CRÍTICA

'La voz sombra', de Ryoko Sekiguchi: el presente perdurable de la huella grabada

La autora evoca el duelo por los seres queridos y el recuerdo en un pequeño gran libro que conmueve e invita a la reflexión

Ryoko Sekiguchi, por Pablo García.

Ryoko Sekiguchi, por Pablo García.

Luis M. Alonso

Luis M. Alonso

No es el número de páginas lo que define la calidad de un libro, aunque en ocasiones y en demasiados títulos parezcan sobrar. En el caso de La voz sombra, de Ryoko Sekiguchi, el pequeño formato y el reducido texto obran el milagro de lo perdurable y facilitan la posibilidad de volver una y otra vez a él. Del mismo modo que la voz, protagonista, permanece intacta en el recuerdo y altera el sentido del tiempo. Se hace eterna.

Decimos que nadie muere del todo mientras lo recuerdan sus seres queridos; haber grabado sus voces ayuda a tener presentes a los desaparecidos, escribe Sekiguchi en su bellísimo librito, compuesto de breves fragmentos interconectados que animan a la reflexión. La voz sombra, por su tamaño y su singular inmersión, es una lectura perfecta para comenzar el año.

A través de un auricular telefónico, Ryoko Sekiguchi supo que nunca volvería a oír la voz de su abuelo. Recordaba el sonido de memoria, pero nunca pensó en grabarlo, como si fuera un precioso documento, formando parte de las voces de aquellos que reaparecen de alguna manera haciéndonos sentir que siguen vivos. Si hay objetos, olores y recuerdos materiales tangibles, la voz es, según la escritora japonesa afincada en París desde hace más de veinte años y que escribe en francés, una extensión del individuo: "La única parte del cuerpo que no puede ser enterrada".

La voz sombra es en determinados instantes la de los allegados al difunto, velada por la tristeza, o la del que se dispone a dejar este mundo y que ya asume nuevos sonidos. Ryoko Sekiguchi cuestiona la sonoridad y los silencios, los de los vivos, los de los difuntos, y sus huellas delebles, sin tristeza, con esplendor. Se agradece al tratarse de una invitación a la vida. La voz, mientras tanto, se incorpora a las imágenes, a los olores, y más tarde se convierte en una reflexión sobre la ausencia, la muerte.

Temporalidad

Consciente de la temporalidad y del momento, Sekiguchi dedicó una obra anterior, Nagori, publicada también por Periférica, a las estaciones, evocando la expresión "nami-nokori", que en japonés tiene que ver con el resto que dejan las olas tras retirarse de la playa. De pequeña le fascinaba contemplarlas, podía pasarse horas mirando las ondulaciones sobre la arena en Normandía, notando sus diferencias, tocando los bultos formados, dejando allí la marca del dedo. Todo es nostalgia de un tiempo; las voces ausentes, también.

La huella grabada, viene a contarnos Sekiguchi, no es una reminiscencia sino un presente perdurable. Escribir sobre voces fijas es paradójico: las palabras escritas en tinta son silenciosas, pero resuenan gracias a nuestra capacidad de hacerlas concretas, de escucharlas en nuestro interior. Con ellas se abre un espacio acústico particular donde, durante un tiempo, las voces pueden desplegarse fuera de este confinamiento interior y hacerse visibles a través del sonido, su proyección natural y definitiva.

La voz de la propia autora de este texto seductor se convierte en el vector de las resonancias que invoca y evoca. Invita al lector a interpretarlas, a hacerse testigo participativo de su eco. Al mismo tiempo que la autora invoca el duelo de los seres queridos, lo hace intencionadamente de manera juguetona, aireada, inteligente, conmovedora y elegante. Es la desaparición del abuelo, el hilo infantil del recuerdo que trenza Sekiguchi como si se tratara de un arreglo floral, de un ikebana, por algo la escritora no deja de ser una delicada esteta.

En La voz sombra los pequeños fragmentos se convierten en pétalos, ramas y capullos. Es marca de la casa; cuando Ryoko Sekiguchi, gastrónoma y contemplativa, escribe de comida también se expresa así, a la vez que busca el equilibrio y la temporalidad de los ingredientes que componen sus piezas imperecederas. Leerla es un placer.

'La voz sombra'

Ryoko Sekiguchi 

Traducción de Regina López Muñoz

Periférica

104 páginas

12 euros