CRÍTICA
'Passeggiate', de Gregor von Rezzori: un paseante apátrida por Italia
Este libro reúne artículos y ensayos breves en los que el autor demuestra su gran amor por el país transalpino

El escritor Gregor von Rezzori. / EPE
Anna Maria Iglesia
«Él quería ser de aquí, de Italia», recuerda Beatrice Monti della Corte, viuda de Gregor von Rezzori (Chernovtsi, Ucrania, 1914-Donnini, Italia, 1998), el escritor apátrida, tal y como lo definió Juan Villoro. En su casa de la Toscana, Von Rezzori encontró el tiempo de la escritura, ahí redactó La muerte de mi hermano Abel; Caín. El último manuscrito; Memorias de un antisemita; Sobre el acantilado; Tras mi rastro y los artículos y ensayos breves dedicados a Italia que Temporal Editora reúne en Passeggiate.
Como señala José Aníbal Campos, responsable de la edición y la traducción y uno de los máximos conocedores del escritor, estas páginas son las de alguien que amaba Italia. Y ese amor lo dejó patente en la dedicatoria que le escribió a su traductor al italiano: «Gracias, Andrea, por haber traído esta obra a una lengua civilizada». Pero esta dedicatoria expresa mucho más que su admiración por el país: es la constatación del rechazo a su lengua, el alemán, símbolo de la barbarie. «¿Y acaso no somos todos, hoy en día, gente de su misma estirpe [la de Don Quijote], gente que anhela de forma constante un mundo distinto, un mundo antes sagrado, un mundo de porvenir perfecto, una utopía, pasada o futura, heráldicamente invertida, pero, en todo caso, no afincada en la realidad presente?», afirma Rezzori en el texto dedicado a Venecia.
Para Von Rezzori, la nostalgia es imposible, el pasado es sinónimo de barbarie, evoca el dolor de ser apátrida y del desplazamiento de esa cultura de la Mitteleuropa en la que tarda en ser reconocido. Italia es su huida hacia adelante y él es una especie de Sancho Panza que sigue a Don Quijote no en busca de la realidad, sino de la verdad. Esto es clave para entender estos textos y su propia concepción de la escritura: Von Rezzori no era un cínico, pero desconfiaba de la capacidad de del lenguaje para reflejar la realidad. De ahí el humor e, incluso, cierta parodia.
Un afuera geográfio y temporal
Sus textos son los de alguien que mira Italia desde un afuera geográfico y temporal: es el afuera del paseador constante, pero también de la escritura, como diría Sylvia Molloy. Por ello, destaca, sobre todo de ciudades como Venecia y Roma, su atemporalidad, su estar suspendidas entre el presente y el pasado, entre lo terrenal y físico y lo abstracto y trascendente.
Como en la primera página de La muerte de mi hermano Abel, el escritor describe con mirada de pintor los cielos y los convierte en metáfora del sentir de las ciudades y del país. Mira con ironía a los italianos –sus páginas sobre Roma nos recuerdan aquella pequeña obra de arte de Ettore Scola, Gente di Roma–, con admiración, pero sin complacencia. Él no sufre ningún «stendhalazo», nos advierte. Sus escritos nacen de un amor doliente: ahí están sus críticas a la desvalorización de la cultura, al arte convertido en mercancía turística, a la masificación del turismo o a la corrupción política –«la Roma de la dudosa laboriosidad de unos politicastros profesionalmente pequeñoburgueses (o pequeñoburguesemente profesionales)»–, críticas compensadas por su admiración por la «jovialidad comunicativa» hecha de gestos y voces elevadas, por la cocina, por el carácter pasional de los italianos, por la belleza del territorio y también de las mujeres.
Von Rezzori es un extraordinario y perspicaz observador para el cual Italia es el país refugio que, sin embargo, toma caminos inadecuados: «La realidad diaria tiembla bajo la tensión de sucesos que pretenden hacerse visibles», escribe en 1996. Y avisa: «No es de extrañar que en Italia no florezcan precisamente los limoneros, sino más bien los canales de televisión y sus propietarios». Él huía de la barbarie y advertía ante la posibilidad de volver a ella, aunque fuera con otros rostros y otras formas. Quería demasiado a Italia para no alertar de ello, pero pocos le escucharon. Belleza e inteligencia, esto es lo que nos encontramos en los paseos de Von Rezzori, para el cual la escritura tenía, escondido tras el humor y la ironía, un férreo compromiso con su tiempo, con el pasado y con ese futuro al que no dejó de apelar.

Passeggiate. De viaje por Italia
Gregor von Rezzori
Traducción de José Aníbal Campos
Temporal Casa Editora
240 páginas. 20,90 euros
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