PERFIL

Guillermo Saccomanno, el escritor argentino al que hay que conocer de una vez por todas

En 2010 ganó el Premio Biblioteca Breve con 'El oficinista', una novela de ficción distópica, este año, el Alfaguara con 'Arderá el viento', una narración realista más en su línea

El escritor argentino Guillermo Saccomanno, ganador del Premio Alfaguara 2025.

El escritor argentino Guillermo Saccomanno, ganador del Premio Alfaguara 2025. / Marc Asensio

Barcelona

Vive, son sus palabras, en un país llamado novela, cumple con fe ciega su oficio y es uno de los más respetados autores argentinos, pero ni por esas ha alcanzado aquí Guillermo Saccomanno el reconocimiento que se merece. Y eso que premios, y de los grandes, no le han faltado en España. Ahí están el Biblioteca Breve que ganó en 2010 con El oficinista, una novela de ficción distópica, rara en su trayectoria, que escribió mirando a Franz Kafka con el rabillo del ojo, y este año, el Alfaguara con Arderá el viento, una narración realista más en su línea.

Del veterano Saccomanno, 77 años, lo desconocíamos casi todo. Cuando obtuvo el galardón de Seix Barral no pudo ni acudir a promocionarlo a la Península porque una meningitis se lo impidió. Luego, diversos problemas neurológicos se encadenaron con aquello, pero nada que le haya impedido construir una sólida trayectoria de 12 novelas, seis libros de relatos, cuatro libros de ensayo, poesía, amén de diversos guiones de película y de cómic, una vocación esta última que en la actualidad tiene en barbecho pero que le permitió colaborar con los más grandes de la historieta argentina, Alberto Breccia y Francisco Solano López (el dibujante de El eternauta).

Envidiable energía

El autor muestra hoy una envidiable energía que explica su forma de trabajar: «Yo creo más en el trabajo que en el arte. Escribir me obliga a levantarme cada mañana, culo en silla, con la cabeza fresca, sin sustancias y sin alcohol. No hay otra. Kafka dijo que la literatura era su religión, pero yo creo que es más bien una cuestión de fe, de fe ciega, si no, no hay novela posible».

Empezó trabajando en publicidad, una experiencia de la que no reniega. Aunque la considere «uno de los laburos más tóxicos del mundo», le dio técnicas para enfrentarse a la página en blanco. Un día, hace casi 40 años, harto de vivir con la botella de vodka en el cajón de su mesa de trabajo y de una ciudad, Buenos Aires, que ama y odia –«es un lugar que te acelera, te contamina, te neurotiza y te raya, te raya mucho»–, decidió marcharse a Villa Gesell, un balneario en la costa este, donde no solo ha escrito, también ha situado muchas de sus novelas, a modo de Yoknapatawpha personal. «Antes vivía allí frente al mar, un lugar fabuloso en invierno porque tienes conciencia de tu reducida dimensión humana. Ahora me he trasladado a la montaña porque, aunque no soy Henry David Thoreau, el bosque tiene otra cosa más recogida, más interior».

Arderá el viento también se localiza en Villa Gessell, aunque en el libro solo se la llama la Villa. Hasta allí llega una extraña pareja, los Esterházy, a regentar un viejo hotel, junto a sus dos hijos no menos inquietantes y el cuarteto se convierte en el catalizador de la degradación del lugar. Hay en la trama tantos muertos como en una novela policiaca, catalogación que Saccomanno no desdeña. De hecho, tiene muy presente 1280 almas, de Jim Thompson, posiblemente el autor que mejor supo plasmar aquello del «pueblo pequeño, infierno grande». Pero también pensó en Twin Peaks: «Mientras la escribía me puse la banda sonora de Angelo Badalamenti para ver si mi historia acababa sonando a David Lynch». Tanto la serie como la novela de Thompson y la de Saccomanno se rigen por una ecuación que todo lo mueve: «Sexo y poder, y si nadie se salva es porque en el capitalismo no hay inocentes».

Arderá el viento

Guillermo Saccomanno

Alfaguara

248 páginas

19,90 euros