SECTOR PESQUERO

La flota gallega pierde seis buques en solo 30 días tras el veto de Bruselas a la pesca de fondo

  • Vigo dice adiós a dos efectivos, de artes de arrastre y pincho, abanderados ya en Marruecos y Namibia

  • “Vamos a acabar sin nada en Cantábrico y Gran Sol”, condenan en el sector

Un buque del Gran Sol a su llegada al muelle de Vigo.

Un buque del Gran Sol a su llegada al muelle de Vigo.

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El Mercedes Emilia es una rara avis. No solo por su diseño, que también –su estructura siempre ha llamado la atención dentro del sector y fuera de él–, sino por tratarse de un buque de reciente construcción para el caladero de Gran Sol. Y a cargo de una de las grandes compañías del sector, Mascato, que encomendó el pedido a Industrias Navales A Xunqueira en el año 2017. Gemelo del Manolo del Terín, su trayectoria como palangrero en aguas comunitarias ha llegado a su fin.

Este lunes, todavía con pabellón español, estaba amarrado en el puerto namibio de Walvis Bay, desde donde operará a partir de ahora. Este pesquero vigués es solo uno de los caídos de la flota española desde la aprobación del reglamento comunitario 2022/1614, que prohíbe las artes de pesca de fondo en más de 16.400 kilómetros cuadrados, como ha podido comprobar FARO en fuentes de la Comisión Europea. El Gobierno de España llevará este acto de ejecución a los tribunales, pero las consecuencias de su entrada en vigor ya se han notado en las descargas, los precios y la pérdida de masa crítica de un sector estratégico para Galicia.

El éxodo del Mercedes Emilia engordará la ya extensísima cifra de efectivos que armadoras gallegas han ido exportando a Namibia, como el Urondo, Ur Ertza o el Monte San Roque, a pesar de la complejidad que exhibe últimamente el mercado de cuotas en este país africano. Lo que no se había producido hasta la fecha, según consta en los registros oficiales, es una suma de media docena de bajas en un periodo tan corto. Además del palangrero encargado por Mascato, exportado formalmente con efectos desde el 17 de octubre, otro emblema de la flota de Gran Sol se acaba de despedir de las aguas comunitarias. Es el Río Mau, del armador de Bueu Agustín Santomé, exportado a Marruecos el 26 de septiembre, diez días después de la publicación del reglamento impulsado por Virginijus Sinkevicius y Charlina Vitcheva. Como el primero, tiene 29 metros de eslora, aunque en su caso fue entregado por el astillero en el año 2004.

Peor suerte ha corrido el Plaia de Esteiro, con puerto base en Muros, y que figura como desmantelado en la base de datos de la flota comunitaria. Se dedicaba al arrastre de fondo en el Cantábrico noroeste, con 28 metros de eslora y casi 218 GT de capacidad. Fue dado de baja definitiva el 26 de septiembre. El Amutio Hierro Dos tenía puerto base en la localidad cántabra de Colindres, y también será desmantelado; se dedicaba a la volanta, un arte fijo de pesca que se ha visto asediado por el veto de Bruselas pese a no disponer de ningún informe científico que haya podido evaluar nunca la huella que dejan en el fondo del mar. Esta nómina la completan dos embarcaciones mucho más pequeñas, ambas de artes menores con permiso para operar en la zona del Cantábrico: Esperanza (Muros) y Batman (Bueu).

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La prohibición de las artes de fondo afecta a 87 áreas de pesca, si bien, como desveló Faro de Vigo, del grupo Prensa Ibérica, en 41 de ellas no se alcanzan los 400 mínimos de profundidad establecidos en la propia normativa. Abarcan desde el Golfo de Cádiz, la costa portuguesa y gallega, Golfo de Vizcaya y Gran Sol. Los países afectados, además de España, serían Francia Portugal e Irlanda, que son los que operan en estas áreas. Eso sí, ninguno de ellos ha sufrido ninguna baja –exportación, desguace o cambio de actividad– en este mismo periodo. Dicho de otro modo, el golpe lo ha asumido íntegramente el sector extractivo español, el de mayor envergadura en todo el continente por capacidad pesquera y empleo.

Hasta la fecha, como ha analizado este periódico, las descargas de las principales especies del caladero (merluza, rape, gallo y bacaladilla) cayeron en los cinco puertos de referencia de la comunidad gallega (Vigo, A Coruña, Ribeira, Celeiro y Burela) en un 12,5%, lo que ha provocado que, en algunos casos, el precio se dispare. Solo el precio medio de la merluza y rapante escaló casi un 30% respecto al mismo período del pasado año. “Vamos a acabar sin nada en el Cantábrico y Gran Sol como sigamos así”, condenan fuentes del sector, que temen que la ofensiva de Bruselas contra la pesca de fondo vaya a más con las revisiones futuras de este reglamento. Una norma que se ejecutó sin contar con un informe de impacto socioeconómico y sin datos científicos sobre un eventual daño de estas artes a los fondos marinos.