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Marta Sánchez-Nieves, presidenta de ACE Traductores: "El reconocimiento social no ha ido unido al económico"

En 2019 entró en la Junta General y, este año, cumplirá tres como presidenta de ACE Traductores, que lleva ya más de cuatro décadas ayudando a profesionales de la traducción

Marta Sánchez-Nieves, presidenta de ACE Traductores.

Marta Sánchez-Nieves, presidenta de ACE Traductores. / EPE

Carmela García Prieto

Carmela García Prieto

«Hasta COU quería estudiar arqueología, ahí descubrí que existía la filología eslava y me metí sin saber bien para qué podía servir». Así comienza Marta Sánchez-Nieves su relato sobre cómo se acercó a la traducción. Recuerda, también, haber tenido siempre un fuerte espíritu asociativo: «a los 14 estaba ya representando un movimiento juvenil». Sin embargo, no fue hasta 2009 cuando se unió a ACE Traductores.

Su interés por la traducción, sobre todo literaria, le llegó trabajando sobre textos como Eugenio Oneguin de Pushkin. Consciente entonces o no, encontró la actividad que cumplía los tres requisitos por los que se empieza a descubrir un oficio: «me parecía maravilloso, interesante y se me daba bien». Sus primeros trabajos fueron a través de compañeras de la facultad: «entre 2000 y 2010 hacía traducciones más esporádicas, en 2012 empezaron a ser más seguidas», recuerda.

En esa época en la que se consolidaba como traductora, empezó a ejercer un papel de representación. En 2019 entró en la Junta General y, este año, cumplirá tres como presidenta de ACE Traductores, que lleva ya más de cuarenta años ayudando a profesionales de la traducción. «Mezcla por un lado una asesoría y apoyo laboral y jurídico, con un perfil más cultural y humanístico, de formación» explica Sánchez-Nieves, y añade que lo mejor es «la red que se forma, compartir experiencias, contactos, referencias».

El objetivo principal siempre ha sido luchar por los derechos y condiciones dignas para la profesión, el mismo por el que ella sigue abogando con empeño ahora. En estos años, y desde antes de ser presidenta, ha visto cierta evolución positiva en el mundo de la traducción, pero no en todas las direcciones necesarias: «el reconocimiento social, autoral, no ha ido unido a un reconocimiento económico», critica. Los ritmos de producción insensibles, y la inmediatez a la que se somete el sector cultural, lo sufren también: «Se han acelerado los procesos, pero eso no quiere decir que la calidad final sea mejor».