MISCELÁNEA
He venido a hablar de mi libro: Laura Chivite, autora de 'El ataque de las cabras'
A la autora le gustaría creer que su libro "está lleno de este tipo de momentos, escenas en las que todo se calma, en las que la vida parece fácil de pronto, o no fácil sino sencillamente bonita, llevadera"

La escritora Laura Chivite, autora de 'El ataque de las cabras'. / EPE
Laura Chivite
Siento que siempre hay un cierto grado de mentira cuando alguien habla sobre su novela o sobre su obra artística en general. Qué le llevo a ello, por dónde empezó, cuál era el mensaje que quería transmitir: son preguntas que muchas veces carecen de respuesta, y esa es una de las cosas más bellas de la literatura, el poco control que se tiene sobre lo que se acaba escribiendo, el no poder decir nada real sobre lo que creaste, sobre aquello que te poseyó en cierto momento.
Naturalmente, al escribir, puedes elegir las palabras, más o menos el ritmo y el tono, pero a lo que voy es que, tal y como decía Truman Capote: «si la historia es lo suficientemente buena, y si te pertenece de verdad, entonces no puedes olvidarla –te perseguirá hasta que la escribas».
Yo no sé si la novela que yo escribí, El ataque de las cabras, es lo suficientemente buena o no, pero sí que sé que de pronto, creo recordar que una tarde de invierno, o tal vez fue una mañana de primavera, el título me vino a la cabeza y, mientras paseaba, o tal vez mientras nadaba, fue naciendo la idea de escribir una historia entre una tía y su sobrina adolescente, una historia intimista y, en parte, costumbrista, que tuviera algunos elementos fantásticos. Y no fue una decisión, simplemente me vino y ya está.
Las relaciones humanas
Lo que sí que fue intencionado fue darle un humor a ratos ácido y mordaz, a ratos oscuro, a ratos incluso naif, abordarlo todo desde ahí: las rupturas, las primeras idealizaciones y las consecuentes y necesarias decepciones, las disputas familiares arrastradas durante años, el inicio del amor, el fin del amor.
Esa es y siempre ha sido, y creo que siempre será, mi gran obsesión: quién soy yo y quién es el otro
En resumen, las relaciones humanas. Porque esa es y siempre ha sido, y creo que siempre será, mi gran obsesión: quién soy yo y quién es el otro, y cómo soy yo con el otro, y qué pasa cuando un yo se junta con un otro, y qué cuando se separa, y un largo etcétera que todos conocemos.
Y después, las escenas. No es ningún secreto (porque todos los escritores lo decimos sin parar) que ocurren cosas extraordinarias todo el tiempo, que la belleza está en casi cualquier lugar donde pongas la atención. Sobre todo, en lo más cotidiano: en una conversación que escuchas en la ferretería, en cierta luz a cierta hora de la tarde, en algunas coincidencias inexplicables. Así que me gustaría creer (no lo sé, no lo recuerdo, porque no lo he releído) que mi libro está lleno de este tipo de momentos, escenas en las que todo se calma, en las que la vida parece fácil de pronto, o no fácil sino sencillamente bonita, llevadera.
Sin hacer ojos ciegos a todo lo demás, claro: el dolor y la tragedia y todo eso, sino precisamente esos momentos en los que, mirando al dolor y la tragedia y todo eso, dices: ocurren cientos de millones de cosas horribles pero por lo menos está aquí este cerezo en flor y mi amiga acaba de decir algo graciosísimo y a mí me ha recordado que mi abuelo una vez se comió 50 nueces seguidas y a que esta noche hay una fiesta donde creo que va a estar la chica que me gusta y donde voy a bailar unos tangos.

El ataque de las cabras
Laura Chivite
Random House
176 páginas
19,90 euros
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