PERFIL

Emanuele Coccia, filosofía lisérgica

El último de sus ensayos publicados en España, 'Filosofía de la casa', indaga en el desasosiego que nos invade dentro de nuestra propia intimidad

El autor Emanuele Coccia, autor del libro 'Filosofía de la casa'.

El autor Emanuele Coccia, autor del libro 'Filosofía de la casa'. / EPE

Emanuele Coccia fue una mariposa en su anterior vida. Probablemente: un adverbio que el filósofo repite a cada rato en su parlamento. Y de aquella metamorfosis dramática aprendió de qué iba esto de la vida, que le trajo al mundo en Fermo, pequeña ciudad de la costa adriática italiana, un día de 1976, en una bolsita junto a su hermano gemelo, que fallecería joven.

De esa experiencia gemelar también le iba a quedar a un rasgo de carácter definitivo: se enamora de todo y todxs a primera vista. Así las cosas, cambia de casa, ciudad, universidad y pareja como quien cambia el agua al canario, sin mayor trauma, e incluso confiesa que le encantan las míticas cajas de cartón de las mudanzas.

El día que le encontré, venía de llevar a su única hija al liceo del barrio en París, pero se preparaba para depositarla en casa de su madre y viajar una temporada a Nueva York, donde ya vivió otras vidas, profesor en la Universidad de Columbia, y buscar nuevo apartamento y trabajo en la capital francesa para su vuelta. Porque se había despedido de la École des Hautes Études en Sciences Sociales, donde ejercía el profesorado desde hacía años. Se aburrió. Es también profesor en la Universidad de Friburgo en Alemania y ha impartido en Tokio, Buenos Aires, Düsseldorf y Weimar.

Universos dispares

Los asuntos que ocupan su ensayística han transitado por universos bien dispares. Doctorado en Filosofía Medieval por la Universidad de Florencia, volcó su primer interés en torno a la filosofía del andalusí Averroes; luego vendrían los ángeles y, a continuación, sus estudios versan sobre estética, moda y arte, religión y biología. El ensayo que le dio proyección internacional, traducido a decenas de idiomas, fue La vida de las plantas, en 2018.

Sucedió entonces: embelesado por los vínculos entre las teorías de la imaginación y la naturaleza de los seres vivos, experimenta la mutación de la oruga encerrándose en las paredes de una crisálida para renacer a lomos de unas coloridas alas de mariposa (Metamorfosis). De ahí que la transformación se haya convertido en el nudo gordiano de todo su pensamiento: «El mundo no puede ser feliz si no se transforma continuamente».

El último de sus ensayos publicados en España, Filosofía de la casa, indaga en el desasosiego que nos invade dentro de nuestra propia intimidad o el intramuros doméstico. Y sostiene: «Las casas se diseñan siguiendo las costumbres de una humanidad que ya no existe, manteniendo el modelo de unidad patriarcal, que era extremadamente violento pero que tenía razones pragmáticas en el pasado», socioeconómicas, obviamente.

«La cultura europea inventó la ciudad para dar al hombre la posibilidad de libertad: para sentirse libre uno había de cerrar tras de sí la puerta de su casa». Urge a transformar el espacio doméstico en la primera forma de una libertad que hemos de reinventar (lo trabaja en su próximo ensayo): «la vinculación de familia y libertad pasa por olvidar asuntos clave como la paternidad y la genealogía, y convertir la casa en un universo de amistad». En plan Friends, ¿se acuerdan?; él dice que fue el preámbulo de todo esto.

Desencantado de la deriva de la izquierda, que ha dejado sin dirección a la cultura, convirtiendo las redes en grandes museos repletos de estupideces ininteresantes, reclama la necesidad de una selección del talento. Le he preguntado qué es en su vida la escritura y me dice que «probablemente sea como inventar tu propia existencia». ¿Y por qué le parece una aventura psicotrópica? Atiendan: «Cuando tomas este tipo de drogas te producen una serie de visiones, pero uno no es capaz de transmitirlas a otras mentes, mientras que la escritura sí tiene esa capacidad. El LSD no es nada en comparación con esto».

'Filosofía de la casa'

Emanuele Coccia 

Traducción de Carlos Gumpert

Siruela

168 páginas

18,95 euros