Los cortes de energía lastran las perspectivas de crecimiento en Europa

La presidenta de la Comisión Europea (CE), Ursula von der Leyen, instaba este miércoles a los países del grupo a prepararse para posibles nuevos cortes de suministro de gas ruso. Desde Bruselas, barajan incluso un posible corte total, por lo que recordó que también están preparando un plan de “emergencia”, que van a presentar a mediados de julio.

En un debate con el Parlamento Europeo, von der Leyen ha aplaudido que varios países miembros, que son más dependientes del gas ruso, hayan comenzado a poner en marcha planes nacionales de contingencia de cara a esos posibles cortes, que se agravarían con la llegada del invierno, pero subrayó que es necesaria una coordinación europea y acción común.

Francia ha optado por nacionalizar el 100% de EDF para intentar tener más independencia energética, mientras que desde Europa, el pleno del Parlamento Europeo ha dado luz verde a que el gas y la nuclear sean consideradas energías verdes. Una decisión no exenta de polémica, por los detractores que tiene la energía nuclear, pero que también va en la dirección de reducir la dependencia de Moscú. 

Según apunta Victoria Torre, desde Singular Bank, el sector energético es uno de los que está teniendo un año más convulso, a raíz del conflicto en Ucrania y estas amenazas de cortes de suministro. Algo que dañaría la economía europea y que ya se está notando en las perspectivas de crecimiento de Alemania, la locomotora económica del bloque. De esperar un crecimiento para este año del 4,5% el pasado mes de septiembre, ahora esas previsiones bajan hasta el 1,7% de avance.

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Las dudas sobre el crecimiento y los temores en torno a una recesión están impulsando al cambio euro/dólar hacia la paridad, con fuertes caídas para el euro en las últimas semanas y la consiguiente fortaleza del dólar, según apunta Victoria Torre. Hay analistas que señalan que el comportamiento del euro, que no deja de perder terreno, es un fiel reflejo de la economía europea. 

A esto se suma que el Banco Central Europeo, aunque ya ha anunciado que lo hará, todavía no ha comenzado a subir tipos. Esto haría que, si finalmente el bloque entra en recesión en el corto plazo, el regulador no podrá echar mano de nuevas bajadas de tasas para impulsar la economía, porque no las ha elevado todavía. En cualquier caso, podría ser que el pecado esté también la penitencia: una recesión relajará los precios de las materias primas, rebajará a su vez la inflación y hará que no haya tanta urgencia sobre los bancos centrales, concretamente el organismo que preside Christine Lagarde, para subir tipos. Eso sí, el problema de los cortes de energía rusa seguirán sobre la mesa y ahí los bancos centrales no tienen nada que hacer.