Matilde Ferrer Sena, copropietaria de Viveros Francisco Ferrer

La inventora de rosas

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José Luis Zaragozá

Matilde Ferrer Sena (Alaquàs, València, 1949) nació entre flores. Francisco Ferrer Martí (1919-2004), su padre, capitaneó una importante saga de productores de rosas desde València a mitad del siglo pasado. Fundó en el año 1944 los Viveros Francisco Ferrer, destinados en gran parte a la exportación de flores a Europa. Con él se inició una aventura empresarial de la que forman parte sus hijos Matilde, Francisco y José Ferrer Sena, todos ellos al frente de varios negocios del sector de las plantas. Ella estudió Económicas en la Universidad de València y es la responsable de la parte científica de Rosales Ferrer. Preside la Asociación Española de la Rosa. Y es una autoridad en Europa en la obtención de rosas.

"Mi padre, quien viajó por Alemania y Francia, sin saber idiomas, fue uno de los grandes creadores de rosas de Europa debido a su iniciativa empresarial", comenta orgullosa su hija pocos días después de asistir a la presentación del sello rosa ‘Cartero’ que acaba de poner Correos en circulación y de cuya flor es hibridadora y creadora.

La investigadora valenciana dice que no se jubila después de medio siglo de actividad profesional. Participa en la propiedad, gestión y explotación de una superficie de cultivo de alrededor de 30 hectáreas en terrenos de Sevilla y Chiva (Valencia.) Su hijo, Arnau García Ferrer, es el gerente de la sociedad. Posee instalaciones de vanguardia para el cultivo protegido dotadas de la tecnología más avanzada para la producción de plantas con 8.000 m² cubiertos entre invernaderos, viveros y cámaras frigoríficas. Entre otras tareas, es jueza de la Fiesta de la Rosa, que se celebra en mayo en Sant Feliu de Llobregat (Barcelona).

Obtener nuevas rosas no es tarea fácil. Requiere mucho tiempo. Un decenio dura el proceso para lograr una variante que no está en el mercado, desde que coge la parte femenina de una flor hermafrodita y la poliniza con la masculina de otra rosa, germinan las semillas y selecciona una y otra vez las plantas resultantes hasta dar por finalizada su búsqueda. "Cada año polinizo unas 15.000 flores", explica Ferrer.

El año pasado presentó la rosa ‘Setsuko Thurlow’, que no pierde las hojas durante el invierno y muta del tono anaranjado al rosado en las épocas de poca luz, en un acto promovido por la empresa de divulgación cultural Rocaviva. Esta nueva variedad de flor quería homenajear a Setsuko Thurlow, una conocida activista por el desarme nuclear, superviviente de Hiroshima (Japón), que recibió el Nobel de la Paz en el año 2017 en nombre de ICAN, la campaña internacional para derogar armas nucleares. "Historia, literatura, música, pintura... Las diversas manifestaciones de arte siempre han destacado la importancia de la rosa en la vida de las personas", sostiene Matilde Ferrer.

La firma cuenta con una plantilla de 30 personas y una facturación de 3 millones de euros. También comercializa obtenciones de rosas de la compañía Meilland, empresa francesa y una de las más importantes sociedades de cartera de horticultura del mundo.

A Matilde Ferrer le gusta destacar entre sus logros la obtención de la rosa ‘Clotilde de Sorolla’, en homenaje a Clotilde García del Castillo (1865-1929), esposa del pintor Joaquín Sorolla y fundadora del Museo Sorolla. "Es de color té, perfumada y de floración abundante y continuada", indica. También dice que para buscar inspiraciones en su quehacer profesional relee a Concha Espina, "una mujer escritora que casi obtuvo el premio Nobel, cuya presentación me ha permitido conocer a mujeres activistas en defensa de la cultura en muchos países", agrega. Además, ha inventado flores que llevan el nombre del escritor Blasco Ibáñez, el cantante Georges Moustaki o los científicos Santiago Ramón y Cajal y Margarita Salas, entre otros.

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Según la diseñadora valenciana, autora de rosaledas en plazas, jardines, parterres y fuentes públicas, la tendencia actual es cultivar rosas de fácil mantenimiento, muy resistentes a plagas y enfermedades, que florezcan la mayor parte del año y que apenas necesiten poda. Un tema importante es que los estambres de las rosas atraigan a las abejas, por cuestiones de polinización, biodiversidad y lucha contra el cambio climático.

Cuenta que los colores de las rosas cada vez importan menos, van desde blancos, rosados y naranjas a rojos. Actualmente una tendencia en la jardinería pública es utilizar rosas de pocos pétalos y estambres llamativos, que nos recuerden a las rosas silvestres, pero que reflorezcan constantemente. "En un espacio público, plantar rosales es una inversión para garantizar flores durante, al menos, una década", agrega. Ha recibido numerosos premios en certámenes de París, Roma, Mónaco y Ginebra, entre otras ciudades.

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