CRÍTICA

‘Desfile’, de Rachel Cusk: modelos de sabotaje

El nuevo libro de la autora gira en torno a los boicots y autoboicots de la creación femenina, desde sociales hasta políticos

Rachel Cusk: "El feminismo ha generado un odio secreto en los hombres"

La escritora Rachel Cusk, autora de 'Desfile'.

La escritora Rachel Cusk, autora de 'Desfile'. / Jordi Otix

Los sabotajes y los autosabotajes de la creación femenina desde una multiplicidad de puntos de vista –que Rachel Cusk (Saskatoon, Canadá, 1967) pone a desfilar desde la primera hasta la última página–: sociales, políticos, antropológicos, maternales, ideológicos, sociales, conyugales, artísticos, inconscientes o consuetudinarios, raciales... Bien podrían ser este el asunto de Desfile, un libro que progresa despreocupado, más que indeciso, sobre su adscripción a la novela o a la no ficción. Como de costumbre, si las páginas son buenas, da igual.

No deja de sorprender la por momentos aparatosa construcción de la obra: cuatro capítulos donde en cada uno de ellos se alternan dos segmentos narrativos. Estos segmentos narrativos parecen (pero no podemos estar seguros) alternar ficción y testimonio, y variar de tiempo verbal, de espacio, de género y de época. Todos están recorridos por una familia de preocupaciones similares (ya apuntadas), por el interés por el mundo del arte, y por una serie de artistas que de manera algo caprichosa se conocen por G (la inicial del nombre o del apellido), en una suerte de Orlando nominal que muta durante todo el libro.

Uno de los principales talentos y originalidades de Cusk en Desfile es su abordaje del arte. La autora, que tiene un talento considerable para la descripción natural (ya sea de detalle o en series más extensas), no se dedica a retratar con palabras las distintas obras de arte (error corriente de tantos novelistas) desperdiciando así la potencia y la sugestión plástica al confinarlas en unos párrafos átonos.

La inteligencia activa de Cusk colorea sus páginas de una densidad muy peculiar que invita a saborear a sorbos

Emplea las descripciones artísticas como disparaderos para el estudio de situaciones anímicas y vitales, con frecuencia violentas, saltándose así la necesidad de dar con un abordaje narrativo que sirva de andamio a sus ideas. Las imágenes nos conducen a las ideas.

Originalidad cognitiva

El otro talento, todavía más intenso y vivo, es la exploración de rangos de la emoción (por lo general femenina, pero también por cercanía o contagio masculina) convincentes y originales. A menudo (demasiado a menudo), el pensamiento literario se emplea para sacar en procesión tres o cuatro generalidades biempensantes con las que todos estamos de acuerdo sobre el paso del tiempo, los celos, la ambición artística, el amor que se nos desgasta…

Cusk, con una originalidad cognitiva digna de Emily Dickinson, parece que solo se pone en marcha si es para desplegar sobre el papel algo concerniente pero apenas expresado. Y lo ofrece en el papel con un estilo seco, analítico, distante e irónico que, pese a su puesta en escena casi gélida, se las arregla para transmitirnos algo de ternura gracias a su cercanía con nuestras vivencias y emociones, en tonos que habíamos pasado por alto.

Siempre original y nunca extravagante, siempre mundana y nunca costumbrista, siempre firme pero nunca inflexible, ambigua en la medida que se esfuerza por extraer estratos ocultos por los lugares comunes, la inteligencia activa (e imbricada en emociones e instintos, en los síntomas y exigencias del cuerpo, nada teóricas) de Cusk colorea sus páginas de una densidad muy peculiar que invita a saborear a sorbos, sin precipitarse, en busca de una dedicación por parte del lector con la promesa (casi el compromiso) de hacerle compañía por zonas esquivas y complejas de su intimidad.

Desfile

Rachel Cusk

Traducción de Catalina Martínez Muñoz

Libros del Asteroide

184 páginas

18,95 euros