Opinión | OPINIÓN
Fainé, Álvarez-Pallete o Murtra, activistas culturales
En las grandes corporaciones la primera prioridad no es la cultura. Tiene una lógica; es más importante consolidar el posicionamiento en bolsa o bajar la deuda. De no ser así, no podríamos estar hablando de la fortaleza económica de La Fundación "la Caixa" y la Fundación Telefónica

Marc Murtra, nuevo presidente de Telefónica. / EFE
Habitualmente, cuando hablamos de grandes empresas tecnológicas, como Telefónica, o bancarias, como La Caixa, enmarcamos la reflexión desde el punto de vista económico, olvidando que esas dos corporaciones, por ejemplo, tienen una importancia fundamental en la inversión cultural del país.
El proyecto de la Fundación "la Caixa", muy cuidado por Isidro Fainé, presidente de Criteria, como el de Telefónica, hasta hace unos días presidida por José María Álvarez-Pallete, cuya apuesta personal fue la Fundación Telefónica, que, además, impulsó de forma decidida el Espacio Telefónica de la calle Fuencarral, en Madrid, convertido en un eje potenciador de literatura y creación visual, son ejemplos claros.
Una evidencia de este esfuerzo es la exposición dedicada a Jaume Plensa, que puede verse hasta el 4 de mayo en el Espacio Fundación Telefónica, pero también el compromiso con el artista, cuando decidieron encargarle una instalación que ahora preside la plaza central de las oficinas corporativas de la empresa en Madrid.
El cambio de la máxima responsabilidad de una de estas grandes corporaciones que se ha producido esta semana debe ser visto como otra oportunidad de cara al futuro. El nuevo presidente de Telefónica, Marc Murtra, tiene un perfil muy técnico y discreto, es cierto, pero también ha vivido rodeado de cultura y lecturas, una de sus pasiones. Así que no parece, ni por un momento, que su sensibilidad vaya a alejarse de aquello que ha conformado su pensamiento desde que era joven. De hecho, Murtra ya formaba parte del Patronato de la otra entidad que más invierte en cultura, la Fundación "la Caixa".
Habrá que esperar. En las grandes corporaciones la primera prioridad no es la cultura. Tiene una lógica; es más importante consolidar el posicionamiento en bolsa o bajar la deuda. De no ser así, no podríamos estar hablando ahora mismo de la fortaleza económica de esas dos fundaciones culturales. Un detalle que en ocasiones se olvida.
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