HÁBITOS DE CONSUMO

Renunciar a los alimentos frescos o menos regalos: esto es lo que la inflación expulsa de nuestra vida

La escalada de precios ha obligado al cliente medio a renunciar no solo a productos alimentarios, sino también a ahorrar en moda, belleza u ocio

Ciudadanos comprando frutas en un local de barrio en Valencia.

Ciudadanos comprando frutas en un local de barrio en Valencia. / F. CALABUIG

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Juanma Vázquez

Una quimera. Esa podría ser la palabra que mejor definiría hoy el intento de un ciudadano medio de llevarse a casa alimentos tan básicos como un litro de aceite, seis filetes de lomo o una docena de huevos a un precio similar al que lo adquiría hace solo un año. Imposible de lograrlo. La cesta de la compra –y no solo la alimentaria- experimenta desde hace meses una subida de precios muy difícil de contener, acompañada en su escalada de subidas también en partidas ineludibles para vivir como el alquiler o el precio de la luz. Una realidad cada vez más oscura. Y frente a ella, la difícil decisión de cómo conseguir llegar a fin de mes y, sobre todo, de qué prescindir y cómo hacerlo para lograr sobrevivir una semana más.

El camino no es sencillo. Mucho menos cuando se habla del comer. "Se están modificando los hábitos de consumo, sobre todo a la hora de comprar productos que han tenido una subida de precios muy importante". Lo dice Vicente Inglada, secretario general de la Unión de Consumidores de la Comunidad Valenciana, que apunta a que con unos costes disparados "se prioriza [aún más] el precio y los productos que están en oferta" sobre la calidad de los mismos.

Pero en la ‘lista negra’ de las compras, no obstante, sobresale una categoría: los frescos. Según los últimos datos de la compañía de Big Data IRi, en junio la demanda de frescos se desplomó un 3,6 %, la mayor entre sus principales indicadores y una tendencia al alza. La explicación está en las subidas del 20 % o más que han sufrido en los últimos meses y que los hacen casi un bien inalcanzable.

Lola, que hace la compra para los próximos días con su madre en un supermercado de L’Hort de Senabre, en el distrito valenciano de Jesús, ha dejado "de comprar la carne al corte, la charcutería, la pescadería, etc." y ahora lo busca "todo congelado". "Con un paquete [de pescado congelado] que te dura dos semanas, intentas arreglarlo porque no te da para más", añade antes de perfilar cómo el auge de precios ha cambiado, incluso, su forma de cocinar.

"Antes hacías un cocido con toda la carne, con hueso de jamón, ternera y todo y ahora compras espinazo de pollo que cuesta un euro y pico y unas poquitas verduras y haces caldo y ya está", resalta. Pero el de Lola no es un caso único. Concha, que carga junto a su hija Laura varias bolsas con lo que acaba de adquirir, reconoce que la cesta de la compra hoy "le asusta un montón". "Dejas de comprar pescado fresco, carne, verduras… al final es que no sabes qué comprar porque todo ha subido", destaca.

Cristel, junto a su bebé Elsa, en una calle del barrio valenciano de L’Hort de Senabre. / F.CALABUIG

Lista que no deja de elevarse

No en vano, la lista de productos que decrecen en la cesta no es pequeña. Aceite de oliva, pastas de mayor calidad, derivados lácteos, huevos y una gran sucesión de artículos, muchos de ellos básicos, reducen su volumen en la cesta. También la fruta, "que la hemos dejado de comer porque es muy cara", explica Cristel, que junto a su bebé Elsa se encuentra parada delante de una guardería. La joven reconoce que ahora sus compras son "menos grandes" que antes, una visión en la que también incide Rafael Torres, presidente de la Confederació del Comerç, Servicis i Autònoms de la Comunitat Valenciana (Confecomerç CV), que apunta a que, al gastarse más en alimentación comprando menos productos, la ciudadanía está optando "por bajar el ticket medio" y reducir el carrito en otras cosas.

"No te puedes permitir ni berberechos, ni anchoas, ni mejillones, ni queso curado. Lo tienes que descartar", afirma sobre ello Lola. También en la alimentación hay otros ‘caprichos’ que acaban cayendo. Para Miquel, que acaba de salir del supermercado y para quien la cesta de la compra se ha convertido en algo que "da mal rollo, porque vienes a por tres cositas puntuales y al final además de que picas más, se te van 30 o 35 euros con nada", son las bebidas azucaradas. "Ya no coges quizás la Coca-Cola de turno, sino que coges otra de la marca blanca y ya está", remarca. "Tiras más de eso", enfatiza.

Porque esta marca de distribuidor es uno de las apuestas recurrentes cuando se habla de épocas de ‘vacas flacas’. Así lo explicaba a este diario Pedro Reig, director de la Asociación de Supermercados de la Comunidad Valenciana (Asucova), que destacaba que todas las cadenas de distribución alimentaria de dicha patronal habían "incrementado su cuota de marca propia". No en vano, según cifras dadas a conocer esta semana por NielsenIQ, en alimentación la marca blanca representa casi ya la mitad de las compras (48,8 %).

Miquel, a su salida de un supermercado esta semana.

Renuncias variadas

Sin embargo, el alza de precios también obliga a expulsar del día a día muchas más cosas que la comida. Son situaciones que se ven, por ejemplo, con la moda. Como explica Juan Motilla, presidente de Unió Gremial, "la ropa es uno de los sectores que peor lo está pasando, porque nos podemos aguantar con el mismo vestido otro año", una línea en la que coincide también Torres, que apunta a que si antes "te comprabas tres pares de zapatos, cuatro camisas y tres pantalones ahora se está racionando en esto". Para Concha y Laura, la opción de comprar textil se ha reducido "a las rebajas y al Primark, que es donde está todo más barato". Lola, directamente, señala al mercadillo como el lugar al que ahora recurre para ese ahorro, "al dos por un euro".

En esta misma línea, y en pleno mes de septiembre, esta mayor reserva económica se busca también en la ‘vuelta al cole’. Fuentes de El Corte Inglés aseguran a este diario que ahora mismo en sus outlets, "lo más solicitado es ropa para niño y niña, zapatería, chándales y mochilas". Además, estas mismas fuentes resaltan que "también está siendo más solicitada que nunca" la opción de dividir el pago de la ‘vuelta al cole’ en varios plazos, todo ello en un momento de mayor tensión económica para los bolsillos de los clientes. En este sentido, Inglada añade que "se están reutilizando productos que tenían en casa, [como los uniformes], y que pueden seguir dando un uso".

En esta búsqueda del ahorro, otro caso de renuncias se acaba dando en la belleza o el cuidado personal, que o bien desaparece o bien se busca en algo más económico. Esto último es lo que ha hecho Concha para una boda cercana con su maquillaje, donde ha adquirido "el de cinco euros, que me hace el mismo efecto que otro más caro". Cristel, por su parte, afirma que con los precios actuales, productos como un pintauñas "no son importantes, prefiero que mi hija pueda tener pañales, juguetes, su leche, porque la belleza lo puedo hacer más adelante". No obstante, incluso en los pañales, la joven reconoce que ha cambiado de marca y ahora se lleva "el más barato".

Asimismo, estas renuncias llegan también a otros horizontes como el de los cumpleaños, hasta el punto -explica Lola– "de decir casi siempre que no puedes ir porque no te puedes permitir comprar el regalo". O también buscar alternativas, por ejemplo, cuando se desea regalar flores. "Si quieres hacer un agasajo seguirás regalando flores, pero ya no será rosas, sino otras en menor cantidad y con menos coste", subraya sobre ello Motilla. Lo mismo sucede con la joyería o los perfumes caros, que como sintetiza Torres "es algo más de capricho personal". Por ello, el dirigente de Confecomerç cree que ahora mismo "se puede pensar que aunque se tenga dinero no es el momento de comprarlo".

Y no solo eso. Porque pese a que a la larga la adquisición de un producto pueda suponer un ahorro, el contexto económico actual de las familias puede acabar impidiendo llevar a cabo una gran inversión. Es lo que sucede con los electrodomésticos. A pesar de que la factura de la luz sigue marcando picos máximos, comprarlos más sostenibles resulta, en muchas situaciones, imposible. Es lo que le sucede a Lola, que afirma que acabas "tirando con el que tienes hasta que se estropee del todo". "Nosotros tenemos la nevera para cambiar y no podemos", asegura. Un caso similar al de la tecnología, donde muchas veces se posterga más o se rechaza su cambio por un modelo nuevo.

A ello se suma la búsqueda de un menor uso por el ahorro. Cristel, incluso, reconoce que no solo pone menos el aire acondicionado, sino también el microondas, el calentador o "la nevera, que la desenchufamos si no hay muchas cosas, para ahorrar".

Miquel, a su salida de un supermercado esta semana.

Menos ocio y hostelería

Tras un mes de agosto en el que tanto Torres como Motilla destacan que se han podido sumar buenas cifras, especialmente en aquellos lugares y sectores más marcados por el turismo, la realidad es que rutinas como salir a tomar algo o ir al cine encuentran hoy un menor impacto. "Las familias con menos recursos están optando por dejar de lado el ocio y este se está convirtiendo en algo exclusivamente para clases medio-altas", explica Inglada. Lola es una prueba de ello, ya que asegura que en su caso el cine "no me lo puedo permitir a no ser que te coincida con el día del espectador. Y no siempre".

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Situación similar ocurre con el aperitivo en el bar, optando por no ir o hacerlo directamente en el hogar. "Yo salgo menos, una vez al mes. Antes me iba cada fin de semana, pero ahora no puedo porque todo ha subido. Y miras también más la carta", sintetiza Cristel. "Nos tomamos un aperitivillo, pero mucho menos que antes", añade Concha. Fuentes de la Federación de Hostelería de Valencia corroboran esta visión y apuntan a que un 42 % de sus asociados encuestados esta semana afirmaron "que los clientes han reducido su gasto habitual" tras la subida de precios por el impacto del IPC en la hostelería.

El mayor temor, sin embargo, está en el futuro. "De cara al cuatrimestre final de año las perspectivas no son buenas. Con la inflación tan desbocada, se está notando ya y se va a notar más el menor consumo", avisa Rafael Torres. "La sociedad y nosotros estamos en incertidumbre ante lo que viene", coincide Juan Motilla. Horizonte de más dudas para el ciudadano tras meses de renuncias.