandemia y las múltiples prorrogas de los ertes covid, todas con acuerdo de la patronal y a cambio de millonarias exoneraciones de cuotas a favor de las empresas.

Garamendi lleva desde los 29 años -hoy tiene 64- ejerciendo como representante de los patronos, pasando por todas los peldaños hasta situarse en la posición más elevada dentro escalafón patronal. Debutó fundando la Asociación de Jóvenes Empresarios del País Vaco, luego saltó a liderar las juventudes empresariales de toda España, más tarde dio el salto a los ‘mayores’ y fue elegido presidente de Cepyme, hasta hace cuatro años pasar a liderar la CEOE. De momento y desde este miércoles, para cuatro años más.    

De ahí que sus detractores le critiquen tildándolo de "calienta consejos", en referencia a que lleva años sin ejercer como empresario. Otro dardo que suelen lanzarle es que se convirtió en el primer presidente de la patronal con sueldo, que diversas fuentes sitúan entre los 300.000 y el medio millón de euros. Esa dicotomía entre el empresario ‘de verdad’ y el que acaba haciendo carrera dentro de las organizaciones empresariales es recurrente en los comicios patronales. Ya lo fue en Catalunya en 2021, cuando Pimec celebró sus primeras elecciones con dos candidatos y el metalúrgico Pere Barrios se refirió despectivamente a su oponente Antoni Cañete, como un "empleado", que carecía de patrimonio y empresa propia y se había limitado a ejercer de secretario general en Pimec para el anterior presidente. Cañete barrió a Pere Barrios en dichos comicios con más del 80% de los votos.  

Duelo de personalismos

Garamendi fue elegido por primera vez presidente de la CEOE en 2018, en aquella ocasión por proclamación y sin oponente. Ese apoyo unánime -o como mínimo indiscutido- lo obtuvo tras fracasar en su primer intento de presidir la gran patronal. Cuatro años antes perdió los comicios contra Juan Rosell -en aquella ocasión el candidato catalán de Foment del Treball sí prosperó-. Hoy Garamendi se ha impuesto en las elecciones, pero la existencia de una candidata alternativa evidencia un leve descontento entre sus filas. Descontento que ya se evidenció en la votación interna sobre la reforma laboral, en la que la patronal madrileña, la catalana, la del auto y la agraria se abstuvieron en señal de protesta.

El presidente de la CEOE, Antonio Garamendi, y el de Foment del Treball, Josep Sánchez Llibre. /

El termino “personalista” es clave para entender esa disensión dentro de los empresarios. La candidata Virginia Guinda abanderó durante la campaña un liderazgo “plural” y que diera más voces a las organizaciones agrupadas dentro de la confederación de empresarios, frente al excesivo presidencialismo que le atribuye a Garamendi. Frente a ello, los partidarios del vasco afirman que precisamente la voluntad de protagonismo del presidente de Foment del Treball y principal aval de Guinda, Josep Sánchez Llibre, es la base de esa candidatura alternativa. 

Del idilio al enroque

Garamendi ha ido modulando sus postulados a lo largo de los últimos cuatro años, pasando de protagonizar un idilio con los sindicatos y el Gobierno en el que todo lo pactaban a una situación de enroque, donde los acuerdos tripartitos están siendo la excepción últimamente. Ha ido virando hacia un perfil más duro, desmarcándose del último bloque de pensiones, de las últimas dos subidas del salario mínimo y allanando el terreno para un ‘no’ a la tercera.

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A nivel político ha ido marcando distancias con Yolanda Díaz a la vez que esta se aproximaba a los sindicatos en lo referente a las negociaciones salariales. En paralelo ha reconstruido puentes con el PP tras la defenestración de Pablo Casado, con el que tuvo serias diferencias. Hasta el punto de que desde el partido se llegó a buscar candidato alternativo para apadrinarlo en las presentes elecciones, según coinciden distintas fuentes consultadas. Con la ascensión de Alberto Núñez Feijoo -del que afirma que es un político de "primera división" ha recuperado la histórica sintonía entre ‘populares’ y empresarios. 

El primer y más inmediato reto que deberá afrontar Garamendi tras su reelección es la reforma de las pensiones que ultima el ministro José Luís Escrivá y que promete aumentar los costes laborales para las empresas. Reforma que desde Seguridad Social han mantenido congelada a la espera de los comicios patronales, al igual que el Ministerio de Trabajo con su Estatuto del Becario. También deberá capear las consecuencias de las mayor subida de precios en 40 años, que, entre otros, están provocando un enfrentamiento entre patronal y sindicatos por los salarios. El Gobierno deberá decidir si trata o no de resucitar el hasta ahora fallido pacto de rentas. Y a todo ello que cabe sumar un 2023 de previsto frenazo económico debido a las múltiples incertidumbres que envuelven la guerra de Ucrania, la subida de tipos y el encarecimiento de la energía.