AUTOMÓVILES

Adiós al Ford Fiesta, el 'motor' que dio vida a la fábrica de Almussafes

Más de 5 millones del ‘forfi’ se fabricaron en Valencia, territorio que abandonó en 2012

Así era el primer modelo del mítico Ford Fiesta de 1976.

Así era el primer modelo del mítico Ford Fiesta de 1976. / DANIEL TORTAJADA

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Juanma Vázquez

El primer recuerdo ligado a la automoción para unos. La evolución de un sector innovador, para otros. Pero un modelo imborrable para todos. El icónico Ford Fiesta, con más de 22 millones de unidades fabricadas, dirá en junio de 2023 su adiós definitivo tras casi medio siglo sobre las carreteras. Lo hará despidiéndose en la fábrica de Colonia, la última donde resistía este compacto del segmento B en otra hora emblema mundial en las ventas de la marca del óvalo. El orgullo de su vida, sin embargo, enraíza en Almussafes.

La planta valenciana –tras una inversión milmillonaria de la multinacional– y el pequeño coche nacieron de la mano en octubre de 1976, momento en el que la industria del automóvil se desarrollaba con fuerza tras la crisis del petróleo vivida tres años antes y España trataba de poner los pilares de la Transición. En ese contexto, el propio Henry Ford II, que había ido perfilando en secreto un modelo de menores dimensiones que los que la multinacional tenía en el mercado con un menor precio y una reducción en el consumo de carburante para ser más competitivo, decidió lanzar su apuesta. Su nombre –que entre otros pudo ser Sierra, Metro o el que más apoyos parecía reunir, Bravo– lo acabó poniendo el propio Ford: Fiesta, en español. A fin de cuentas, como su origen.

"El Fiesta fue el principio de todo, también de la transformación de una localidad como Almussafes, que ha ido creciendo con la fábrica". Quién lo resume así es Carlos Faubel, presidente del comité de empresa de Ford Almussafes y uno de los cientos de trabajadores que vieron cómo este icono de la automoción se iba abriendo paso durante décadas. En su caso lo hizo en 1989, cuando entró en la planta y recibió "una paga extra por el lanzamiento del nuevo Fiesta (el de la tercera generación)" en su primera nómina. Para ese entonces, el éxito del modelo estaba claramente probado.

Innovador desde su nacimiento

Con elementos innovadores para la marca a mitad de los 70 como la tracción delantera, acompañado de otros valores seguros como su bloque motor Ford Kent OHV –rediseñado específicamente para ofrecer una nueva variante, que sería conocida como ‘Valencia’– o una transmisión manual de cuatro marchas, para finales de década el ‘forfi’ ya había superado el millón de ventas en todo el mundo. Un éxito sin paliativos. También en España.

"Fue un modelo que atrajo mucho a la gente joven, porque comportaba todo lo que era el automóvil entonces: la libertad de movimientos, la independencia ansiada por un amplio espectro de clientes", recuerda Faubel. A esto se sumaba un mercado mucho más reducido –en el que competía con el Renault 5 o el Seat 127, entre otros– lo que lo convertía aún más en ese reclamo social.

La planta de Almussafes –donde se fabricaron más de 5 millones de unidades– primero y luego otras como la de Colonia o la británica de Dagenham lo atestiguaron. Trabajo a tope a doble turno para cubrir una demanda que no se detuvo a lo largo de los años 80 y 90. Para la factoría valenciana y sus empleados, la fama del modelo lo acabó "significando todo", porque, como explica Faubel, "con él crecieron generaciones que han pasado toda una vida laboral en la fábrica". No en vano, en sus instalaciones se dio la producción de seis generaciones de Fiesta a lo largo de 36 años. Solo hubo un impás, entre 1997 y 2002 –cuando los esfuerzos de la planta se centraban en el Ka, un modelo de menor tamaño– coincidiendo con la cuarta generación del famoso vehículo.

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Esa salida del modelo de la planta generó en ese año 97 "muchas dudas" en la plantilla, porque "dejabas de producir un modelo como el Fiesta, tan consolidado e icónico y con unas ventas tan aseguradas y se apostaba por otros vehículos". Al final, esa despedida no fue la definitiva. En su quinta generación, en 2002, retornó a tierras valencianas, donde se quedaría diez años más, hasta 2012, cuando tras unos nuevos acuerdos de inversión alcanzados con la multinacional, la fábrica –que vivió con "sabor agridulce su adiós"– recibió un nuevo giro de timón: había llegado el momento de fabricar vehículos más grandes como el C-Max, el Kuga o la furgoneta Transit.

La caída de las ventas

Una década más tarde de ese punto de inflexión en Valencia, el ‘forfi’ afronta sus últimos meses de vida con unas ventas muy a la baja –en 2021 se vendieron en Europa, según datos de Jato Dynamics, 81.662 unidades, una bajada del 47 % respecto al año anterior–, un síntoma de cómo su importancia ha ido cayendo en el mercado. Para Faubel muestra "el final de una era y la apertura de otra", la electrificada, la misma en la que el emblemático Fiesta ya no estará en el asfalto.