CRÍTICA
‘El club de la niebla’, de Leticia Sánchez Ruiz: gabinete de curiosidades
La autora construye un artefacto metaliterario para desentrañar un viejo y un nuevo enigma

La escritora Leticia Sánchez Ruiz. / EPE
Marta Marne
Cuando te adentras en la obra de Leticia Sánchez Ruiz (Oviedo, 1980) es inevitable pensar que su mente se parece bastante al Gabinete de Maravillas de Alana Calume, la protagonista de su última novela. Pasear entre sus ideas y recuerdos debe ser algo similar a adentrarse en el hogar y negocio de la buhonera: un universo en el que podemos encontrar desde unos guantes de boxeo de piel de búfalo hasta una jarra de cerveza con forma de sirena, pasando por timbres de mostrador de hotel y caleidoscopios de latón. Un espacio repleto de objetos, de memorias, de momentos que no parecen tener relación entre sí hasta que la autora logra hacerlos encajar.
El club de la niebla plantea dos enigmas que, en apariencia, no tienen conexión. Por un lado, la desaparición del escritor chileno Gabriel Vargas Montseny, ocurrida 20 años atrás durante una visita a Oviedo con motivo de los Terceros Encuentros Hispanoamericanos sobre Realidad y Ficción. Tras reunirse con los miembros del Club de la Niebla, una tertulia literaria local, el autor se esfumó sin dejar rastro. Por otro, la reciente muerte de Tina, una de las integrantes del club. Lo que parecía un accidente pronto se revela como un suicidio, ocurrido poco después de que le informasen que estaba en fase terminal de una grave enfermedad.
Catalizador
La muerte de Tina sirve de catalizador para poner sobre la mesa un episodio que los miembros del club, sin motivo claro, han evitado comentar durante dos décadas. La narración en primera persona de Alana nos guía entre pasado y presente, a través de la desaparición del escritor y de las vidas, secretos y contradicciones de quienes la rodean. En este recorrido es clave la ayuda de Ruth Rami, autora del libro Vargas Montseny en la niebla y última persona que habló con Tina.
Lo mejor de la historia, como en toda la obra de la autora, es esa voz narrativa tan única y reconocible
Lo mejor de la historia, como en toda la obra de la autora, es esa voz narrativa tan única y reconocible. Ningún personaje habla igual: cada uno tiene su forma de ver, de pensar y hasta de equivocarse. Sánchez Ruiz los dota de identidad sin necesidad de forzarlos a encajar en arquetipos, y eso hace que no dudemos que podríamos encontrárnoslos en el bar La Patagonia si viajáramos a Oviedo.
La aventura, el juego, el amor por los rompecabezas y por los personajes poco convencionales son ingredientes recurrentes en su literatura. Lo asombroso es su capacidad para mezclar elementos que parecerían incompatibles –objetos anodinos y anécdotas casi surrealistas– y convertirlos en una trama coherente, intrigante y emotiva. Esa combinación, que podría resultar excesiva en otras manos, se transforma aquí en una experiencia única, donde la metaliteratura y el amor (en múltiples formatos) siempre tienen un papel central.
Leer a Sánchez Ruiz es como jugar una partida de ajedrez en un tablero de parchís con figuritas de Lladró, mientras tomas el té tumbada en una otomana disfrazada de faraona. Cualquier combinación que se os ocurra es válida: ella sabrá cómo convertirla en una historia sólida, envolvente y con un final que, una vez más, nos deja sin aliento. Es mejor que vayan preparados: este libro es una aventura en toda regla.

El club de la niebla
Leticia Sánchez Ruiz
Grijalbo
432 páginas
22,90 euros
- Rebeca García Nieto, hurgar en el silencio
- Ópera en streaming: el Liceu digitaliza su temporada 2024/25
- La gastronomía de la Costa Brava que no te puedes perder en Lloret de Mar
- Los libros tienen su propia suerte
- Los libros recomendados por ABRIL: Stephen King, George Eliot y María Ovelar
- Sonya Walger, actriz y escritora: 'Escribo como actúo, abierta y vulnerable
- Pedro Páramo', la novela que puso a México ante el espejo de su violencia
- ‘Yo era un chico’, de Fer Rivas: desde la herida