Eléctricas y petroleras

Del marrón al verde: todos contra la energía fósil

Las compañías eléctricas aceleran las inversiones en proyectos renovables, mientras las petroleras impulsan su diversificación hacia las fuentes limpias

Petroquímica vista desde Salou con Tarragona al fondo.

Petroquímica vista desde Salou con Tarragona al fondo.

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Sara Ledo

La Unión Europea aspira a convertirse en la primera economía climáticamente neutra en 2050. La energía es una pieza fundamental para alcanzar ese objetivo al ser responsable de casi el 80% de las emisiones de CO2 totales. En este contexto, el impulso de la regulación a una energía más limpia y la presión de los inversores hacia la sostenibilidad ha llevado a las grandes energéticas a acelerar su giro al verde, aunque sin decir adiós del todo a sus activos marrones.

"Es lógico que las empresas adapten sus modelos de negocio ante la presión de la opinión pública, inversores, reguladores...", apunta el responsable del programa Clima y Energía del Real Instituto El Cano, Gonzalo Escribano. Las energías limpias hace tiempo que dejaron de necesitar ayudas y son muchos los inversores que apuestan por este sector. Un ejemplo es la incursión de Amancio Ortega de la mano de una petrolera como Repsol en un parque eólico en Aragón.

"La sostenibilidad se está convirtiendo cada vez con mayor intensidad en un eje clave de la transformación de las empresas, como consecuencia no sólo de la regulación, sino también de los cambios en las exigencias de los consumidores y de los inversores", explica el socio de sectores regulados y análisis económico en EY, Antonio Hernández.

Según el World Economic Outlook (WEO) de la Agencia Internacional de la Energía (AIE), el petróleo y las energías fósiles como el carbón y el gas pierden cada vez más peso relativo a favor de las renovables. La última actualización de este informe refleja una caída abrupta del carbón hasta su completa desaparición en 2050 y un pico máximo de la demanda de petróleo en el año 2025 y 2026. Y, por primera vez, tras la disparatada subida de precios de los últimos meses se plantea un crecimiento plano para el gas a partir de 2040.

En España, después de que todas las compañías hayan puesto punto y final al carbón (todas las plantas están en proceso de cierre) y firmaran la senda final de la nuclear (todas las centrales se cerrarán entre 2027 y 2035), Endesa ha sido la primera eléctrica en poner fecha al adiós del gas: 2040. "Comienza la década de las renovables. La próxima década tenemos un escenario nuevo para la energía en sectores de la economía donde la electricidad era algo desconocido. Se abre la década de la electricidad», proclamaba el consejero delegado de Enel, propietaria del 70% de Endesa, Francesco Starace.

Las grandes eléctricas tienen previsto destinar la mitad de sus inversiones de los próximos años a impulsar las renovables. Iberdrola invertirá 14.300 millones, de los cuales más de 7.000 se destinarán a energías limpias. Endesa, por su parte, calcula que de los 7.500 millones de euros que invertirá hasta 2024, 3.100 millones serán ‘verdes’, y Naturgy estima destinar 8.400 millones de los 14.000 millones previstos hasta 2025. Las grandes petroleras tampoco quieren perder ese tren, conscientes de que tienen que diversificar su actividad para poder ser viables en el futuro.

Multienergéticas

Aunque el foco del negocio sigue siendo el crudo, la mayoría de petroleras han convertido a las renovables en el principal destino de sus inversiones. Repsol prevé invertir 19.300 millones de euros hasta 2030, de los cuales 6.500 millones se destinarán a iniciativas bajas en carbono. Además del área eléctrica la generación y comercialización de electricidad (tras la compra de Viesgo) y el impulso a la movilidad eléctrica, Repsol está inmersa en la adaptación de sus refinerías a la producción de biocombustibles. Hace un mes la compañía realizó junto a Iberia el primer vuelo con biocombustible producido en España a partir de residuos. Logró reducir la emisión de 1,4 toneladas de CO2 gracias a la eficiencia energética que aporta el avión y el biocombustible.

También BP y Cepsa pretenden seguir una dirección similar. El objetivo es dejar de ser una compañía eminentemente petrolera y reconvertirse en multienergética. Un buen ejemplo es la compañía estatal noruega Statoil que desde el 2018 se llama Equinor con el objetivo de tener una mayor presencia industrial en energías renovables. Entre 2021 y 2026, Equinor anunció una inversión bruta en energías renovables de 23.000 millones de dólares para multiplicar por diez la capacidad de energía renovable y ser "una de las principales empresas eólicas marinas a nivel mundial". No obstante, el dinero que sostendrá esa inversión todavía procede del petróleo y del gas. "El ritmo del cambio aumentará hacia 2030 y 2035", apuntaba en el Capital Markets Day su consejero delegado, Anders Opedal.

El furor del hidrógeno

Además del impulso hacia las renovables, la movilidad eléctrica y los biocombustibles, las eléctricas y las petroleras españolas se han lanzado en el último año hacia el hidrógeno verde. La gran pega de este vector energético es su falta de competitividad y la incógnita de cuándo y cómo alcanzará la madurez necesaria y, por eso, las compañías se encomiendan a los fondos europeos para impulsar su desarrollo. El Plan de Recuperación estima, al menos, 1.500 millones de euros a este nuevo agente energético.

Repsol prevé destinar 2.500 millones a esta tecnología de aquí a 2030, mientras Iberdrola activaría inversiones por valor de 1.500 millones de euros. La eléctrica anunció esta semana un acuerdo con la sueca H2 Green Streel para construir una planta de hidrógeno verde en la península. Y Enagás está impulsando varios proyectos con distintos socios por un total de 6.300 millones de euros. Naturgy y Endesa no han cuantificado la inversión, pero tienen previsto proyectos en este área.

"Las empresas han visto que el hidrógeno verde tiene futuro porque hay dinero de los fondos europeos y la tecnología está, pero hay que tener cuidado porque hay cierto componente de burbuja en la batalla por cazar fondos europeos", apunta el catedrático de la Universidad Pontificia de Comillas y director del centro de investigación Economics for Energy, Pedro Linares.

El resto del mundo

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El excomisario de Estado de Energía, Miguel Arias Cañete, advertía esta semana que la Unión Europea es la región más ambiciosa en términos de reducción de emisiones por lo que es tarea diplomática hacer que el resto de países "creen marcos regulatorios estables que atraigan a la inversión privada, no sólo en Suiza sino también en Guinea Bisau o en cualquier otro país del mundo".